La Mirada del Nuchu: En este blog encontrarás artículos sobre identidades estudios culturales, crítica literaria y cultural, pensamiento crítico, dinámicas de las literaturas actuales y otros temas de ese universo llamado América Latina y ese mundo conocido como Panamá.
Antes de entrar en el tema
puntual que me ha impulsado a escribir estas cortas palabras, quiero felicitar a los docentes por el
aumento de 300 dólares que acaban de anunciar las autoridades. Aunque la
coyuntura política provocará diversas reacciones, todos sabemos que los
docentes tienen bien merecido el ajuste y que era una obligación postergada del
gobierno. La calidad de la educación pública implica la calidad de vida del maestro.
Los docentes que trabajan en
regiones difíciles, quienes arriesgan sus vidas meciéndose sobre barquichuelos durante
horas, atravesando selvas y montañas para llevar el aprendizaje donde otros
profesionales no quieren ir, lo merecen. Los que trabajan en las ciudades de
todas las provincias, donde también hay riesgos y necesidades, en otros
contextos y dimensiones, lo merecen. Todos lo merecen, porque enseñar es una
vocación que requiere de entrega, paciencia, amor, constancia y pasión.
Pero cuidado: la pasión es un
arma de doble filo que suele ser utilizada por las instituciones de control social:
nos fortalece y nos persuade; también nos entretiene y nos condiciona. La pasión inspira al visionario, pero también
nubla la razón. La necesidad humana puede
determinar negativamente los objetivos de un ideal cuando la pasión pierde el norte. El éxito
de la educación de un país, no se prueba sólo con los indicadores; el éxito se lee cuando de las aulas logramos erigir un ser humano solidario,
crítico, pensante; formado con la sensibilidad necesaria para mejorar su mundo.
Ese es el norte.
Docentes: Sean vigilantes de su
vocación y no permitan que su misión sea adulterada. El hombre apasionado suele
ser presa del engaño. En la actualidad existen fuerzas universales que
conspiran para que las aulas se conviertan en laboratorio donde una nueva
biología humana moldea a la criatura humana en la lógica de la competitividad
que educa para la competencia del mercado. Que la euforia de la pasión no frene
los verdaderos ideales de la educación.
Como en la vieja fábula del lobo,
el poder utiliza hoy menudas trampas para hacer morder el anzuelo. El docente
sensato y preocupado no se distrae nunca y se resiste a una educación
adoctrinada, al tiempo que sabe luchar por sus derechos, como lo es un salario
digno. Esos son sus compromisos y sus derechos. La educación no se condiciona,
por eso nos entregamos con pasión a ella, siempre vigilantes de que su llama se
mantenga viva. Feliz retorno a clases.
*Promotor de lectura,
escritor y animador sociocultural panameño; de vez en cuando, cuenta cuentos.
La discusión que ha surgido a raíz de la eliminación de la Cátedra de Historia de las Relaciones de Panamá con los Estados Unidos y el reciente Decreto 21 del 31 de enero de 2014 que crea nuevos bachilleres para jóvenes y adultos, que elimina el bachiller en Letras según algunos entendidos, han estimulado la neuronas de varios intelectuales preocupados por la educación. Uno de los textos más orientadores sobre el tema, por su análisis y visión global, es el de la escritora Giovanna Benedetti quien radica en España. En España, precisamente, uno de los países donde se están creando leyes que afectan seriamente la educación pública se han creado leyes que afectan a las asignaturas relacionadas a las humanidades. La autora cita otros países, como México, donde igualmente se han dado manifestaciones. "La nueva Ley LOMCE -dice la autora- pone la educaciónbajo las pautas del mercado, y presume de una transformación que no sólo asemeje a las escuelas a las formas de organización empresarial, sino que además fortalezca su alianza con ésta".
La nueva fase avanzada del neocapitalismo está intentando sin pudor eliminar las asignaturas humanistas, entre otras cosas, de la escuela pública; con el objetivo de educar para una cultura del mercado solamente.Mirada Nuchu se suma a esta preocupación, pero dejamos claro que nuestra postura es a favor de la educación, los docentes y los alumnos; de ninguna manera estamos a favor de campañas de políticas partidistas.
