Por Carlos Fong
En el seminario de gestión
cultural realizado por el Municipio de Panamá, Tulio Hernández dijo que la
ciudad también debe de ser un espacio para los deseos. En una ciudad donde no
existen espacios públicos destinados para el encuentro creativo y la convivencia,
la capacidad para soñar es menoscabada. En las localidades vulnerables los
sueños son frenados por la violencia, la pobreza y la desigualdad; las
relaciones con el prójimo, el otro, se
tornan adversas, y no permiten la convivencia pacífica, lastimando los lazos
sociales.
Por un lado, ha imperado la falta
de voluntad y de imaginación política de parte de las autoridades que no
invierten en el desarrollo cultural; la gente no tiene a donde ir para
compartir saberes, ideas o pensamientos, espacios para conciliar problemas y
tomar decisiones o, simplemente, para tener una experiencia distinta. Y por
otro lado, también hay un abandono de responsabilidad cotidiana de los
habitantes; la gente opta por ser “habitantes” y no “ciudadanos”. No hay compromiso, no hay respeto, no hay
tolerancia y no hay sentido de pertenencia; ni causas ni proyectos por los
cuales luchar. Sólo existe el aquí y el ahora,
un presente donde la supervivencia es la prioridad.
La ciudad es una construcción
física y social que tiene muchos relatos implícitos. Pero la lectura de la
ciudad que tenemos es un relato de violencia y conflicto. Es la historia de una
ciudad hostil donde el miedo está ganando espacio. Urge entonces, antes de que
sea demasiado tarde, descubrir otras narrativas, incluso, reconstruirlas a
partir de la necesidad y la carencia. La necesidad y la carencia son referentes
que posibilitan diseñar acciones para trabajar sobre problemas puntuales en las
localidades. Las ideas y los proyectos nacen de las necesidades. Pero para eso
necesitamos espacios, espacios para construir deseos.
La ausencia de espacios públicos
que provoquen el deseo sano capaz de hacer pensar proyectos de vida se
sustituye por el deseo de poseer y destruir. Los barrios son arenas de
conflictos y prisiones, donde los más vulnerables, los jóvenes, son atrapados
por los flagelos de las drogas y la delincuencia. Las ciudades no sólo
necesitan buenos servicios básicos; también necesitan de la cultura y el arte.
Hay referentes de ciudades muy peligrosas, donde la criminalidad estaba
ganando, y se apostó por la cultura logrando importantes cambios (Medellín, por
ejemplo, es el más citado).
Cuando Tulio Hernández habló de
la ciudad como texto, imaginé sus narrativas. Muchas de ellas en conflictos,
pero donde las tensiones permiten pensar en acciones. Por ejemplo, la ciudad
como historia y memoria, nos permite volver conversar de cómo era el pasado y
preguntarnos si podría “volver a ser”. Colón, por ejemplo, ¿podría volver a ser
la tacita de oro?
La ciudad como espacio para la
circulación de conocimiento. ¿Será posible que la gente comparta sus ideas, sus
saberes, sus experiencias? ¿Qué puedan ser protagonistas de sus propias
decisiones?, ¿Qué puedan elegir juntos, construir juntos? Cuando trabajamos con
niños y jóvenes, descubrimos que son capaces de trabajar en equipo, construir y
tomar decisiones. Saben que son parte de un juego, de una propuesta, y
tácitamente descubren que pueden trabajar mejor si piensan juntos. Esto desde
un espacio institucionalizado como la escuela. ¿Qué cosas podríamos descubrir
en una reunión de adultos en la biblioteca, por ejemplo?
La ciudad mirada desde la relación
con el otro, tanto del más próximo como el vecino o el más lejano como el
inmigrante. Hoy, que está en conflicto la famosa construcción sintáctica:
“crisol de razas”, deberíamos preguntarnos si hasta ahora nuestra tolerancia no
ha sido una especie de relativismo moral o si hemos llegado al punto de poder
valorarnos y pensar en nosotros mismos, y si es así, por qué no podemos
tolerarnos nosotros mismos. Qué podemos aprender de los múltiples rostros que
se desdibujan en una ciudad indiferente.
