jueves, 27 de junio de 2013

Solo soy la titiritera que lo mueve todo

Mirada de Nuchu se complace en publicar una entrevista que le hiciera Manuel Lasso, el escritor peruano residente en los Estados Unidos, a nuestra querida compatriota y camarada Consuelo Tomás.  En esta entrevista estamos frente a la Consuelo novelista. La mayoría la conoce como poeta y cuentista; en ambos géneros ha sido una destacada exponente. Con una visión de la novela y su propuesta narrativa, la escritora bocatoreña nos acerca a su obra: Lágrimas de dragón, libro que ganó el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en el 2009. Esperamos que la entrevista anime a los lectores a leer esta novela que nos lleva de la mano por los territorios míticos y ancestrales como sólo la ficción puede hacerlo. CF



Manuel Lasso, novelista, cuentista y dramaturgo, nació en la ciudad de Lima, Perú. Estudió literatura en el City College of the City of New York. Ha publicado en varias revistas electrónicas de Europa y de las Américas.




A LA ESCRITORA CONSUELO TOMÁS FITZGERALD
por Manuel Lasso

Me da mucha satisfacción entrevistar a Consuelo Tomás Fitzgerald. La recuerdo desde 1986 cuando se celebró en Madrid un Encuentro de Escritores Jóvenes. Por aquella época, con los ímpetus de los años mozos y  aún en la universidad, Consuelo se dedicaba a participar en todas las modalidades de la literatura, del arte y de la lucha social.  De este modo me hizo cómplice de los poemarios que iba publicando. Hoy en día me satisface en gran manera saber que también puede incursionar, con mucha naturalidad y soltura, en el campo de la narración. La verdad es que la novela no ha muerto. Mientras haya un Homo Sapiens que pueda mover un pie tras otro sobre este globo terráqueo existirá la necesidad de contar algo y la necesidad de enterarse de ese algo. Siempre que exista un novelista habrá novelas. Con Lágrima de Dragón, Consuelo Tomás Fitzgerald nos hace conscientes de ello. Por lo tanto, hay que seguir aquilatando su talento narrativo tal como se la apreció al otorgársele el máximo galardón literario de Panamá, el premio Ricardo Miró en el  año 2009. La Editorial Letras Cubanas publicó una segunda edición de la obra a principios de este año y fue agotada en la edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana en el mes de febrero.

-Consuelo. ¿Sigues trabajando en el mundo editorial y en la dimensión de las traducciones?
En realidad, dejé de trabajar en lo editorial desde hace tiempo. Estoy más bien enfocada en la promoción de la literatura a través de la radiodifusión y en la producción de eventos como festivales, encuentros, talleres y conversatorios.

-¿Estás llenando con esta novela un vacío en la historia de Panamá?
Pues no creo. En el ámbito de la novela, hay muy buena tradición de novela histórica en Panamá. Lágrima de Dragón es ficción total, pero tiene elementos de la historia panameña que siempre me han llamado la atención, como las epidemias de fiebre amarilla que asolaron el istmo y que estancaron su crecimiento poblacional y las batallas para enfrentarlas. También la incorporación de los chinos en la construcción del Estado Nación panameño, la multiculturalidad que nos define, en fin. Pero no es novela histórica exactamente, porque no he tenido oportunidad de emprender una investigación documental o testimonial. No creo que llene un vacío, pero aspiro a que al menos sea entretenida para un lector constante.

-¿Qué desafíos tuviste al escribir esta obra?
Creo que el mayor desafío estuvo puesto en la construcción narrativa. Yo siempre fui escritora de poesía y de ficción corta. Emprender un proyecto de largo aliento con todos los elementos (escenario, tiempo,  contexto, personajes, conflicto)  y llevarlo a término implicó estar entrando y saliendo de la historia, verificando, sopesando. Además, lograr que lo escrito fuera realmente literatura, buena literatura que evade estereotipos, huye de lugares comunes, busca la palabra precisa, evita el adjetivo innecesario, en fin. . Uno puede tener una buena historia, pero si uno no la pone en el escenario textual con todas las posibilidades que la lengua ofrece, acaba por ser una historia más, prescindible.   

-Esta obra nos plantea un mundo de horror y crueldad.  ¿Está basada en la realidad?
Pienso que recrea lo que ocurre en cualquier situación límite, en este caso una epidemia descontrolada. No es una novedad, el tema de las epidemias, ya ha sido tratado en la literatura, pero aquí el escenario principal está en la mente y el corazón de las personas. Las decisiones que se toman en presencia de una situación de vida o muerte, y que pueden ser de heroísmo y solidaridad o de sálvese quién pueda. De hacer caso al instinto básico, o al sentido común. De resistir o dejarse abatir. El ser humano se mueve siempre entre esas aguas. Las situaciones límites (guerras, epidemias, desastres ecológicos, estados de sitio) son excelentes escenarios para intentar la revelación de la condición humana.