Sí queremos dejar un mensaje a todos los candidatos a Presidencia para las elecciones próximas: La educación es la verdadera bandera del desarrollo, pero queremos un desarrollo humanizado con un sistema educativo que pondere las artes, la cultura, la memoria, el pensamiento creativo y las humanidades. Queremos una educación sin dogmas basada en los valores universales que respete los derechos humanos en la diversidad inclusiva. No vamos a permitir que se le siga desnaturalizando y atomizando.
Al final del ensayo de Giovanna Benedetti, subimos dos vídeos que ilustran lo que está pasando de manera global, y cerramos con broches de oro con un poema del poeta panameño Dimas Lidio Pitty, inspirado por el tema.
CF
La globalización de la educación y el fin de la
historia
(a propósito de la cátedra de relaciones de panamá con
los estados unidos)
Por Giovanna Benedetti*
¿Se acuerdan ustedes de Francis
Fukuyama... aquel profesor de Stanford, favorito de los neoconservadores,
miembro del PNAC y asistente de Paul Wolfowitz, que en 1989 (justo después de
la caída del muro de Berlín y poco antes de la invasión a Panamá), se ganó sus
quince minutos de fama cuando proclamó con gran fanfarria su tesis del “fin de
la Historia”? Fukuyama alardeaba del irresistible ascenso del “Estado homogéneo
universal", y hasta llegó a decir en 1992, en una versión aumentada e
incorregible del mismo discurso, que
“lamentándolo mucho” creía que en ese nuevo territorio global de “fronteras
líquidas” y mercados neoliberales, la gente (esa que antaño “se divertía” política y culturalmente), se iban a
“aburrir” de plano; y es que una vez que todo el planeta acabara por parecerse
a Occidente, ninguna memoria colectiva tendría relevancia ni función.
Toda esa histeria del “fin de la
historia” se fue desvaneciendo de los titulares, pero cualquiera es consciente
de que nunca desapareció. A la vuelta del siglo y en el último decenio, el
fukuyamismo ha regresado a las carteleras con un nuevo espectáculo y vestido de
“Terminator”; y, como en la película,
listo para cumplir con su misión de imponer su versión del futuro,
cambiando el pasado. Lo interesante es que esta vez el “evento” no se hace
depender de ninguna contingencia histórica como en 1989, sino que se impone
como consecuencia de un macro proceso de destrucción cultural. Este proceso,
concebido e incubado en las más altas esferas mercantes y mediante intervención
financiera supranacional, fue dado a luz en los claustros de algunas de las
universidades más antiguas de Europa: Sorbona, Bolonia, Salamanca... y el mismo
tiene por epicentro la instalación de un nuevo ordenamiento educativo, tan
radical en su estructura y deontología, que de hecho significa un cambio de
paradigma en los sistemas de enseñanza-aprendizaje de todos los países del
planeta.
En Panamá concretamente, la Ley 48 de 2012 —esa que se acaba con la
vigencia curricular de una asignatura clave para el entendimiento y salvaguarda
de la memoria histórica y la identidad cultural de la nación—, es la que sirve
de heraldo a este nuevo ordenamiento educacional. Basta con leer su propia
exposición de motivos, donde explica que la cátedra eliminada pasará a
refundirse en una asignatura llamada “Historia de Panamá para un Mundo Global”,
que a su vez se desarrollará (dice el mismo texto), de acuerdo a un “nuevo
enfoque globalizado” de la educación, para comprender que detrás de la
eliminación de la asignatura Relaciones de Panamá con los Estados Unidos hay
mucha —pero mucha— más tela que cortar que lo que se ve a primera vista.
La intención de este escrito será
rasgar el velo de este gran telón de fondo; pero antes, me voy a permitir un
pequeño paréntesis para un asunto puntual, ya que encuentro difícil seguir
adelante sin compartir con ustedes una sospecha que me inquieta, y que lanzo al
ruedo como trompo para ver quién la agarra.
El asunto es el siguiente: ¿Qué
relación existe entre el Tratado de Promoción Comercial (TPC) firmado y
aprobado por Panamá y los Estados Unidos, por un lado, y por el otro: la Ley 48
y el Decreto Ejecutivo 920, ambos de 2012?
