Como nuestro aporte para recordar
los lamentables sucesos del 20 de diciembre de 1989, cuando el Ejército de los
Estados Unidos invadió nuestro país, Mirada de Nuchu publica un texto que
no conocíamos de Milcíades Pinzón Rodríguez. El testimonio, que ha circulado
por los correos electrónicos, queda en este blog registrado. Como el propio
autor ha escrito no es un texto que relata la invasión desde una mirada de la “zona de
tránsito…sino sobre la experiencia que se vivió en la región de Azuero, en la
Provincia de Los Santos, para ser más preciso”. El testimoni data de enero de 1990 y, aunque relata las patéticas imágenes de un pueblo enajenado e ingenuo que aplaudía a los soldados gringos a su paso, también es una crítica que ahora muchos deberían reflexionar.
Otro testimonio con pinceladas de una crónica es un texto del escritor Rafael Ruiloba que es, a la vez, una reflexión sobre los sucesos del 20 de diciembre. También inédita y que queremos rescatar.
Otro testimonio con pinceladas de una crónica es un texto del escritor Rafael Ruiloba que es, a la vez, una reflexión sobre los sucesos del 20 de diciembre. También inédita y que queremos rescatar.
También publicamos dos poemas. Uno de
Dimas Lidio Pitty. El poema, Nuevamente la muerte, fue escrito en
México el 22 de diciembre de 1989. Es un breve inventario desgarrador donde el
hablante lírico se rasga las ropas a través de un recorrido que sintetiza este
hecho histórico en donde la bota yanqui ha dejado sólo dolor y miseria. El otro poema es de la autoría de Pedro Rivera, Ojo de tigre, un texto que rescata la imagen de la mujer y la enmarca como un protagonista clave en la tragedia del 20 de diciembre. Tal vez el poema más conmovedor que hemos leído donde la mujer es héroe.
Por último, hacemos una breve compilación de algunos enlaces que hemos recibido en estos días sobre el tema de la Invasión y otros que hemos navegado en la red por ser muy valiosos. Hay mucho más, lo sabemos, pero es una muestra representativa que brinda la posibilidad para investigar, sobre todo para los estudiantes y, desde luego, para todos los investigadores.
Por último, hacemos una breve compilación de algunos enlaces que hemos recibido en estos días sobre el tema de la Invasión y otros que hemos navegado en la red por ser muy valiosos. Hay mucho más, lo sabemos, pero es una muestra representativa que brinda la posibilidad para investigar, sobre todo para los estudiantes y, desde luego, para todos los investigadores.
CF
LA INVASIÓN EN AZUERO
Hace poco visité la ciudad de Panamá. Por algún
recóndito motivo me negaba, quizás inconscientemente, a presenciar lo que
quedaba del lugar que Amelia Denis de Icaza dijera que "al pisarlo un
extraño se secó". Mientras el "Inazún" recorría el puente de Las
Américas, meditaba sobre esa otra parte de Panamá que es Azuero.
Pienso que, como a otros panameños, nos han quedado
huellas imborrables de aquel funesto 20 de diciembre. Y es que todos, en una u
otra forma, hemos pasado por el trauma de la invasión. Por acá, por este
interior de techos de tejas mustias y campanarios blancos, los sucesos no
tuvieron el dramatismo de El Chorrillo; no obstante, vivimos hechos denigrantes
como los que te voy a relatar.
Fue en uno de esos pueblitos nuestros que duermen su
siesta de siglos. En aquella ocasión, después de la invasión, conducía mi
vehículo y me disponía a realizar unas visitas. Cerca, a pocos menos de seis
kilómetros, divisé un avión gigante, de esos que ya nos estábamos acostumbrando
a verlos merodeando por los suelos azuerenses. Reduje la velocidad y pude mirar
algunos helicópteros volando en círculo sobre el poblado. Y, entonces, en la
entrada del pueblo, decenas de soldados vestidos de verde olivo, rostros
pintados y moderno arsenal bélico, se movían con sus ridículos camuflajes por
las cunetas de las calles.
