Carlos Fong
La Prensa 16 de septiembre de 2023
Castro, en El agua
entre los mares, un libro que es referente imprescindible para comprender
la historia ambiental, además de una propuesta para una estrategia de modelo de
desarrollo sostenible, en el primer capítulo con el título “Sostenible por lo
humano”, en el primer artículo “Gerencia, historia y poesía.
Las humanidades en la gestión del desarrollo sostenible”,
sostiene que una de las misiones de la poesía es promover a un ser humano capaz
de ser “sosteniblemente humano”, es decir, capaz de gestionar nuevas relaciones
de convivencia con la naturaleza y con el semejante.
La metáfora, nos explica el maestro Castro, como figura
poética, posee una especial capacidad para aludir con “especial capacidad
comunicativa a aquellos factores de incertidumbre que nutren las situaciones de
malestar en la cultura”. Es decir, el lenguaje poético desempeña un importante
papel en la gestión del conocimiento. La poesía facilita el camino de la
comprensión de los procesos y transiciones de los cambios culturales de la
naturaleza.
El lenguaje metafórico forma parte de la historia de la
naturaleza del país que somos y tiene su referente inmediato en la poesía. El
lenguaje de la poesía permite visualizar las modificaciones y evolución del
paisaje natural. Por eso, Guillermo Castro cita a Antonio Gramsci: “...el
lenguaje es una cosa viva y al mismo tiempo un museo de fósiles de una vida
pasada”.
¿Puede enseñarnos la poesía cómo esclarecer la relación que
existe entre la naturaleza y los graves problemas que la afectan? La poesía es
una forma de conocimiento que sirve para organizar y gestionar los problemas
que plantea el desarrollo sostenible, porque ayuda a comprender la importancia
de la historia ambiental de nuestro país. En el marco de la discusión del tema
de la minería, la poesía tiene un papel relevante en la comprensión del
problema ambiental.
Desde el lenguaje literario podemos intuir señales para una
ética ecológica. Una ética y una política ecológica que nos ayude a detener el
deterioro ambiental y a construir un verdadero desarrollo sostenible. Dice
Guillermo Castro que “los problemas ambientales que padece hoy nuestra especie
no son de origen natural, sino cultural”. Lo que probablemente significa que es
en la cultura donde también están las respuestas a este desastre.
La historia del paisaje queda registrada en la literatura.
Pensemos en el tema del agua. La devoción por el agua es una constante en la
poesía panameña que podría ser el intento de un relato hídrico de nuestra
memoria. Pienso así, porque es muy difícil, en estos momentos, pese a los
avances de la biotecnología y la infotecnología, saber el futuro que le espera
a la humanidad si seguimos dañando los recursos hídricos, pero podemos tener un
registro de cómo era nuestra naturaleza en el pasado.
A qué hacen referencia estos versos de Enrique Geenzier:
“Eres bella cuando ruges, /eres bella cuando saltas, / eres bella cuando
lloras/ y eres bella cuando cantas”. O cuando Ester María Oses escribe: “¡De
tus sueños nací, cristal despierto!” O cuando Homero Icaza Sánchez dice: “Yo
grabé tu figura/en una gota de agua”. El agua, como la patria, es bella, pero
sin contaminación.
La patria es la naturaleza, la biodiversidad, el paisaje, la
tierra, el ecosistema. Como el vientre de la madre, la vida solo germina en un
territorio sin contaminación. La poesía nos exhorta a construir un ambiente
saludable y vivir en una sociedad con el líquido amniótico sano.
José Franco nos habla del destino de un río vigoroso: “Allí
junto al barranco murió el río / como camino viejo abandonado”. Hercilia Ramos
de Argote se pregunta con mirada de niño: “¿Por qué tan contento corres, / de
dónde vienes buen río / con tus aguas cristalinas / y tu plácido albedrío?”
Mientras que Sonia Ehlers, advierte la posibilidad de otro destino del agua
porque la patria sangra: “Patria herida/ quiero ver el resplandor de tu verde /
bajo una corriente de cristales / deslizarse hacia el mar…”
Esta misma actitud hacia el agua, esa poesía que retrata los
elementos sanos de la naturaleza, la vamos a encontrar en toda la poesía que
tiene ese vínculo con el medio ambiente. Cuando María Olimpia De Obaldía dice:
“donde la brisa es fresca... / donde la calle es de hierba/ que cruje cuando
pisamos...” O exclama: “en el campo todo ríe”, es porque existe una relación
estrecha con la naturaleza porque allí: “retoza la vida”, pero también puede
reposar la muerte.
La disyuntiva que podemos encontrar en la literatura, en la
data de los relatos y poemas de la cultura, puede contener los componentes
necesarios para construir un nuevo diálogo con la naturaleza y plantear un
nuevo sistema de una sociedad más amigable con el ambiente.
Nos puede ayudar a entender que le hemos fallado a la
naturaleza. Si trabajamos en tomar mejores decisiones, lejos de la codicia y la
destrucción, tal vez podamos decir como Stella Sierra: “Exhala el campo
místicos olores…” O, por el contrario, lamentarnos como Julio Yao: “Bello
vergel que hoy añoro”.