¿Pudiera ser que estos dos trastos legislativos panameños y el TPC no
hubieran nacido por separado, sino de la mano, como esos típicos chances de
lotería “casados”? Es decir: ¿qué tal si esas normas (y otras más que se ya se
alumbran) no fueran sino una imposición de los EEUU para la ratificación del
convenio de marras?
Todo empieza por la
extraordinaria coincidencia de las fechas.
1) El proyecto de Ley 407 (que luego se convirtió en la ley 48) se
presentó a la asamblea el 29 de agosto de 2011, y justo dos meses más tarde, el
22 de octubre de 2011, se logró la ratificación por el congreso estadounidense
del Tratado de Promoción Comercial. 2) La norma que destruye la cátedra de
Relaciones de Panamá con los Estados Unidos de Norteamérica se convirtió en Ley
de la República a fecha 17 de agosto de 2012, por su publicación en la gaceta
oficial 2701. El TPC entró en vigencia el 31 de octubre de 2012. En fin, allí
lo dejo.
El presidente de la república, a
su manera, parece sugerir más de lo que cuenta con eso de que “Esa asignatura
lo único que hacía era crear tensiones”; que fue lo dijo (a pie de tumba), el
mismo día del cincuentenario de la gesta del nueve de enero. Lo que el
presidente de la república no ha dicho (si es que lo sabe) es por qué razón
este desbaratamiento del sector educativo panameño sigue la misma hoja de ruta
de otros países lejanos y cercanos.
Y es que el caso de la
eliminación de la cátedra de Relaciones de Panamá con los Estados Unidos no es
un suceso ni particular ni aislado. En México, por ejemplo, la Reforma Integral
de Educación Media Superior (RIEMS) decretó en 2008 la eliminación de las
materias de Humanidades y Filosofía del plan de estudios. Y en España viene ocurriendo otro tanto con
la desaparición de la asignatura Formación para la ciudadanía y derechos
humanos. Es decir: estamos frente a una trama. Una trama que lleva por oficio
global “adecuar la enseñanza a las necesidades del mercado laboral (a fin de
que estos puedan) reflejarse convenientemente en los currícula” (Mensaje de
Salamanca, 2000). Trama perfectamente
diseñada, de alcance mundial y sin fronteras, que se marca como una de las
acciones prioritarias “seguir definiendo y promocionando en el currículum las destrezas de capacidad de
obtención de empleo en sentido amplio” (Declaración de Graz, 2003).
La destrucción macro-cultural y
el rebajamiento del pensamiento crítico
se viene produciendo simultáneamente en Estados nacionales pertenecientes
a los cinco continentes. Aquí y allá las nuevas directrices apuestan por una
ciudadanía desarraigada de su historia y enajenada de su identidad. Quieren
estudiantes ubicuos y flotantes, ajenos a las valoraciones del pensamiento
crítico para poder implantar su esquema. Como explica Chomsky (2009), “les
asusta —y con razón— el papel que en otras épocas han desempeñado los
universitarios, los estudiantes comprometidos y los intelectuales”, de ahí que quieran acabar —en
plan global— con la universidad y escolaridad superior independiente, a través de los supuestos
beneficios concertados de una sintonía (“Tuning”) de sus sistemas educativos;
porque no les gusta “que demasiada gente tenga acceso a una educación autónoma” (N. Chomsky: Latin America Declares
Independence, 2009), ni que en su seno se cultive ese estudiante portador de
valores, ese estudiante humanista y culto, educado en la conciencia colectiva
de un patrimonio nacional, ese estudiante que afianza su identidad y defiende
su memoria histórica, al que se han propuesto reemplazar por el estudiante
pragmático, de fronteras líquidas, aprendizaje utilitario y desarraigo cultural.
