El intrincado universo de Raúl Vásquez Sáez
Hacia principios de los noventa, en una reunión de artistas (pintores y escritores) en Santiago de Veraguas, conocimos a Raúl Vásquez Sáez. Recordamos, no sin nostalgia, aquellas conversaciones llenas de sabiduría que viajaron a lo largo de la noche. Allí también estaba el pintor César Castilla Lino a quien habíamos conocido en una exposicón en la capital, y si mal no recordamos, Manuel Montilla. Las conversaciones llenas de sabiduría se abrían camino en la noche. Quedamos sorprendidos de cómo los pintores hablaban de literatura como si hablaran de sus lienzos. Nuestra sed de aprender sobre el arte nos impulsó a seguir esa búsqueda del intricado mundo de la pintura, como el propio Saez nos había escrito en una carta (de esas cartas que se hacen a mano).
Nos escribimos un par de veces. También Raúl cumplió su promesa de mandarnos algunos catálogos de su obra. Recordamos que sus cuadros, al igual que los de César Castilla Lino, me parecían casi mágicos cuando abordaban a esos personajes ancestrales en bicicletas lanzando flechas. El tema de la infancia y la memoria estaban presentes en sus historias y las texturas de los lienzos eran para imaginar que un primitivo (y talentoso) hombre de las cavernas las pudo pintar: lograba tocar la esencia mítica que llevamos dentro.
Algo más que Raúl hacía, no sin menos talento, era escribir. Era un poeta del lienzo y de la palabra escrita. Cometimos el error (o la fortuna) de prestar los libros que él nos había regalado y nunca más los volvimos a ver (lo triste es que estaban firmados). Pero un día de esos en los que uno sale con bastante suerte como para encontrase una moneda, en uno de esos kioscos que venden libros usados cerca del Parque Porras, encontramos uno de los títulos de Raúl (en realidad había varios ejemplares) y lo compramos. De este poemario titulado: en tu piel anónima, elgimos unos versos para que el lector pueda adentrarse al mundo íntimo de este extraordinario escritor y pintor. Es una poesía limpia y libre, tal vez por eso carece de puntuación; llena de elementos nostalgicos y felices:Un canto a la mujer y la soledad.
Los comentarios de la obra preferimos que el lector los lea de los especialistas que tienen título para hacerlo, además de que también fueron sus amigos (algunos de ellos están con él ahora). Con este pequeño homenaje Mirada de Nuchu espera que la memoria de Raúl Vásquez Sáez sea honrada y recordada; aunque sabemos que ese honor ya se lo ganó de antemano al dejarnos una obra que fortalece nuestra identidad.
Hacia principios de los noventa, en una reunión de artistas (pintores y escritores) en Santiago de Veraguas, conocimos a Raúl Vásquez Sáez. Recordamos, no sin nostalgia, aquellas conversaciones llenas de sabiduría que viajaron a lo largo de la noche. Allí también estaba el pintor César Castilla Lino a quien habíamos conocido en una exposicón en la capital, y si mal no recordamos, Manuel Montilla. Las conversaciones llenas de sabiduría se abrían camino en la noche. Quedamos sorprendidos de cómo los pintores hablaban de literatura como si hablaran de sus lienzos. Nuestra sed de aprender sobre el arte nos impulsó a seguir esa búsqueda del intricado mundo de la pintura, como el propio Saez nos había escrito en una carta (de esas cartas que se hacen a mano).
Nos escribimos un par de veces. También Raúl cumplió su promesa de mandarnos algunos catálogos de su obra. Recordamos que sus cuadros, al igual que los de César Castilla Lino, me parecían casi mágicos cuando abordaban a esos personajes ancestrales en bicicletas lanzando flechas. El tema de la infancia y la memoria estaban presentes en sus historias y las texturas de los lienzos eran para imaginar que un primitivo (y talentoso) hombre de las cavernas las pudo pintar: lograba tocar la esencia mítica que llevamos dentro.
Algo más que Raúl hacía, no sin menos talento, era escribir. Era un poeta del lienzo y de la palabra escrita. Cometimos el error (o la fortuna) de prestar los libros que él nos había regalado y nunca más los volvimos a ver (lo triste es que estaban firmados). Pero un día de esos en los que uno sale con bastante suerte como para encontrase una moneda, en uno de esos kioscos que venden libros usados cerca del Parque Porras, encontramos uno de los títulos de Raúl (en realidad había varios ejemplares) y lo compramos. De este poemario titulado: en tu piel anónima, elgimos unos versos para que el lector pueda adentrarse al mundo íntimo de este extraordinario escritor y pintor. Es una poesía limpia y libre, tal vez por eso carece de puntuación; llena de elementos nostalgicos y felices:Un canto a la mujer y la soledad.