En el silencio de ese mediodía nefasto, el pisar
insistente de las botas se mezclaba con el sonido de las hojas secas de los
árboles de teca. Detuve el auto y por un instante pensé que estaba frente a la
pantalla chica viendo Misión del deber (Tour of Duty). No, me equivocaba,
estaba en presencia de la versión panameña de "Just Cause". Realmente
lo que tenía frente a mí no eran vietnamitas, sino orejanos en masa aplaudiendo
el paso de los "triunfadores", de una invasión que en Azuero no tuvo
contendores. Recorrí el poblado y presencié el mismo espectáculo denigrante de
una nación donde sus hijos aplauden el paso de un ejército que no es el suyo.
Esas cosas nunca se olvidarán; como se mantendrá fiel en mi memoria lo que
presencié esa noche, aunque con distintos actores.
Todo sucedió frente a un establecimiento comercial
donde algunos paisanos, para obsequiar a los insólitos visitantes, compraban
cartones de cigarrillos y litros y litros de Coca-Cola. Recordé a la Malinche y
a Anayansi. Y allí, ante mis ojos desorbitados, debajo de un frondoso árbol, la
gente rodeaba a un gringo, como se observa a un mono en un circo, como podría
extrañarse un terrícola frente a un desconocido habitante de un planeta ignoto.
Sí, la turba aplaudía el más mínimo gesto del Cantinflas del Tío Sam; porque el
increíble gringo no era otra cosa que un enajenado puertorriqueño; es decir, un
latinoamericano enviado a matar a sus hermanos.
Vi a gente de todo tipo: educadores, agricultores,
amas de casa, niños, jóvenes y ancianos disfrutando de la nueva atracción de
nuestro Macondo provincial. Fueron los mismos habitantes que corrieron al
estadio distrital para ver bajar y subir helicópteros en una noche con un cielo
lleno de estrellas. De todo se presenció; desde las salomas y gritos
campesinos, hasta el parroquiano que introdujo su camión de transporte de reses
para ver, desde las alturas de la carrocería, la llegada de los dioses que
descendían del Olimpo.
Fue un espectáculo digno de la mejor novela de García
Márquez. Como en el caso de aquéllos que, en el clímax de la enajenación,
izaron la bandera de la barra y las estrellas sobre un árbol cercano al lugar
en donde la noche anterior presenciamos las imágenes de realismo mágico que ya
te narré. Desde entonces, ocasionalmente, los helicópteros se detenían o daban
vueltas sobre la copa del árbol para ver flamear su emblema nacional sobre las
áridas tierras de la región más productora de tomate.
Así fueron las cosas sobre nuestros soleados campos
azuerenses. Nosotros no tuvimos un Chorrillo, pero sí la certeza de que algunos
panameños, de la ciudad o del campo, hace ya largo tiempo fueron invadidos con
la más perniciosa de todas las invasiones: la de sus mentes. Hombre y mujeres
que se niegan a sí mismos e ingenuamente siguen pensando que hicieron lo
correcto. Por eso, una gran tarea se impone para las próximas décadas; a saber,
la valoración de nuestra cultura y el fortalecimiento del Estado Nación. Y no
se trata de que uno sea antinada, o posea tendencias xenofóbicas. Se trata,
simplemente, de que se es panameño. Así de sencillo.
Hace 23 años
Testimonio del escritor Rafael Ruiloba
Hace 23 años fui capturado como
prisionero de guerra, en Gamboa, donde vivía.
Lo trágico es que esa es la metáfora de nuestra historia, y ese es él
baldón oscuro de nuestra modernidad. Ese día comprendí la profunda división de
la sociedad panameña, incubada desde 1903. Escribí un libro de cuentos para
representar esos hechos Vienen de Panamá (Un verso de Lope
de Vega) Y una novela MANOSANTA. Por
suerte aún conservo fotos de los tanques del US ARMY rodeando mi casa. También
recuerdo el llanto de mi vecina porque por culpa nuestra su familia podía morir
ametrallada, como era la costumbre del ejército invasor. Desde un gimnasio donde estaba detenido
observé una batería de morteros atacar la ciudad, (eran 25) y pensé en los muertos que podían causar cada bomba.