Nada hay más efectivo para
modificar conciencias que la avalancha terminológica y la novedad de un nuevo léxico. Así pues, la primera “reforma” se puede ver
en lo lingüístico donde se empieza a hablar ya de “clientela estudiantil”, de
“producto educativo” de “empresa escolar”, de “control de calidad colegial”, de
“inversión de aprendizaje” y del “enfoque por competencias” (que en Panamá ya
apareció en lo jurídico por el Decreto Ejecutivo 920 de 31 de octubre de 2012,
sin que se explique de qué va o viene).
La consigna es hablar más de “entrenadores” y menos de “educadores”. Como
en los Estados Unidos, donde ya no sorprende que se haya pasado de decir
“learning” a decir “training” ni que se anuncie la imposición del “training”
sobre el “learning”.
El término estrella es el de
“economía del conocimiento”, impuesto ya
en Europa como canon de la universidad-inversionista y la escuela-competitiva.
Este combinado, que es por muchas razones una figuración alejada de la ética
del saber, transforma a los estudiantes
en clientes y a las políticas educativas en gestiones comerciales. Semejante deontología que prioriza los valores
utilitarios y que fragmenta la formación profesional de los estudiantes, tiene
que impactar negativamente en el quehacer e identidad de profesores y
estudiantes. Pero eso no parece importar a estos terminators anti-históricos.
Su objetivo es poner a la educación de cada Estado soberano al servicio de las
empresas, subordinando la financiación pública a la previa obtención de
“fuentes de financiación externa”, es decir, privadas.
Este modelo educativo golpea en
primer término los sitios más fusionados de la ciudanía a nivel de nación (ya
lo estamos viendo en Panamá): la memoria histórica, la identidad colectiva, la
dignidad social, el decoro cívico, el sentimiento patrio, la conciencia pública
nativa y local. Y es que su primera ofensiva consiste en destruir (o ablandar)
las estructuras culturales que suelen servir de baluarte frente a las amenazas.
Al desfigurar la memoria común o al impedir la construcción de una identidad
histórica, se propicia el desamparo de los bienes culturales y se consigue
poner en el mercado el inventario patrimonial de toda la riqueza propia de una
nación, que es sin duda otro de los fines perseguidos por la trama.
El efecto Tuning
Que la educación y la cultura se
piensan hoy desde las ideas de la economía de mercado es cada vez más
perceptible. Lo que quizás se nota menos es el proceso de reestructuración que esta gobernando el
sistema o el proyecto bajo cuya impronta se está empujando esta tamaña
operación global. El proyecto se llama Tuning, en América Latina y el Caribe se
conoce como Alfa Tuning, y a la fecha se encuentra establecido en la República
de Panamá, y en la mayoría de los países del mundo “Occidental”.
La idea detrás del nombre es
clarísima: La palabra “TUNING”, que es inglesa,
significa “afinación”, “sintonización”, “acuerdo de tono” “puesta a
punto” o “sintonía”. En inglés, su uso cotidiano es amplio pero no demasiado
polisémico, por lo que la connotación primaria no tiene perdedero: se trata de
sintonizarse en un único tono, de hacer sonar al conjunto de la educación
global en una misma armonía y bajo una clave idéntica.
El proyecto ALFA-Tuning-América
Latina brota de la experiencia del Tuning Educational Structures in
Europe11, nacido a su vez como programa
modular del proceso de Bolonia de 2001. El proyecto latinoamericano emerge
durante la IV Reunión de Seguimiento del Espacio Común de Enseñanza Superior de
la Unión Europea, América Latina y el Caribe (UEALC) en la ciudad de Córdoba
(España) en Octubre de 2002 en el que participan 186 universidades latinoamericanas
que regresaron a sus respectivos países
con la comisión de establecer centros nacionales de AlfaTuning. Desde esta dirección digital se puede entrar
a cada uno de los portales de los CNT (Centro Nacional Tuning) de América
Latina y consultar referencias documentales:
De manera paralela al Tuning, y
como derivado de otro proyecto europeo llamado Reflex (The Flexible
Professional in the Knowledge Society), se viene desarrollando ahora su versión
latinoamericana, bajo el nombre de proyecto Proflex (El Profesional Flexible en
la Sociedad del Conocimiento) Todas estas propuestas y programas
transnacionales generan profundas contradicciones en la región, las cuales
están íntimamente ligadas a la discontinua inserción en el proceso de la
economía mundial. Al igual que el Tuning, su objetivo es instalar nuevas reglas
económicas respecto de la gestión del conocimiento. Pensar el aprendizaje como
“producto de inversión”, donde la referencia más importante es la necesidad
constante de “rentabilización” del conocimiento, la captación de
“estudiantes-clientes” y la alianza estratégica entre centros de estudios y
empresa.
