El siguiente poemario mereció el primer premio en la categoría poesía del XLIII Concurso Nacional Premios IPEL que organiza el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral, desde el Instituto Panameño de Estudios Laborales, uno de los torneos literarios más importantes del país creado en 1977. Este año el premio tenía como tema la cultura laboral. Balada para un jefe triste, con el seudónimo El obrero distraído, es un canto dedicado a los/as trabajadores/as que dedican sus horas y sus días para ganarse la vida en medio de condiciones de abuso y violación a sus derechos elementales que no permiten que haya una verdadera cultura laboral que genere ambientes de trabajo saludables.
C.F.
Jefe
usté está aburrido
nadie lo sabe
nadie.
Pero ahora que
está solo
ahora que no ven
Ellos
desahóguese
grite
discuta
diga mierda
dé golpes en la
mesa
vuélvase
insoportable
por favor
diga no
diga no muchas
veces
hasta quedarse
ronco.
No cuesta nada
jefe
haga la prueba
Mario
BenedettiPoemas de la
oficina
Para todos mis compañeros
camaradas de días fatigados
Poema
de la tardanza
en que llegamos tarde,
sino la intención de
cuerpos cansados que
aún caminan para llegar?
¿Y si no miraras las horas
restantes sino los días ofrendados
para seguir trabajando por un
país que duele en su olvido?
No mires el reloj que nos acecha,
mira las manos que aún
se afanan por laborar.
Aquí estamos de
hojas y tronco entero
con las raíces
aún abrazadas
a la
Tierra.
Ambiente
laboral
Siempre es igual a esta hora.
La tiranía de normas cotidianas,
rutinas taciturnas, obligadas.
El café puntual,
sin pronóstico sin coloquios.
Las recompensas inoportunas
y el ritual de los lunes:
juntas incurables, lacerantes.
Los cuerpos desdoblados
en el ascensor, callados
y las miradas apuñaladas por la monotonía.
Por eso nos reconocemos en nuestras
propias oquedades.
Acostumbrados a alinear valores
para un itinerario sin destino
imaginamos el porvenir
fingiendo felicidad
en espacios confinados
hacinados por el vacío
consumidos y cansados
donde los cuerpos se desgastan
en la terquedad de la usanza cruel
mientras llega la hora pico.
Costo de producción
Afrontan corporalmente
la necesidad inaplazable,
gestionan su talento
friccionan la figura que se
dilata en la llaga,
sacrifican su tiempo
privilegian los gastos fijos
indirectos en la serpentina
fluidez que se escapa.
Verifican las variables
para asumir con nobleza
el Costo Total:
Oculta la belleza de sus ilusiones
en algún lugar matizan la esperanza
el evidente resplandor silenciado.
Reglamento
interno
Fuimos leales
seguimos las instrucciones
al pie de la letra como
ovejas en una plaza blanca.
Fuimos puntuales
madrugamos como devotos misarios
en la albina noche sagrada
surcando la oscuridad helada sin miedo.
Fuimos resignados
veneramos cada precepto
con la regular asistencia.
Fuimos sumisos
acatamos la norma y su destino
con el carnet colgado en el pecho
que nos deletrea
y nos recuerda
que tenemos nombre.
Felicidad laboral
Aquí todo es correcto y por eso
somos felices.
Cada labor es calculada desde el amanecer.
Son correcta la lluvia, el sol y los árboles
que extrañamos desde la ventana.
Son correctas la forma de vestir y de caminar.
Es correcta la sonrisa del amigo secreto y
la despedida del año viejo.
Son correctas las palabras
de cada comunicado redactado.
¿Nuestros cuerpos? Son correctos.
Vestidos y planchados con el logo a la vista
y el carnet desgastado.
Somos felizmente correctos con lo que hacemos
y para quien lo hacemos.
Es correcta la labor que eligieron nuestras manos
y es correcta la llamada de atención.
Primera llamada
Segunda llamada
Al final…solo el silencio que
también es correcto.
Trabajo
en equipo
Y después de tantos años
seguimos afrontando los días,
gestionamos el inconsolable tiempo
compartimos las amonestaciones,
la energía laboral.
Reconocidos y valorados
por las sombras de las horas
organizamos la suma de valores
vamos empoderando esperanzas
horarios taciturnos.
Solidarios en la madrugada
viajamos silenciosos en trenes
plateados y buses rojos para
cumplir con la jornada.
Salud
laboral
Hay cosas que nos van dejando solos
como la noche que devora el rostro
de los hijos en la madrugada
mientras cabalgan para seguir soñando
en otros hogares.