-¿Quién eres en esta novela, la hermana Sarmiento, el pequeño Fang Lu o el capitán de Obaldía?
Solo soy la titiritera que lo mueve todo. La absoluta dueña de sus vidas. La manipuladora de sus circunstancias. La hermana Sarmiento  por ejemplo, es mi homenaje a las monjas colombianas que formaron parte de mi educación, sobre todo en mis últimos años de escuela. Ella es un mixto de los valores de cada una y lo que me entregaron.

-Existe en esta novela un contrapunto entre los intentos de la religión de ayudar y de hacer el bien al prójimo y la idea de que Dios no existe. ¿Cuál es tu posición al respecto?
Mi padre era un católico recalcitrante. Me adoctrinaron desde los 8 años en una escuela católica, aunque los últimos años fueron muy reveladores, caminaba la teología de la liberación que fue muy fuerte en América Latina. Pese a todo eso, la fe religiosa, es algo que yo perdí en el camino, hace tiempo, pero reconozco que es una fuerza motivadora para mucha gente y no solo me refiero a la religión católica. En el mundo convivimos los creyentes y los no creyentes y creo que en la novela eso queda establecido. Fang Lu tiene a su Buda, Ubaldina sus espíritus ancestrales, Teotisto no cree y así.

-¿Has seguido algún modelo literario al escribir esta novela?
En realidad no. Como te dije, vengo del cuento y tengo muchas lecturas entre pecho y espalda. Decidí no preocuparme mucho por la estructura pues al tratarse de mi primera novela, solo quería averiguar si podía con el género. Uno no se lanza a las innovaciones sin haber comenzado por el humilde principio de tantear. La novela tiene espacios temporales (pasado que es presente en el tiempo de la lectura, y futuro que es presente). Tiene narración en tercera persona, primera persona en monólogo interior  y formas textuales diversas (la carta, el informe, la nota periodística, el diálogo, el texto confesional). No quería aburrir al lector, pero en principio es una novela estándar.
-¿Cómo nació esta novela? ¿Qué te impulsó a escribir Lágrima de dragón?
Pues a mi me gusta mucho la novela como género, soy lectora “in fábula” como decía Eco. Solo quise saber si podía hacerlo, si tendría la disciplina suficiente para contar la historia hasta el final. Fue un reto personal (tiendo mucho a competir conmigo misma) que me da satisfacción ver que lo cumplí. Fue la primera novela y vino con premio. Espero volverlo a hacer pero yo soy más bien lenta. No produzco obra constantemente, pero estoy acumulando.

-Aunque la carátula y el título nos hace pensar que trata sobre la llegada de los inmigrantes chinos a Panamá, al final de la lectura nos percatamos que el verdadero personaje, el de más trágica trayectoria,  es el capitán de Obaldía.
Es curioso, porque en una presentación que se hizo, la presentadora encontró que el personaje era la hermana Sarmiento. Eso es lo fascinante. Cada lector le da la interpretación que quiere o puede. De Obaldía es un personaje que me conmueve. Es un huérfano eterno que libra una lucha constante dentro de sí y al final no logra vencerse y abandona. Cualquiera diría que es odiable, pero al final es solo una víctima más de la circunstancia y de la cultura. Nunca hay que guiarse por las carátulas. Son engañosas. Por otro lado, el primer título que tuvo esta novela fue “Moscas, no ponen huevos en el hielo”.Como ves, no parece tener nada que ver. Al final, pensé que era muy largo, pero me gustaba.

¿Cómo viste todo esto desde el principio?
Si te refieres a escribir una novela, es una mezcla de muchas cosas. Mi curiosidad por la  batalla contra las epidemias (siempre he pensado que las guerras de un futuro próximo se librarán en los laboratorios), contra los prejuicios raciales, la desidia, el pánico paralizante, el desamparo de la orfandad, contra el olvido. Supongo que son temas recurrentes en mi permanente oficio de indagar.

-¿Crees que esta novela pertenece al género policíaco?
No,  no creo. Aunque en la segunda parte hay una investigación, la magnitud del hecho que se investiga  y la forma como ese hecho trata de ser borrado de la memoria colectiva, sobrepasa las posibilidades de lo policíaco o detectivesco.