Aquí en España, lugar de mi
residencia, el proyecto Tuning (que a ratos llaman “Bolonia”, por ser ésta la
madre del cordero) no ha escatimado esfuerzos en su “sintonizaciones”
educativas: ha eliminado becas, ha prescindido de materias y ha echado a la
calle a cientos de miles de educadores. La nueva Ley LOMCE pone la
educación bajo las pautas del mercado, y
presume de una transformación que no sólo asemeje a las escuelas a las formas
de organización empresarial, sino que además fortalezca su alianza con ésta.
Y es que en este modelo de
sintonización global, la función social asignada a la educación se calcula
según su apoyo al crecimiento económico. Así, a medida que la contribución
cultural se diluye, se promueve “el apoyo a la competitividad educacional y su
adecuación a las industrias”. (José Joaquín Brunner: Mercados Universitarios,
2008) La idea es que sean las funciones económicas las que primen sobre
cualquier objetivo de educar a una ciudadanía. Se trata, pues, de una
plataforma que prioriza el emprendimiento y la competitividad como valores
cardinales del sistema educativo, y que apuesta por educar a todo el
estudiantado en un sistema orientado a suplir las demandas del mercado de
trabajo en un horizonte de competitividad global que fomenta el “individualismo
posesivo”, patrocina la democracia limitada y empuja el paso del capitalismo
nacional al transnacional.
En el corazón del proyecto Tuning
está el llamado “enfoque por competencias”, que de lo que trata es de
estandarizar el aprendizaje a partir de una serie de competitividades rentables
en el mercado. Dentro de este recetario, los aprendizajes se seleccionan y
adiestran no en función de aptitudes que favorezcan el desarrollo de
capacidades críticas, creativas y transformadoras, sino por su contribución a
la productividad económica. Todo se circunscribe a “sintonizar” (tune in) el
esquema de los aprendizajes a los requisitos e intereses del mundo empresarial.
El objetivo es ir encajando, sintonizando (tuning) el sistema educativo de cada
país dentro de la hoja de ruta global de la economía neoliberal transnacional y
financista. Esta noción de competencias
o destrezas útiles, que afectará, una vez instalada, a todos los circuitos de
la enseñanza y el aprendizaje, representa una gravísima amenaza para la
libertad cultural de cualquier región o espacio educativo, ya que como está
ocurriendo justo ahora en Panamá (véase el Decreto Ejecutivo 21 de 31 de enero
de 2014) va encaminada a suprimir o diluir aquellas asignaturas y grados que no
conducen inmediatamente al mercado. Las disciplinas y graduaciones amenazadas
son entonces las humanistas: Filosofía, Letras, Sociales, Historia, Cívica,
Estudios Culturales, etc.
La economía de la educación no
considera al conocimiento como valor de uso sino como puro valor de cambio. Es
decir, no cree que los conocimientos deban de ser medios creativos con los
cuales se pueden generar bienes, organizar servicios y concebir obras de todo
tipo, sino que los supone mercancías en sí mismos. Es parte del ADN del
neoliberalismo financiero que necesita tasar y facturarlo todo como un objeto
rentable y que no en el cultivo y formación del conocimiento humano sino un
bono comprable y transable que se puede invertir en bolsas de valores, vender y
comprar en el mercado como cualquier producto de la cesta de la compra.
Es importante alertar sobre un
hecho que aparece a ratos solapado: y es que al espacio de esta “educación
globalizada” los países y las regiones afluyen desde diferentes trampolines:
Plan Bolonia, Proyecto Tuning, Reflex, Keflex, acuerdos regionales, compromisos
“casados” con tratados de libre comercio, obligaciones de Estado sujetas a
compromiso, etc. El asunto es que una
vez que han entrado la trama, y ligados como están por deberes de contrato, no
les queda más remedio que acatar las instrucciones. La globalización a fin de
cuentas es una trampa sin huellas: primero comprometen a los gobiernos con
normativas internacionales de forzoso cumplimiento, luego les recortan la
libertad de maniobra en sus políticas internas, y si se salen del tracto, les
cargan con sanciones.