Los comentarios de la obra preferimos que el lector los lea de los especialistas que tienen título para hacerlo, además de que también fueron sus amigos (algunos de ellos están con él ahora). Con este pequeño homenaje Mirada de Nuchu espera que la memoria de Raúl Vásquez Sáez sea honrada y recordada; aunque sabemos que ese honor ya se lo ganó de antemano al dejarnos una obra que fortalece nuestra identidad.
C.F.
NOTA:
EL VIERNES 5 DE DICIEMBRE SE ORGANIZA EN SANTIAGO DE VERAGUAS UN HOMENAJE NACIONAL A RAUL VASQUEZ SAEZ. SE INVITA A PINTORES, POETAS Y MUSICOS A CONTACTAR CON CESAR CASTILLA LINO AL 6516 9275 / CORREO-E: castillalino_26@hotmail.com PARA PARTICIPAR. LOS ESPERAMOS.
“El universo de Raúl Vásquez Sáez está más allá de cualquiera previsión de los sentidos. La percepción se ensaña y nos hace creer en cosas que no son, mientras el artista, detrás de sus invenciones, se divierte. Son las diversiones del brujo que hace aparecer abluciones donde sólo hay color y espacio, trastoca los caminos de la lógica y trasmuta a los incrédulos, en especímenes de inusitado bestiario…”
PEDRO LUIS PRADOS
“La obra de Raúl Vázquez se alimenta de este rico mundo de conjugaciones fantásticas, en donde el mito se instala y revela como condición necesaria en la concepción del arte. El artista crea un nuevo orden de personajes e historia, que con una existencia prestada asisten indistintamente a ceremonias rituales o experiencias cotidianas. En su forma de reconstruir un mundo imaginario, su creador nos hace participes y termina por atraparnos en su juego de ambigüedades.”
PEDRO LUIS PRADOS
“El rechazo consciente de todo intento de hacer arqueología en su pintura. Vázquez sabe que ello desvirtuaría su trabajo. Captura de lo ancestral americano sólo esa inefable y secreta voluntad de la forma. Únicamente la fragancia… el recurso de una creación de un candoroso sentido “puerilista” que precisamente evita la intelectualización del tema y le permite enrumbar por un espacio de gran pureza e ingenuidad plástica, que es lo que encanta y alucina, puesto que su discurso se dirige exclusivamente a la sensibilidad y a la emoción. Esto se logra por medio de riquísimos colores y densos empastes de materiales tratados con intención de tierras agobiadas y envejecidas a la fuerza de soportar tanta tradición”.
LIONEL MENDEZ D’AVILA
“El artista de la Villa de Los Santos persigue con denuedo captar lo abscóndito de la estética ancestral americana. Su fuente genérica. Las maneras. Los giros formales. Las voluntades de forma –Así llamadas-. Esto es lo que realmente lo diferencia: Del Anáhuac mexicano, la región más transparente de los tenochcas, a la irrepetible grandes de tikal entre la marea húmeda de la tierras bajas de los mayas; a los encajonamientos montañosos del Río Chiriquí Viejo, en Panamá; a los habitantes de las llanuras de nazca y los diseños de telas de paracas; hasta las altas ciudadelas de las fortificaciones de OLLAYTAITAMBO y MACHU PICHU, en el Perú remoto”.
LIONEL MENDEZ D’AVILA
“Raúl Vázquez Sáez ha logrado, en sus obras, traducir la esencia de nuestra hibridación espiritual y, con ello, revive nuestra conciencia folklórica. Nombrar lo innombrado (que no es lo innombrable) pareciera ser la constante tarea del artista”.
PEDRO CORREA
“El sabio uso de una simbología tomada de fuentes culturales de nuestros ancestros; un quehacer pictórico donde la sobriedad y el barroquismo cromático se equilibran, dan como resultado una riqueza de elementos plásticos con calidades muy particulares que dan carácter y personalidad al trabajo del artista” .