Deberíamos, a estas alturas, de
saber qué ciudad queremos. Lo voy a expresar como si fuera un cuento: Dicen los
que saben y saben los que cuentan (entre ellos Antonio Matos y Tulio Hernández,
con quienes cerraré este artículo) que los territorios se condicionan según las
necesidades y aspiraciones humanas, y los cambios sociales y económicos. Por
eso han existido ciudades medievales, ciudades burguesas, ciudades
renacentistas, ciudades industriales, ciudades de posguerra, ciudades
posmodernas, incluso ciudades globalizadas. Pero también, dicen los que saben y
saben los que cuentan, que existen las ciudades creativas y educativas. Tulio
Hernández nos habla de las ciudades fénix.
Tengo la sospecha de que estamos
empeñados a vivir en una especie de ciudad medieval; luchando y defendiéndonos
de enfermedades como la fiebre chikungunya. Un mal que tiene el remedio más
fácil: la limpieza. Pero preferimos dejar que la basura nos ahogue y culpar a
las autoridades, porque elegimos cotidianamente ensuciar. Podemos tener una
ciudad creativa con la ayuda de las autoridades, pero el trabajo principal, a
mi manera de ver, será en saber tomar decisiones, saber elegir la ciudad
deseada. Dice Lala Deheinzelin, que no basta con contar con la conciencia para
movilizar hacia la acción; hace falta sentir. Tenemos que aprender a sentir. En
lo personal, pienso que es lo que deberíamos enseñarle a los niños y jóvenes, a
los padres de familia y docentes, incluso a los políticos.
Quiero terminar citando un
fragmento de un trabajo de Antonio Matos, Concejal de Cultura del Ayuntamiento
de Almada, una ciudad portuguesa que apostó por el desarrollo y la educación
como ejes fundamentales de las políticas locales. En Almada las autoridades
asumieron la cultura como área nuclear del desarrollo local y con una orientación
gubernativa que se estructuró en seis grandes líneas de acción. Las quiero
citar textualmente, porque creo que pueden servir de ejemplo y adaptarse a
nuestra realidad.
1. Preservación
y valoración de la herencia histórica y patrimonial: Recuperación y
re-funcionalización de edificios con valor patrimonial, intervenciones
arqueológicas, revitalización de enclaves con valor históricos, preservación
del acervo documental histórico, preservación de las memorias y de las
tradiciones locales, fiestas tradicionales, días conmemorativos;
2. Valorización
de las dinámicas culturales y de participación: Apoyo a las asociaciones
locales de cultura popular, apoyo a los movimientos asociativos juveniles,
apoyo a las actividades de animación y ocio, apoyo a las diversas formas de
expresión artísticas, especialmente las relacionadas con las culturas
regionales y de otros pueblos residentes en Almada, incentivos a la diversidad
de proyectos culturales;
3. Incentivos
y apoyo a proyectos formativos formales e informales de educación a lo largo de
la vida: Formación de los agentes culturales, formación artística en los
sistemas regulares de enseñanza, apoyo a la instalación de escuelas artísticas
en las varias áreas-música, artes visuales, conservación y restauración- apoyo
a la universidad sénior, formación dirigida a lo más jóvenes y apoyo a
proyectos artísticos presentados por los jóvenes;
4. Construcción
de una red de equipamientos municipales: Red de bibliotecas, red de museos,
centros de exposiciones, centros de arte contemporáneo, teatros municipales,
casas de la juventud, conservatorio de música, reconversión y recalificación de
los espacios asociativos con funciones recreativas y culturales, red de
espacios municipales de acceso a la información;
5. Incentivo
a la creación y a la producción culturales: Apoyo a las compañías de teatro y
de danza, apoyo a los grupos de teatro, apoyo a los grupos corales y de música
moderna, apoyo a la bandas filarmónicas, incentivos a la creación literaria ,
apoyo a la edición de trabajos sobre el distrito, apoyo a las artes plásticas y
la fotografía;
6. Acceso
a los bienes culturales y afirmación de la ciudad en la ruta de la cultura:
Apoyo a la organización de festivales de teatro, de danza, de arte para el público
infantil, organización de muestras de teatro, de música, organización del
festival Cantar Abril, proyectos de animación urbana y de espacios públicos.
El documento sobre la ciudad de Almeda lo pueden encontrar en los
Papeles Iberoamericanos, V Campus Euroamericano de Cooperación Cultural, OEI y
los trabajos de Tulio Hernández tienen más referentes de ciudades que han
apostado por el desarrollo cultural como herramienta de cambio.
Se pueden
consultar: http://www.oei.es/euroamericano/Tulio.pdf
y http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric04a03.htm