Ahora bien, la gran trama
controla los gobiernos pero no es inmune al pueblo. La gente, la comunidad, las
sociedades cívicas continúan siendo su talón de Aquiles. Lo sucedido en México
en 2008, después de la eliminación de las materias de Humanidades y Filosofía
del plan de estudios (como parte del Proyecto Tuning), es alentador y sirve
como precedente. La lucha y las demandas sostenidas por la comunidad educativa
mexicana consiguieron eco a nivel mundial en países como España, Francia,
Uruguay, Costa Rica, Cuba, Chile, Colombia y Estados Unidos. En 2013, se logró
la incorporación "fáctica" de cuatro materias filosóficas en los
subsistemas de bachillerato tecnológico y se aprobó en el Senado una iniciativa
que propone al Gobierno Federal la
introducción de "La enseñanza de la Filosofía en la Educación Básica".
(Ver: Observatorio Filosófico de Morelos)
La cátedra destruida:
una reflexión final
En la transmisión de la memoria
de todo pueblo, hay una serie de lugares de iniciación privilegiados que se
vuelven relevantes como espacios de aquilatamiento de la conciencia colectiva.
La cátedra de Relaciones de Panamá con los Estados Unidos era uno de esos
espacios; un entorno privilegiado que servía de marco para la cimentación de
una identidad histórica incluyente. Su objetivo era el de propiciar en los
estudiantes una conexión con su propio pasado, favoreciendo la captura en el
tiempo de la identidad nacional panameña mediante la creación de un nexo con el
presente y el futuro. No se creó para generar antipatías, ni estuvo en el
oficio de provocar hostilidades, como cree el presidente Ricardo Martinelli.
Con la cátedra de Relaciones se
buscó desde el principio llevar la idea de la reivindicación soberanista a un
espacio público que le diera visibilidad y educara a las nuevas generaciones.
Su propósito era el de examinar y registrar las memorias colectivas, las
presencias disidentes, las relaciones en conflicto y las voces silenciadas.
Decir que se derogó la Ley 31 del
29 de enero de 1963, creadora de dicha asignatura porque “las condiciones que
propiciaron su origen han sido superadas”, es admitir que no se entiende un
hecho incontestable: que la Patria no es “una condición” ni siquiera un acontecimiento, y que por lo
tanto no puede ni debe ser “superada”.
Y es que no estamos hablando de
la Historia de Panamá en general, ni tampoco de una selección de su conjunto,
sino de un imaginario específico y rotundo: la gesta soberanista como
simbolización concreta, concebida como una multiplicidad de manifestaciones y
facetas en la que entra no sólo lo historiográfico, sino también lo popular, lo
filosófico, lo social, lo creativo, lo artístico, lo folclórico, lo político,
lo sentimental... La gesta soberanista es esa parte del conocimiento patrio
que se ocupa de la razón fundacional de
la nación panameña, y ello debe producirnos orgullo; no vergüenza, ni rechazo,
ni mucho menos pudor frente a la mirada ajena.
Eusebio A. Morales —esa
“conciencia crítica de la República” como le definió Diógenes de la Rosa—
estaba convencido de que la existencia de Panamá como nación dependería siempre de la conciencia del propio
ser sobre la base de una exacta mesura de lo panameño. “Nuestro país —decía— necesita ante todo y sobre todo el
cultivo del sentimiento de la nacionalidad; [pues] por encima de los ideales partidistas, por encima
de los enconos y de las luchas individualistas, [debe] imperar la inalterable
voluntad colectiva de vernos a nosotros mismos como integrantes de una “entidad
moral segura frente al futuro”.
