miércoles, 2 de julio de 2014

Ideas para la cultura

En Mirada de Nuchu queremos abrir espacios para la reflexión y las ideas. Ha sido este nuestro norte desde que creamos este blog. En todos estos años hemos derramado mucha tinta cibernética en torno a las reflexiones del problema de la cultura. Cada 5 años el tema de la cultura adquiere, de pronto, un momento en que se intenta pensar la cultura y posicionarla en la agenda de los que toman las decisiones. Para los intelectuales, los gestores, los agentes y todos los sujetos del sector cultura es poco lo que podemos hacer, salvo hacer esforzarnos neurológicos para que cada gobierno entienda la importancia del arte y la cultura para lograr cambios reales en el desarrollo social; pero las decisiones, al final, las toman las autoridades. El artículo que reproducimos hoy, es uno de estos aportes de un joven pensador, sensible a los hechos de la cultura y preocupado por el tema del medio ambiente, Rodrigo Noriega. Ojalá no caiga en oídos sordos. Si es así, la palabra CULTURA seguirá siendo una guirnalda que adorna y nada más. 

C.F.


CINCO IDEAS PARA LA CULTURA
Por Rodrigo Noriega

A pocas horas del inicio del gobierno de Juan Carlos Varela Rodríguez, la meditación y la reflexión sobre las políticas culturales del Estado panameño, no nos van a llevar muy lejos ya que tenemos una clase política muy poco educada y sumamente inculta a pesar de que tengan títulos usualmente en ingeniería, negocios o derecho de universidades extranjeras.  Como un aporte al debate político que debemos tener en nuestro país para el diseño de una identidad cultural fuerte, pluralista y democrática y para el ejercicio de los derechos de la ciudadanía cultural, quiero compartir cinco ideas que bien pueden servir para incentivar la acción y la industria cultural en Panamá.

1.     La municipalización del acción cultural: de todas las ideas que se presentan esta es la más poderosa y la que representa una tendencia real y concreta del quehacer cultural de nuestro país.  La incorporación de Alexandra Schjelderup al Municipio de Panamá, con su amplio perfil como gestora cultural representa una oportunidad y una plataforma para que otros municipios copien la idea de tener su propio proyecto de gestión cultural y de esta forma más próxima a los ciudadanos se creen y desarrollen las plataformas de acción, así como los espacios creativos que todos necesitamos, particularmente los jóvenes para su crecimiento como seres humanos.  Si los municipios adoptaran esta política de forma permanente, el INAC tendría mucho menos trabajo que realizar y el impacto sería muchísimo mayor a nivel nacional e internacional.  Las iniciativas de Antonio Veronesse en Río de Janeiro, Gustavo Adolfo Dudamel en Venezuela, Daniel Barenboim en Palestina, y los nuestros Olga Sinclair y Danilo Pérez son prueba palpable de que la mano que lleva un violín, un pincel o un libro no deja espacio para llevar armas.

2.      Cosechar el poder del sector privado: Panamá tiene un mercado de bienes y servicios culturales que merece ser reforzado y fortalecido de forma horizontal involucrando a las grandes empresas (aquellas con 10 millones o más al año en ventas brutas) para que usando tan solo el 0.25 por ciento de sus ingresos, estos sean invertidos directamente en actividades culturales, tales como compra de obras de arte, patrocinio de grupos musicales, auspicio de investigaciones o eventos intelectuales  o indirectamente a través del financiamiento de entidades culturales tales como bibliotecas, museos, colegios entre otros.   Estos fondos crearían un importante mercado local de bienes y servicios culturales que muy rápidamente ayudaría a completar el conocimiento de nuestro ser nacional y a la vez la construcción de nuestra personalidad cultural.  Basta recordar que la historia de la alimentación recogida en el libro de Alfredo Castillero, “Cultura Alimentaria y Globalización, Panamá Siglos XVI a XXI” fue patrocinada por la cadena de restaurantes Niko”s.  Imaginemos lo que 200 empresas pueden hacer anualmente en este tema.

3.     El Aeropuerto Internacional de Tocumen: como una vitrina cultural, que como tal debe tener un espacio para la cultura de nuestros artesanos, intelectuales y productores creativos.  Una tienda-museo en el Aeropuerto de Tocumen, la que el INAC bien puede convertir en la plataforma para la internacionalización de nuestros productos culturales desde réplicas de guacas, molas, videos, libros de autores nacionales o que su tema sea sobre Panamá, música y otros ejemplos de nuestra cultura nacional que pueden ser ofertados a los usuarios de este aeropuerto.  Este espacio debe ser donado por Tocumen, S.A. y gestionado por un patronato bajo el liderazgo del INAC.

4.     El turismo debe alimentar la producción cultural:  en un reciente viaje a Brasil, mi esposa y yo estuvimos en un precioso hotel donde habían unas pequeñas tiendas de artesanías. Al indagar sobre estas y sus productos sumamente baratos, nos explicaron, que los espacios de estas tiendas son una obligación en los hoteles de 5 estrellas, los cuales debían reservarse para los artesanos y sus pequeñas empresas de artesanías.  Esta principio pudiera ser norma en Panamá y contribuir a crear nuevos y mejores mercados para nuestros artesanos.  Me atrevo a sugerir que los centros comerciales más grandes tengan un espacio gratuito para que los artesanos puedan ofrecer sus productos a nacionales y extranjeros.

5.     Establecer una PYME cultural en Panamá es algo verdaderamente heroico y quijotesco: establecer una librería, una galería de arte, una editorial, un teatro, una escuela de danzas o de música no son precisamente los negocios más rentables del mundo.  Es imperativo crear un régimen favorable a la industria cultural quizás con una exoneración de impuestos a todas aquellas PYMES culturales cuyos ingresos no superen el millón de dólares en ventas brutas anuales.  Quizás en el caso de las iniciativas más pequeñas y experimentales no solo sea necesario dar la exoneración sino también crear una especie de “CAT” cultural, donde el proyecto recibiría un certificado por un equivalente de cincuenta por ciento de su costo para que este certificado pueda ser negociado por los promotores culturales y de esta forma capitalizar para sus proyectos aunque estos no sean rentables.

Las ideas aquí planteadas no son ni radicales, ni complejas.  Con algunos cambios legislativos y algo de voluntad política, sumado al compromiso empresarial Panamá bien puede convertirse en una importante plataforma de innovación, gestión, promoción y desarrollo cultural.  Más allá de esta posibilidad económica existe el derecho humano a la cultura y en ese espacio todavía nos queda mucho por desarrollar.   Sin embargo, al alinear el mercado de bienes y servicios culturales empezamos a resolver la tarea fundamental del derecho humano a la cultura, que es la tarea de fomentar la pertenencia a la Nación, y de brindar una opción decente y digna del trabajo y empleo para muchos compatriotas.

Rodrigo Noriega © rnoriega1968@yahoo.es

30 de junio de 2014

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