-¿Cuáles son los escritores que más te han influenciado como novelista?
Dostoievski, Víctor Hugo, Cervantes, Unamuno, Camus, Osvaldo Soriano, Manuel Scorza, Carmen Posada, Fernando del Paso, García Márquez, Juan Carlos Onetti, José Donoso, José Saramago, mejor ni sigo…

-¿Cuál es tu personaje favorito en la literatura universal? ¿Cuál es el que más permanece  en tu memoria?
Parece un cliché, pero sí, El Quijote. Aunque Ana Karenina me gusta también.
-¿Crees que después de los autores del boom ya no habrán otros novelistas valiosos durante este siglo XXI?
Eso sería decir que “todo tiempo pasado fue mejor” y eso no es así. Los novelistas del boom jugaron su papel, hicieron lo que tenían que hacer en ese momento y de alguna manera y sin pretenderlo  ellos mismos, pusieron el foco de atención en la literatura latinoamericana, pero esto lo lograron a partir de éxitos y aceptación  en casas editoriales importantes. Todos ellos llevaban ya una buena pila de años escribiendo y produciendo. Pero de cierta manera, al lograr toda esa atención, y ese triunfalismo por ser de alguna manera “legitimados”  también nos privaron de conocer otra gente maravillosa, que no entró en la explosión. Gente de Centroamérica, el Caribe, de Brasil. Centroamérica sobre todo, se convirtió en una especie de literatura de periferia. Creo que habrá, ya hay novelistas valiosos, que no tienen la posibilidad de llegar a las grandes casas editoriales y su creación manipulada de “best sellers”. Pero ahora se pueden vender miles de copias por Internet, lo único que no nos enteramos.  Por otro lado, el gusto literario de las masas cada vez más reducidas de lectores ha desmejorado mucho. Solo eso me explica a mí en lo particular el fenómeno James, Brown o Coelho.

-¿Crees que la gran novela del siglo XXI ya ha sido escrita?
Pues no lo se. El siglo XXI apenas tiene una década y todavía nos cuesta entender de qué va con toda esta tecnología simultánea, este espectáculo en que se ha convertido la muerte, este morbo exacerbado por el crimen múltiple, este consumismo exagerado que hace insostenible la vida en el planeta, esta fascinación por todo lo findemundo. La que yo considero fue la novela del siglo XX para nuestro ámbito, Cien años de Soledad (Gabriel García Márquez) , llevó mucho tiempo antes de ser conocida, leída, analizada, criticada, pero sobre todo aceptada como una síntesis magnífica de nuestro tiempo y circunstancia. La saga de Manuel Scorza sobre el avasallamiento de las compañías mineras a las poblaciones indígenas en Perú con novelas extraordinarias como Redoble por Rancas, o Garabombo el invisible,  ni siquiera es todo lo conocida que debería ser en América Latina. Pero esa novela de que hablas ya ha sido escrita, espero realmente encontrarme con ella antes de morirme.

-¿Cuál es tu siguiente proyecto novelístico?
Tengo tres proyectos, pero aún no se por cuál decidirme. Uno sobre el subproducto de las migraciones, otro sobre el recomienzo eterno de las mujeres, otro policial.  Por ahora solo tengo los esqueletos, los argumentos. Estoy esperando que se abra el tiempo para poder comenzar su desarrollo. Pero no tengo apuro.

-Muchas gracias, Consuelo, por darnos estas respuestas. Mucha suerte en tu producción a venir.
No, gracias a ti, Manuel y por tu amistad de años.

Consuelo Tomás Fitzgerald 
(1957, Bocas del Toro, Panamá).

Poeta, narradora, comunicadora, actriz de teatro para títeres. Ha ganado premios nacionales de poesía y cuento y participado como invitada a una pluralidad de encuentros literarios en España, Centroamérica, Alemania, Argentina, Cuba, Puerto Rico, México, Colombia, República Dominicana. Parte de su  obra ha sido publicada en revistas nacionales e internacionales y traducida al inglés, francés, holandés, sueco, alemán, rumano, portugués y bengalí.

Obra Publicada; Confieso estas Ternuras y estas rabias (Poesía, Formato 16, 1983); Las preguntas indeseables (Poesía, Ed. Formato 16, 1985); Cuentos Rotos (Narrativa, Ed. Mariano Arosemena, 1991); Motivos Generales (Poesía, Ed. Buho, República Dominicana, 1992); Apelaciones (Poesía, Col. Antologías y Homenajes, Ed. Mariano Arosemena, 1993); El Cuarto Edén (Poesía, Epic Publications, 1985); Inauguración de la Fe (Narrativa, Col. Premio, Ed. Mariano Arosemena, 1995); Agonía de la Reina (Poesía, Col. Premio, Ed. Mariano Arosemena, 1995); Libro de las Propensiones,(Poesía, 2000), Evangelio según San Borges (Teatro, Ed. Mariano Arosemena, 2005), Pa na má Quererte (narrativa, 2007).