En las memorias en conflicto
siempre hay dos (o más) partes que sitúan sus diferencias en una misma región o
territorio. Ese es el caso de los países que abocan a rescatar sus memorias
históricas provenientes de una guerra civil, de diferencias políticas o de
enfrentamientos internos. La belleza del caso panameño es que se trata de una
memoria colectiva prácticamente homogénea, que se ha integrado de mar a mar sin
divisiones ni fracturas, y que sigue allí en el istmo como una roca eterna. Esa
roca es la que nos identifica y si no nos gusta que se la remueva, ha de ser
porque en nuestra historia como en toda historia— siempre hay rocas
inamovibles.
12 de febrero de 2014, Madrid, España.
*Giovanna Benedetties escritora y abogada panameña. Vive en San Lorenzo de El Escorial, Madrid, España.
Para contactar a la autora: gbenedetti@gmail.com
Sitio en la WEB: http://www.giovannabenedetti.com
Dos vídeos sobre el tema
En España la nueva Ley LOMCE pone la educaciónbajo las pautas del mercado, y presume de una transformación que no sólo asemeje a las escuelas a las formas de organización empresarial, sino que además fortalezca su alianza con ésta.
Con el lema: "Porque creo en la educación, defiendo la pública", miles de personas en España han salido a defender una educación pública de calidad. A nivel mundial, se está tramando una conspiración para desaparecer las humanidades de la escuela pública; todo indica la construcción de un nuevo paradigma a favor de la cultuyra del mercado.
¿EDUCACIÓN NUEVA, NUEVA EDUCACIÓN?
Por Dimas Lidio Pitty
Hijo:
En el colegio te dicen que no pienses ni cuestiones,
que te entrenes en el manejo de máquinas y computadoras,
en preparar platos para gourmets,
en seguir las líneas de la globalización y de lo in,
en barrer calles y vaciar inodoros
y, sobre todo, en siempre obedecer, de buen grado, a
quienes mandan.
Mediante decreto,
el gobierno elimina
Filosofía, Historia,
Literatura y Artes
de los planes de estudio.
Porque
¿qué son
un crepúsculo de arreboles o de niebla;
el vuelo y el trino de las aves;
la riqueza y el embrujo de los bosques;
la inteligencia y la gracia de ballenas y delfines;
el murmullo de las fuentes;
las noches consteladas;
el ruiseñor, las abejas y el rocío;
la belleza de senderos y remansos con luna;
la cordillera, las llanuras, las playas
que arroban el espíritu?
No cuentan;
de nada sirven,
si no se traducen en dólares y acciones.
Las andanzas de El patito feo, de Blancanieves y los
siete enanitos;
las peripecias de Ulises en su regreso a Ítaca;
las creaciones de Fidias, Leonardo, Miguel Ángel, Goya,
el Bosco, Rembrandt;
las meditaciones de Buda y las virtudes de San Francisco;
la Sinfonía No. 9, de Beethoven, y el Clave bien
temperado, de Bach;
las locuras de Don Quijote y los refranes de Sancho;
los sonetos de Petrarca y los cuentos de Chéjov
¿qué sentido tienen para nosotros?
Además,
Sócrates, Descartes, Hegel, Marx, Nietzche, Sartre y sus
iguales
eran enemigos de la juventud, del orden establecido y de
los dioses.
Por eso,
en el mundo de hoy
—y también en el de mañana, por supuesto—
significan más
y son (y serán) más útiles
un taladro y una llave inglesa en manos de un robot
que un teorema matemático o un silogismo bicorne en una
mente.
El decreto 21 del 31 de enero de 2014, que crea los
bachilleratos para la educación de jóvenes y adultos, ha empezado a preocupar a
algunos en el sector. El dirigente educador, Juan Ramón Herrera, en una nota publicada
el viernes 7 de febrero de 2014 por el diario LaEstrella de Panamá, titulada:
Meduca
le dice adiós al bachillerato en Letras, ha dicho: "con los cambios desaparecen asignaturas como
Educación Física, Francés, Historia y Hogar…”. Si lo que declara el docente es
cierto, aunque el Decreto no habla por ninguna parte de eliminar si no de
“modificar el currículo” de bachillerato, sería una gran ofensiva a las
humanidades, contradiciendo, incluso, el "bachillerato en humanidades" que suponemos sustituye al de Letras.