Cuando salí vi en el cementerio de en la ex Zona del Canal, todavía bajo la
jurisdicción de USA, varias fosas comunes abiertas por una pala
mecánica para enterrar muchos cuerpos
envueltos en una sabana blanca o metidos en cajetas de cartón. En esa sabana
blanca y en esas cajetas aún está enterrada nuestra conciencia nacional. Muchos
celebraban la victoria del US Army como su victoria, porque muchos confundieron
la dictadura con la nación, y la muerte de miles de panameños con la esencia de
su victoria. Otros se sintieron justificados por las tropelías que cometieron
durante la dictadura, porque el fin violento del régimen los justificaba o
ocultó parte de su responsabilidad en los hechos. Por eso
yo no miro el pasado, sino los efectos que tiene ese trance histórico, en el presente, del cual salió un modelo de democracia corrupta porque aún
seguimos teniendo La Constitución y el Modelo Social de esa época, porque cada facción de la oligarquía
nacional, cada tribu económica, cuando llegan al poder son Noriegas civiles, sin parecerse a él y sin correr el
riesgo de su predecesor. Otros de los efectos fue borrar de la conciencia
nuestra unidad nacional, porque el ciudadano padece el síndrome del Chorrillo,
el barrio mártir, nadie quiere ser como él, en ese época las
barriadas se armaron para que los de la resistencia no entraran a sus barrios
por temor a ser bombardeados o
destruidos como el Chorrillo. Las armas de las Fuerzas de Defensa que quedaron
formaron la delincuencia actual o fueron
comerciadas hacia Colombia, etcétera, etcétera, por el eso el 20 de diciembre
no es la tragedia del pasado, sino la del presente.
LA MUERTE
Por Dimas
Lidio Pitty
A
la memoria de mi madre, Tomasa,
que
nació un día como hoy
Nuevamente la muerte
está en mi casa
Con
fusiles y tanques
nuevamente
Con
aviones y rockets
nuevamente
Sus
manos pálidas
sus
ojos turbios
ensucian
lo que tocan o miran
Sus
pies de hierro
abren
cráteres en las calles
y
la noche tiembla y se incendia
Los
niños mueren gritando
los
ancianos en silencio
las
mujeres en el punto
donde
la ternura se detiene
El
cielo es como fango ahora
el
mar no es azul
y
la vida es una pústula en el alba
en
el día
en
la larga noche de las bombas
¿Quién
cae
quién
llora maldice y se levanta
aferrado
a su patria
a
su ciudad
al
humo
a
la sangre
a
las ganas de vivir
para
arrebatarle a la muerte otra victoria?
Las
tierras de México
de
Cuba
de
Nicaragua
de
Haití
de
Dominicana
y
de Granada
han
sabido de esto
Y
en la mía no se borra el pasado
ni
el presente
ni
el futuro
Un
tiempo y otro están allí
una
piel y otra están allí
una
mano y otra están allí
en
el centro de América
en
mi casa
donde
la muerte no puede contra la vida.
México, 22 de diciembre de 1989
OJO
DE TIGRE
Por Pedro Rivera
Esta
mujer vive intensamente las noticias familiares
las
noticias que sus amigos le transmiten por teléfono
la
gota de agua que escapa de los grifos
los
ruidos de carcacha de su auto eternamente roto
la
pérdida del diente de un sobrino suyo, el asma ajena,
las
precipitadas caídas al infierno cotidiano.
Egoísta,
impredecible (en eso se parece mucho al mar)
y
como el mar hermosamente humana y solitaria.
Alguna
vez,
el
tiempo nos atrapa a los dos en una esquina de diciembre
azota
nuestros rostros hasta congelarnos la sonrisa.
El
planeta se llena de negatividad, de desamparo, de noticias tristes.
De pronto el mundo se llena de ruidos
extraños:
de
aviones, obuses, aves que escalan montañas
(los
vecinos señalan con el dedo
al
paso de las tropas extranjeras).
La
utopía -vino añejado en bodegas crepusculares-
escapa
de la botella. (También la bestia del zoológico
rompen
los candados que la aherrojan al proyecto humano).
Sin embargo, todo lo comparte conmigo esta
mujer, todo,
la
carta que nunca escribo, su casa tomada por espejos,
los
viajes al fondo de la sangre, a la verdad de anguila,
la
que de tanto repetirse se gastó en la almohada.
