sábado, 6 de febrero de 2010

El fin de la memoria.


Caminaba a la altura de Las Bóvedas en San Felipe. Faltaban pocos minutos para las cuatro de la tarde. El sol inclemente me obligaba a buscar la sombra de los balcones que ya empiezan a llenarse con flores de las veraneras. Casi llegando al palacio del Ministerio Justicia escuché el estruendo. Enseguida empezaron a salir los vecinos y logré escuchar algunos comentarios: "se cayó otra pared del hotel..." Se referían a la construcción (leáse aquí "destrucción") del antiguo Hotel Central frente a la Iglesia de la Catedral.


El Hotel Central era una estructura que en su momento tuvo un gran valor histórico. Pero ahora es un montón de escombros y acero que a sustituido la memoria por completo. En efecto, cuando llegué al lugar, aún estaban los restos de la nube de polvo que había dejado el derrumbe de una pared que había cabado de caer. No es la primera vez que sucedía. Saqué mi cámara y tomé un par de fotos.

Afortunadamente no hubo gente lastimada, ni obreros ni turistas que pasan a cada rato por allí. Si la pared hubiese cedido durante el reciente Festival de Jazz hubiese habido una desgracia. Pero hay algo que sí ya se perdió: la historia. Lo que han hecho en el antiguo Hotel Central no es una restauración; es una destrucción del patrimonio. La irresponsabilidad de parte de la empresa (extranjera, para variar) es algo que no tiene otro nombre que falta de respeto a la memoria nacional y a la cultura. Pero la culpa no la tiene el extranjero solamente, sino las autoridades nacionales que permitieron está destrucción.

Ya no queda nada del Hotel Central, nada. La memoria urbana desapareció. Las fotos hablan por sí solas. Mejor hubiese sido devastarlo todo como un potrero para construir el nuevo hotel que planean. En esta ocasión, Mirada de Nuchu no publica un estudio literario ni cultural. Hacemos una crítica con la esperanza de que en el futuro se piense primero en la memoria nacional, antes que en el dinero.

En otros países esto no hubiese pasado. Nuestro país es el único que es pisoteado por las multinacionales. Cuando no es un pueblo como el Naso que es amenazado por la minería, es un barrio urbano como Bella Vista que desapareció sin que ningúna autoridad (de ningún partido) hiciera nada. Cuando no es un bosque talado, es un río contaminado. Estamos intóxicados de telenovelas extranjeras cargadas de sexo y violencia; estamos envenenados de seriales y realitis triviales y mediócres; y nuestro patrimonio urbano se pierde poco a poco. El respeto a la cultura se debe representar desde nuestras propias políticas de conservación. Pero parece que esto aquí es una ficción. Si nosotros mismos no respetamos lo que somos; por qué tiene que hacerlo el extranjero.

Es el fin de la memoria y de la cultura. Y lo único que podemos hacer, los que no tenemos poder político ni económico, es dejar que nuestra palabra haga ruido. Que se enteren de que hay personas que aún valorán lo que realmente importa y tiene contenio. Muchas de las restauraciones en San Felipe han quedado muy bien; pero lo que se le ha hecho al Hotel Central no tiene nombre y es imperdonable. Pero como siempre, no habrá culpables. Mientras reine el poder económico, reinará la indiferencia y la impunidad.
CF

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