El Decreto en su Artículo 3 señala que “Los programas de estudios serán adecuados de acuerdo a las necesidades
de jóvenes y adultos, mediante módulos autoinstrucionales y guías de estudio
como estrategia de enseñanza del docente y estrategia de orientación y
aprendizaje para el estudiante”. Se entiende que el Decreto se refiere a la
educación androgógica, sin embargo, cuando hablamos de adecuar “de acuerdo a la
necesidad”, hay que estar atentos del
trato de las humanidades dentro del modelo curricular y hasta dónde llega esta
adecuación, pedagógicamente hablando. Creemos que es una buena oportunidad para reflexionar sobre el papel de las humanidades en la formación de todos.
No cabe la menor duda de que
hoy día hay que especializarse y actualizarse de manera que los nuevos
profesionales puedan desempeñarse de manera optima en carreras técnicas relacionadas
con las nuevas tecnologías que exigen profesionalismo. Sin embargo, hasta las
carreras técnicas necesitan cierta dosis de formación humanística que debe estar
presente en todos los bachilleres.
Desde el inicio de la formación de los alumnos las
humanidades empiezan a hacer su trabajo. Sin embargo, hay muchas personas, entre
ellos padres de familia, incluso docentes, que piensan que algunas materias como
la historia, la agricultura, la educación para el hogar, la educación física o
la música, entre otras, son hoy día un estorbo. Afirman: “Mi hijo no va a ser
un campesino, ni un profesor de música”, por ejemplo. Es un grave error. Veamos algunos ejemplos.
En primaria la materia de agricultura, que ahora se llama
Agropecuaria, es importante porque ayuda a construir la relación del hombre con la naturaleza que se ha ido perdiendo; no se dicta con el propósito de que seamos
campesinos, sino para sensibilizarnos con los los atributos y maravillas
que nos regala la tierra. La educación física brinda
la posibilidad de que los jóvenes se preocupen por su salud; pero además
permite discutir sentidos sobre las diversas dimensiones y condiciones dramáticas del cuerpo al desplazarse en la escolarización. La música no se enseña para
crear profesores de música o artistas (lo que no descarta que podamos descubrir
un talento), es importante para tener un criterio estético del arte. La noción de belleza ayuda a apreciar mejor lo que tenemos y es importante.
La Educación para el Hogar, ahora Familia y Desarrollo
Comunitario, ayuda a repensar el papel de los roles en la familia; hombre y
mujer son importantes en la familia. No es sólo para que los niños aprendan a
cocer, cocinar o poner un pañal; va más allá. Ayuda a fortalecer los valores en
la familia y su ausencia afectaría las relaciones entre géneros. La Historia y la Lengua: tienen que ver con
los elementos de la cultura. La cultura
eleva nuestra autoestima. Panamá es un país con graves problemas de pertenencia
y de identidad; la memoria y el estudio de las lenguas fortalecen la identidad.
Un estudiante de bachiller en refrigeración, electricidad,
construcción, informática o agropecuaria, por ejemplo, no necesitará comprender
un poema o saber qué pasó el 9 de enero de 1964 para reparar un artefacto o pegar
bloques, pero sin duda será más sensible con una percepción del mundo menos
superficial y con más posibilidades de pensar a la hora de tomar decisiones; un
ciudadano difícil de manipular y capaz de reflexionar a la hora de defenderse
de los abusos y las injusticias. Por lo menos la literatura, debería estar
presente en todos los bachilleres, porque la lectura nos aleja de las
distracciones triviales y nos acerca al pensamiento crítico y fortalece la
ética de un profesional en cualquier especialidad.
Pese a los nuevos desafíos que la posmodernidad y la
globalización han traído consigo, la educación no debe sólo ocuparse de
entrenar personas técnicamente. Las
letras, el arte, la historia, la cultura son importantes para los seres
humanos. La realidad se configura de una manera que estamos educando para crear
una nueva especie industrial con una biología y una ecología humana para la producción
y el consumo. Hay que tener cuidado, de lo contrario, de las aulas no saldrán personas pensantes, sino criaturas automatizadas
y deshumanizadas.