GUILLERMO TRUJILLO
“Raúl Vázquez es un pintor en proceso. Su obra divulgada desde 1973 es un testimonio de apropiación, digestión y transformación de imágenes compartidas mística y arquetípicamente por todos”.
JUAN CARLOS FLORES ZUÑIGA
PEDRO LUIS PRADOS
“La obra de Raúl Vázquez se alimenta de este rico mundo de conjugaciones fantásticas, en donde el mito se instala y revela como condición necesaria en la concepción del arte. El artista crea un nuevo orden de personajes e historia, que con una existencia prestada asisten indistintamente a ceremonias rituales o experiencias cotidianas. En su forma de reconstruir un mundo imaginario, su creador nos hace participes y termina por atraparnos en su juego de ambigüedades.”
PEDRO LUIS PRADOS
“El rechazo consciente de todo intento de hacer arqueología en su pintura. Vázquez sabe que ello desvirtuaría su trabajo. Captura de lo ancestral americano sólo esa inefable y secreta voluntad de la forma. Únicamente la fragancia… el recurso de una creación de un candoroso sentido “puerilista” que precisamente evita la intelectualización del tema y le permite enrumbar por un espacio de gran pureza e ingenuidad plástica, que es lo que encanta y alucina, puesto que su discurso se dirige exclusivamente a la sensibilidad y a la emoción. Esto se logra por medio de riquísimos colores y densos empastes de materiales tratados con intención de tierras agobiadas y envejecidas a la fuerza de soportar tanta tradición”.
LIONEL MENDEZ D’AVILA
“El artista de la Villa de Los Santos persigue con denuedo captar lo abscóndito de la estética ancestral americana. Su fuente genérica. Las maneras. Los giros formales. Las voluntades de forma –Así llamadas-. Esto es lo que realmente lo diferencia: Del Anáhuac mexicano, la región más transparente de los tenochcas, a la irrepetible grandes de tikal entre la marea húmeda de la tierras bajas de los mayas; a los encajonamientos montañosos del Río Chiriquí Viejo, en Panamá; a los habitantes de las llanuras de nazca y los diseños de telas de paracas; hasta las altas ciudadelas de las fortificaciones de OLLAYTAITAMBO y MACHU PICHU, en el Perú remoto”.
LIONEL MENDEZ D’AVILA
“Raúl Vázquez Sáez ha logrado, en sus obras, traducir la esencia de nuestra hibridación espiritual y, con ello, revive nuestra conciencia folklórica. Nombrar lo innombrado (que no es lo innombrable) pareciera ser la constante tarea del artista”.
PEDRO CORREA
“El sabio uso de una simbología tomada de fuentes culturales de nuestros ancestros; un quehacer pictórico donde la sobriedad y el barroquismo cromático se equilibran, dan como resultado una riqueza de elementos plásticos con calidades muy particulares que dan carácter y personalidad al trabajo del artista” .
GUILLERMO TRUJILLO
“Raúl Vázquez es un pintor en proceso. Su obra divulgada desde 1973 es un testimonio de apropiación, digestión y transformación de imágenes compartidas mística y arquetípicamente por todos”.
JUAN CARLOS FLORES ZUÑIGA
te invito a borrar la tiranía
de las horas y el tiempo
de las horas y el tiempo
te invito a caminar
de las manos unidos
y robar al pájaro
una porción de su canto
te invito
a secuestrarle
a la montaña su verdor
a secuestrarle
a la montaña su verdor
al mar su azul inmenso
y al sol
su nostalgia
furtiva de cada tarde
te invito a gozar
de la dulce inocencia
de los niños
de la fidelidad de los perros
y del jugueteo incesante
de los ríos
te invito a embriagarnos
con todos los vinos
y aconversar con los ancianos
te invito
a que arrojemos
nuestra edad
bajo los rieles del tranvía
a que olvidemos
en tu piel anónima
abrevó
mi nostalgia
su afán de soledad
y te quise
y se pobló el solitario
con tus caricias
y con tus besos
y con tus palabras
tan dulces como el
viento
en tu piel anónima
soñé
como un concepto
lejano de versos
y te quise
temblando como un niño
enfermo
como un mar
sin paciencia
Ahora puedo aprender
de memoria
los sollozos temblorosos
que practican
sobre
el cristal de la ventanas
las intermitentes
y quejosas lluvias
ahora recuerdo
la curvatura de mi
tristeza
era la desesparación
del hombre
sin memoria
(...)
Tomado del libro: en tu piel anónima, 1984.