Hay cosas que nos ausentan
y nos desdibujan como el frío
de la madrugada que ha congelado
los sueños hasta olvidar las sonrisas
de las madres porque no queda
tiempo para reír juntos.
Hay cosas que fatigan la rutina
como las palabras vacías y mecánicas
que solo se dicen para dar órdenes
y amonestar, aunque se cumplan
al pie de la letra muerta.
Hay días en que no se rinde
demasiado, aunque la recompensa
sea generosa porque
las relaciones se han marchitado.
El
Tedio
Con el tedio las horas son tan largas y
se corrompen los sentidos,
y se desconocen las emociones
que se habían cosechado
en el bregar cotidiano.
Con el tedio la motivación
se pierde entre los pasillos vacíos
donde una vez saludamos llenos
de entusiasmo y alegría
para sabernos jornaleros de días tristes.
Con el tedio las palabras mutan
en cuestionarios y mandatos
vacíos y no hay tiempo para decir:
"hola compañero";
camarada de
días fatigados.
Con el tedio la música se nubla
como un surtidor de amenazas
sin melodías y la cálida estrella
en la frente desaparece
para darle paso borrascoso a la rutina.
Con el tedio todos somos nadie.
Sistema
inmune
A veces ocurren cosas.
Cosas como llorar para evadir
el conflicto y el vértigo del horario.
Cosas como reponerse de las dificultades
de un día sin elogios sin aplausos.
Cosas como afrontar los problemas
con la paciencia que motiva las ilusiones.
Cosas como herir al prójimo
que trabaja a tu lado y asume la sentencia callado.
Cosas como firmar un traslado en abril
que nos obliga a reafirmar la aprisionada hondura.
Cosas como el silencio de la camaradería
que no encuentra la voz para liberarse de su
cautiverio.
Salario emocional
Un racimo de horas sin pagar
una felicitación tardía
ninguna motivación
la oportunidad desvanecida
la semilla sin regar.
Aislados y opacados en una
atmósfera pesada sin sentido.
Sueñan con el balance de vida prometido
dispuestos a arriesgarse
convencidos de que cada día se riega
como un pequeño tallo de hierba.
A veces no son tan productivos
cuando el aire pesa sobre los hombros.
Y, sin embargo, miran con ojos
casi desgastados la disponibilidad
de despertar otro día
para seguir
desgajando
una
a
una
las
horas.
El jefe no está triste.
Solo olvidó priorizar los atardeceres,
delegar esperanzas.
El jefe no está triste.
Solo no recuerda las ilusiones infantiles
de los días idos y memorias felices.
El jefe no está triste.
Solo está cautivo en su nicho de cristal
donde el frío esculpe el silencio en su rostro.
El jefe no está triste.
Solo está ausente en su presencia que
no confía en la llama de la rosa fusilada.
El jefe no está triste.
Solo está distraído en jerarquías de cascabeles
que le oprimen la felicidad que aún no ha alcanzado.
El jefe no está triste.
Solo mitificó el legendario y diminuto Dios
que habita en su corazón.
Carácter
obligatorio
Es de carácter obligatorio y prohibido
reconocernos entre los pasillos y las terrazas,
escuchar la verde música en la ensenada
que vigila al mediodía el almuerzo apurado.
Quedan prohibido los
susurros y las miradas,
andar en parejas que, en solidaria amistad, presumen
la oleada de su apego que rodea sus cuerpos.
Es de carácter obligatorio llegar temprano y marcar
en la hora que golpea la piedra y ahonda la herida,
queda prohibido rearmar las ilusiones quebrantadas,
reír en horas laborables y decir con entusiasmo la
palabra “compañero”.
Es de carácter obligatorio cumplir con el reglamento
interno
y anhelar que vendrán mejores días.
Declaración
de huelga
Declaremos una huelga
No de hambre ni de brazos caídos
Sino de sueños y esperanzas
Convoquemos una huelga,
no de buques ni aeronaves,
Ni de trenes, ni de taxis ni de buses,
Sino de manos solidarias
Que se unen en la vigilia
Para despertar a aquellos que tienen
manos y no caminan.
A los que laboran con miedo,
a esos, les ofrendamos el coraje de la jornada,
porque se les ha negado su presencia.
Oscuras oquedades se balancean en los rostros
Convoquemos una huelga de caricias
de madres madrugadoras que dejan a sus hijos
en parvularios de ciudades escandalosas.
Convoquemos a una huelga
No de servicios de gas, ni de energía eléctrica,
hagamos una huelga para que el
sol brille en las frentes
de los que trabajan afanadamente y
desconocen si es de día o de noche.