Eduardo Galeano ya no está entre nosotros. Hace muchos años mi recordado amigo Herasto Reyes, que ya también subió el sendero celestial, me recomendó que leyera Las venas abiertas de América Latina para empezar a entender muchas cosas. Creo que Galeano fue eso entre tantas cosas: una forma de entender y repensar a nuestra América. La obra del escritor uruguayo nos ayudó a darle sentido a la vida. Por ejemplo, en Memoria del fuego, los mitos y leyendas, las ceremonias y los rituales, las memorias y las cosmogonías, la historia y el pensamiento, le dan sentido a la realidad. Somos las historias que contamos, por eso Galeano decía que estamos hechos de historias. Hoy se despide como un pequeño gran cuento y nos deja un final abierto, como las venas de este continente que sigue sangrando. El final de ese cuento depende de los que vamos quedando.
Para La mirada del Nuchu el 13 de abril quedará en el recuerdo como el día en nos dejó un hombre bueno que lo que más amó fue pensar y escribir con inteligencia. Porque el pensamiento es una forma de vivir y saber que existimos, eso nos enseñó Galeano, también. Mirada de nuchu le dice un hasta luego a Eduardo Galeano a través de las voces de algunos intelectuales y pensadores panameños que nos dieron sus impresiones de este viaje sin retorno del escritor uruguayo.
Buen viaje, maestro.
CF
“De niño, leer libros de
historia de Panamá o Roma tuvo en mí su efecto positivo, algunas de esas
lecturas dirigieron mis pasos hacia el oficio de escribir cuentos; pero tal
relación se fue enfriando conforme avanzaba en mi educación media y superior.
Probablemente hubiese desaparecido totalmente, de no ser porque me topé con un
autor maravilloso que le abrió, frente a mis ojos, las venas a Latinoamérica.
Pienso que ese mismo efecto pudo haber tenido Eduardo Galeano sobre mucha
juventud habitante de este subcontinente de la esperanza. Su obra tiene el
efecto de acercarnos a los eventos dolorosos de nuestra historia sin morbo y
hasta con cierta ternura pícara. Eduardo ya no está entre nosotros, sin embargo
aún retumbará su voz y su obra en nuestras almas, por muy, muy largo tiempo”.
David
Robinson, escritor.
"Fue tan sorpresiva la
noticia de la muerte de Eduardo Galeano que apenas me repongo lo que va a
significar la vida de todos nosotros sin sus ensayos, sus disertaciones, aún
sus mea culpas. Era un hombre
excepcional, a quien no pudimos ver en la Feria del Libro de Panamá cuando
Uruguay fue país invitado porque el entonces embajador de ese país aquí se
opuso (supongo que por diferencias ideológicas) a que viniera. ¿Cómo alguien puede regatearle a Eduardo
Galeano, el que nos abrió las venas de la conciencia en América Latina, el
tamaño de su talento, de su sapiencia, de su acierto? Nos ha dejado muy pronto, con mucho por hacer
por este continente y por este mundo que necesita rescatar los valores que él
tanto destacaba en sus escritos. Pero su
legado será inmortal, porque hombres como él solamente viven para que no mueran
nunca".
Mariela
Sagel, exministra y articulista.
"Cuando leí Las venas
abiertas de América Latina, a finales de la década de 1970, por recomendación
de uno de mis profesores universitarios, la sensación que me quedó de su
lectura fue de rabia. ¿Cómo era posible
que todo eso pasara sin que lo supiéramos con certeza? ¿Por qué no se dictaban
cátedras sobre tales realidades? Eran los años de la lucha por la
descolonización en Panamá y Galeano me hizo ver el contexto. Que no éramos, ni
de lejos, los únicos. Desde entonces surgió en mí la convicción de que teníamos
que conocer la Historia de nuestra América, hurgar entre sus grietas para
comprender el presente y construir el futuro. Cosas del destino: en cada una de
las intervenciones importantes de la reciente Cumbre de las Américas, agradecí
a Galeano poder entender mejor el orden de los factores en juego. No sabía que
a esa hora estaba muriendo. ¿Y qué? La muerte no empaña legados como el de este
uruguayo universal; ya la vida los hizo inmortales".