El
día que los pájaros del amor dejan de volar,
y
cavan túneles debajo de la tierra
para
anidar polluelos de miedo en las tumbas colectivas
está
conmigo para compartir
la
poca muerte que nos queda por morir.
Compartir
los centavos, el miedo al miedo,
la
luna de queso en una fonda del camino
la
macintosh, el microsoft word y el pagemaker
los
marañones licuados con las yemas del dolor.
Esta
mujer comparte conmigo hasta el hijo que no tuvimos nunca,
la
soledad, la muerte, la guerra de las guerras,
el
sonido lejano de aviones y helicópteros
bombardeando
las casas de madera,
los
paisajes de mi infancia en la bahía,
los
sueños amputados con ferocidad imperial
los
recuerdos de arena arrastrados por olas de violencia,
la
copa de odio derramada en la patria que amo.
A
nadie en el mundo amo más que a esta mujer.
Ella
es una y todas las mujeres, síntesis
de
defectos y virtudes, la suma infinita
de
génesis e historia, de beso y argamasa,
la
fe que nunca tuve, el miedo que tutela mi honra,
el
capítulo final de una novela de misterio
un
poema como lluvia o rocío metálico
que
tiene ganas de océano y maremoto.
Más
que mujer amada: amada compañera.
Mejor
que esposa o madre,
o
lo que es lo mismo: creadora de diminutos universos
y
sueños de nunca nunca, de medievales infortunios
trotando
en la cabalgadura de un Quijote elemental.
Mural en calle 25 de El Chorrillo por los
grafiteros: Cas, Sinless y Sole.
Algunos
enlaces sobre la invasión:
Blog Piel
de de tigre de José Luis Rodríguez Pitti, La invasión o el rito del
dolor.
Vínculo: http://www.pieldetigre.com/
Cortesía de
José Luis Rodríguez Pitti
*******
Trabajo de
Ronald E. Ratcliff.
http://www.au.af.mil/au/awc/
Cortesía de
Luis Pulido Ritter
*******
Del
US Center of Military History (CMH) del ejército de los Estados Unidos: "Operation
Just Cause: The Incursion into Panama" (Operación Causa Justa: La
Incursión a Panamá" escrito por el Sr. Cody Phillips. Este es un texto,
completamente en idioma inglés. Está dirigido a los estudiantes del ejército
norteamericano, por lo cual es un texto de estudio, acompañado de mapas y
fotografías desde el punto de vista meramente operativo. Por supuesto, el
contenido muestra la visión que el ejército norteamericano tiene de la
operación, no una visión holística incluyente. El enlace está abajo (1) seguido
del enlace directo al documento (2):
Cortesía de
Katti Ososrio
*******
Poemas y testimonio de la escritora Moravia Ochoa.
Estudio del libro de cuentos: Un milagro
bastante raro(Premio Ricardo Miró, sección cuento, 2008) de Víctor
Manuel Rodríguez.
Estudio: Los planos de la realidad identitaria
del discurso narrativo en tres cuentos de El otro lado del sueño de Pedro Luis
Prados(Premio Ricardo Miró, Sección Cuento, 2002), publicado en la
revista virtual Letras Salvajes.
El tema de la
invasión en la literatura panameña, publicado en el Panamá América el 20 de diciembre de
2009.
Cortesía de
Carlos Fong
**********
Blog: Café
de las especias de Edilberto González Trejos.
En este vínculo una compilación de otros enlaces sobre la
Invasión.
Poema de Eduardo Soto
Cortesía de Edilberto
González Trejos
************
La Invasión
Norteamericana a Panamá del 20 de Diciembre de 1989. Publicado por Belisario
Rodríguez Garibaldoel 30 Junio 2009en Sociopolítica, en El Libre pensador.
***********
Panamá:
Los muertos no se olvidan. En Otraameérica.
http://otramerica.com/temas/panama-los-muertos-no-se-olvidan/1062
***************** Del sitio de Adela Coriat, Me lo dijo Adelita, A 23 años los muertos siguen siendo un misterio. |