Carlos Fong
El ascenso de Donald Trump al
poder no representa el ascenso de la democracia ni el progreso para Estados
Unidos de Norte América, tampoco representa la libertad y los valores más
nobles de la humanidad. El ascenso de Donald Trump es el ascenso de la decadencia,
precisamente, de todos los valores que son imprescindibles para vivir mejor.
Este ascenso violenta directamente valores como la libertad, el derecho, la
tolerancia, la caridad y el juicio, requisitos indispensables para la
convivencia pacífica.
El ascenso de Trump está bastante
acorde con la decadencia actual de la cultura en la sociedad. Una crisis
cultural, moral y espiritual atrapada en un sistema donde la información está
mediatizada, el conocimiento atomizado y la verdad secuestrada. Por eso el
ascenso de Trump es de la imposibilidad y la incapacidad de construir valores
que defiendan palabras como soberanía o independencia, porque son valores que
representan la nobleza y el coraje. Trump no respeta la hidalguía de otros
pueblos ni respeta la virtud de sus líderes.
¿Qué sabe de compasión y comprensión el corazón lleno de maldad? Los que han migrado de patria han errado la mirada al poner su esperanza en el norte. Es por eso que ha llegado el momento de formar fuertes alianzas con otras naciones para enfrentar las amenazas globales como la guerra, la emigración, el calentamiento global y la pobreza, porque del coloso del norte no se podrá esperar dádivas envenenadas de odio; será mejor no tomar nada de las manos sucias que ofrendan solo destrucción.
Nace la necesidad de que los
líderes de las naciones muestren unidad, coraje y dureza en la defensa de los
intereses nacionales y globales para que triunfe la verdad sobre la mentira.
Nace la necesidad de volver a reflexionar sobre palabras como patria, nación y
soberanía; palabras que ya la poesía y el pensamiento de nuestros escritores
habían esculpido en la memoria de los tiempos. Por eso la poesía y el
pensamiento siempre deben estar latentes en nuestra vida.
Si el fascista evoca a sus gurús
que proclamaron doctrinas imperialistas en días nefastos para nuestra América,
¿no deberíamos nosotros volver a repensar las palabras inmortales de José
Martí?: “Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza,
sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las
armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que
trincheras de piedra.” Son los tiempos en que necesitamos darle sentido a
las palabras, a las ideas y al pensamiento, porque son los tiempos de la
decadencia de la cultura y la era de la mediocridad. Son los tiempos en que
debemos mirar a nuestro prójimo y darle la mano.
Nuestra virtud se convertirá en
desgracia cuando miremos al otro solo como un número o como mercancía; quizás
ha llegado el tiempo en que le demos sentido verdadero a las palabras como en
otros tiempos se lo dieron Bolívar, Martí, Bello y Galeano. Que palabras como
libertad, soberanía, política y derecho sean banderas de valor y no permitamos
que la ignorancia nos arrastre al abismo ni que el miedo nos convierta en
esclavos.
Llegamos al momento de poner a
pelear a los gallos. Un gallo representa a la mentira y el otro a la verdad. Un
gallo es un gigante poderoso. El otro es pequeño y valiente. Que el gallo
grande con el espolón envenenado no alcance a rozar las plumas del pequeño
portador de la verdad. Que el golpe de la verdad hiera la cabeza del gigante
con la onda de David. Que el canto del gallo triunfador sea el de la justicia.
El dueño tramposo le pone veneno al espolón de su gallo, pero la savia de la
verdad triunfará sobre la mentira.
El ascenso de Trump es el ascenso
del poder arbitrario, es decir, el ascenso de la decadencia. En el contexto de
la cultura y la creación el poder se destruye con la liberación del dominio y
la idolatría del poder que reprime la verdad. Estimular la creación y el
pensamiento es la forma de defender los valores humanos. El acto redentor del
docente consiste en la operación de educar para pensar y destruir la
ignorancia. Estimular la creatividad en los estudiantes, la comprensión de la
historia y el dominio de la palabra es construir trincheras de ideas que son
más poderosas que la violencia brutal de la mediocridad.
La Prensa, 25 de enero de 2025