"Fue una cita de
arcángeles, en La Habana, 1981; allí estaban en el vestíbulo del hotel Riviera:
Rogelio Sinán, José de Jesús Martínez, Mario Benedetti y Eduardo Galeano. Ese fotograma esta vivo en mi memoria;
demasiado talento concentrado aquel mediodía soleado. Galeano les hablaba desde esas hondas y
sabias visiones que animaron su alma y su corazón. Escritor portentoso, de granito, sabio y
dueño de la palabra que supo anclar en el corazón humano. Cuando Latinoamérica y el Caribe sean una
sola comunidad de naciones, tendremos en Eduardo Galeano la encarnación misma
del ciudadano del futuro que habitará estas tierras, por su honestidad y su
integridad. Un inmortal, que hizo de la
memoria la llama del fuego que nos alumbra.
El uruguayo quede tanto amar a su patria y a su pueblo, nos lega una obra
literaria de magnitudes conmovedoras y proféticas".
Manuel Orestes Nieto, poeta.
"Eduardo Galeano, siempre contestatario, fue
la voz de la América criolla. Las venas abiertas de América Latina es un
clásico contra la injusticia social y política".
"Desde la época de la
revista Marcha, Eduardo Galeano fue parte de la conciencia latinoamericana. Con
sus obras y con sus actos contribuyó a que nosotros (nuestros pueblos)
tuviéramos claro cuál es el camino de la superación y el desarrollo, en los
planos político, social y cultural. Su desaparición física es dolorosa, pero no
menguará su figura ni su aporte al esclarecimiento de lo que somos y de lo que
debemos ser. Paz a su tumba y luz a su memoria, desde Las venas abiertas de
América Latina".
Dimas
Lidio Pitty, poeta.13 de abril de 2015
"La voz de Galeano expresó poéticamente la historia de dolor e indignación que subyace en la formación de
las naciones América Latina. Su discurso por la descolonización vivirá siempre
en nuestros corazones".
Ana
Elena Porras, antropóloga.
"Murió Eduardo Galeano. ¿Qué
puedo decir que no sea lo mismo que se dice cuando la vida le quita vida a la
vida para que haya más vida? Duele, pero es así. Es el ciclo irremediable. La
naturaleza es implacable. Se siente más cuando se lleva a los buenos. Ya lo
dijo Tristán Solarte: “frente a la muerte sólo morirse cabe”. No hay nada que
hacer, sino dolerse de los dientes para dentro, como debe ser. Y seguir. No voy
a decir que sigue vivo porque no es cierto. Su obra sí. Su obra permanecerá y
alumbrará las conciencias de nuestra América por mucho tiempo. Y ojalá que sea
luz eterna para la oscuridad que nos acecha. Pero mucho mejor sería que su
ejemplo como hombre y como obrero de la palabra (como creo que insinuó en
repetidas veces) sirva a todos los que lo asumen como Maestro. Incluyéndome".
Pedro Rivera, poeta y ensayista.
“Admiré
siempre su sincera, auténtica posición de izquierda y sus textos cortos, que
eran donde se desbordaba su sentimiento poético”.
Ernesto Endara, escritor.
“Desde
América Latina Eduardo Galeano creó un nuevo alfabeto para el mundo, con una
voz viva como su palabra abierta, como sus venas y su corazón. Un abecedario
cuyas primeras letras comienzan con su nombre.
¡Celebramos
tu vida Maestro Galeano!”
Rey
Barría, periodista y escritor.
"Fue de madrugada cuando terminé de leer aquel
libro maravilloso que, como un tesoro logré obtener por unos cuantos bolívares
en aquel santuario de libros que agolpaba cientos y cientos más, en unas
pirámides que sobre una cubierta plástica, se ofrecían muy baratos todas las
noches, cuando la policía ya no perseguía a los vendedores ambulantes. Esa
esquina del paraiso quedaba ubicada bajo el puente de la Avenida Fuerzas
Armadas, y a pesar del tráfago circundante, se respiraba paz, una especie de
calma extraña donde las historias, las buenas historias, estaban enterradas
entre páginas fatuas de novelitas Corin Tellado o revistas faranduleras. Me
llegó la mañana y aun pensaba y vivía los detalles de la vida de una hombre que
con fría sabiduría, construía y reconstruía la América. Retorné varias veces a
bucear otros ejemplares y regalarlos generosamente a los amigos más despiertos,
quienes al igual que yo, seguramente encontraron en Días y noches de amor y de
guerra, un sendero. Galeano, el cronista, el intenso indagador ha partido a
buscar otras leyendas americanas. Buen viaje".
Gonzalo
Menéndez,
escritor.
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