Actualmente se desempeña como productora y jefa de programación de la emisora cultural y educativa Crisol FM, en el Sistema Estatal de Radio y Televisión (SERTV);  forma parte  de la Asociación Cultural AlterArte y forma  parte del Comité ejecutivo del Proyecto para la capacitación del sector teatro en Centroamérica (Carromato), patrocinado por la cooperación sueca.
Reseña biográfica tomada de: 


 

jueves, 6 de junio de 2013

La cultura postergada

La contienda por las riendas del poder ya inició. Debería de ser el lugar para los debates y las propuestas; no obstante, el escenario político es desconsolador. Mirada de Nuchu  es un espacio para los estudios culturales y literarios, un espacio para las discusiones sobre temas de identidad cultural. Partimos de esta aclaración porque no practicamos la política partidista, pero sí creemos en la política como el lugar de encuentro donde la comunidad discute sus problemas y toma sus decisiones.  Es por eso que a partir de este momento estaremos publicando una serie de artículos con el propósito de participar en la política desde una mirada del desarrollo cultural. Comenzamos esta serie con un artículo que reflexiona sobre  la jerarquización de la cultura en la pirámide de las prioridades de la campaña política. 


La cultura postergada

Por Carlos Fong

Postergar es dejar atrasado en el espacio o en el tiempo algo. Es menospreciar o tener una cosa en menos que otra. Cada 5 años, en el marco de las elecciones, es lo que sucede con el tema de la cultura. En el mejor de los casos,  algunos candidatos señalan en su discurso que insertarán el tema cultura como una de sus prioridades en su agenda. Pero al postrarse en el poder, como una pesadilla recurrente, vemos cómo la cultura queda postergada y colocada en el último escalón de la pirámide de las prioridades del país. Parecerá una pregunta ingenua, pero ¿Por qué la cultura siempre se convierte en un acto de postergación? 

Las dos respuestas que nunca faltan son: a- Los gobiernos no quieren un pueblo culto porque no les conviene a sus intereses; b- La cultura no aporta a la economía y es una mala inversión. Ya sabemos que la segunda es falsa. No tenemos indicadores del impacto de la cultura en la economía, pero es evidente cómo la cultura genera grandes ingresos. Está más claro que el agua del Matasnillo, que un país que ve la cultura como denominador para el desarrollo, asegura la salud del mercado. La cultura, como herramienta del desarrollo y la inclusión social, es vital para el crecimiento económico. Es más posible que un empresario mire hacia un país donde la inseguridad no pone en peligro su negocio.

Esto nos deja con la primera hipótesis: los gobiernos quieren ciudadanos ignorantes para poder dominarlos. Podría ser. Pero últimamente he comenzado a dudar de eso. Esta duda me ha permitido reelaborar una tercera hipótesis: El acto de postergar busca silenciar el valor social de la cultura. No basta con un analfabetismo cultural promovido por todos los medios que ve la cultura como un espectáculo de fuegos artificiales. Eso en realidad ha sido muy fácil, pero está funcionando. El verdadero peligro está en la cohesión ciudadana. La cultura, como construcción de valores sociales y espíritu cívico, genera conexiones muy peligrosas para los poderes, en todos los contextos, ya sean cultos o no.

Si la cultura son las historias que nos relatan, es decir, el relato que nos impulsa a reunirnos para escucharnos alrededor del fuego, entonces significa que ese conjunto de historias le brindan cohesión a la sociedad. Si la cultura es una construcción que se relata, como ha dicho Canclini, quiere decir que ese relato es la biografía de la sociedad. Es muy simple: si no conoces tu propia historia, no estás conectado con el otro. Si no estás conectado con el otro no existe posibilidad de crear proyectos. Al postergar el compromiso social de la cultura se está simplificando el espíritu cívico de cohesión. Para mí, esta es la razón más poderosa por la que los gobiernos postergan la cultura.

Nuestra Nación está siendo fuertemente afectada por una nueva concepción de lo que es la cultura y su misión. Esta concepción no tiene conexiones con la memoria, los valores, la educación, el civismo, el pensamiento, la crítica, la creatividad; mucho menos con la democracia, la ética y la política. Cada vez estamos más indefensos frente a esa noción estrecha de cultura sin un plan de desarrollo cultural de parte del Estado. Por el contrario, lo que se ha hecho es postergar cada vez más la cultura y sacarla de la agenda oficial. No es suficiente que la Constitución subraye que la Cultura es un derecho; hay que asumir ese derecho. Cada uno de nosotros, como sujetos de derecho organizados, puede y debe  exigirle al gobierno políticas culturales que devuelvan el valor social de la cultura. No hay otro camino.


Rogelio Guerra Ávila: modelo para narrar la identidad

  Rogelio Guerra Ávila La XLVI Semana de la Literatura Panameña, Rodrigo Miró Grimaldo, que organiza el Departamento y Escuela de Español de...