miércoles, 24 de julio de 2019

A la memoria de Rosa María BrittoRosa



Una anécdota. Cuando murió el poeta Carlos Wong, en agosto de 2015, Rosa María Britton llamó alarmada a mi amiga María Elena Rosas, que para entonces trabajaba en la Cámara del Libro, para decirle que Carlos Fong había muerto. Desde luego que la doctora se confundió con los apellidos chinos.

Rosa María Britton
1936-2019
María Elena, afligida y petrificada, se atrevió a timbrar mi celular y cuando le contesté casi llora de la emoción. Imagino que enseguida llamó a la doctora para tranquilizarla y decirle que era un error fónico entre los Fong-Wong. Todos terminamos suspirando de alivio y con sonrisas; con excepción de mi paisano Carlos Wong.

Aquella vez me dio mucha gracia aquel mal entendido y tal vez pensé, como ahora, que la muerte tarde o temprano, sin orden alfabético, viene por nosotros, por los amigos, los familiares, inclemente con su lista fúnebre y su barca sin retorno. Esta semana me tocó recibir la triste noticia, esta vez, desafortunadamente sin ningún error, del fallecimiento de Rosa María Britton.

No quiero ocupar las pocas palabras en este espacio para hablar de sus libros; los estudios literarios se encargarán de hacer justicia. Bastará con saber que su obra llenó un nicho privilegiado en el corpus de nuestra literatura y cultura. Prefiero resaltar algo que siempre admiré de ella y que debería, me parece, formar parte del carácter de un intelectual honesto.

Coraje, sinceridad y valor. Eran cualidades que Rosa María siempre tuvo como bandera. La doctora Britton confrontó con su juicio los lineamientos ortodoxos de los poderes institucionales. Sin pelos en la lengua le llamó la atención a políticos, religiosos y autoridades cuando le daban el pódium para expresarse.

Su naturalidad era atrevida y aunque nos parecía soberbia o arrogante algunas veces, era sincera usando la palabra que al final era su lanza que como un Quijote hería siempre o daba en el blanco como una flecha. Apeló por una educación sexual sin dogmas y sin tabúes, por un país con cultura y educación y cuidó a muchas mujeres con sus consejos profesionales. No creía en Dios, pero estoy seguro de que el Señor sí creyó en ella.

Carlos Fong  |  La Prensa, 20 jul 2019 -

Estado, cultura y desorden social



El Gobierno Nacional ha decretado la creación del Ministerio de Cultura de Panamá. Una noticia que sin duda es una fiesta en el sector cultura y que todos hemos recibido con alegría. ¿Por qué es tan significativo para Panamá elevar al actual INAC a un ministerio? Parte de la respuesta la encontró Jesús Martín Barbero en una edición del Newsweek de 1998:

“Sucede que el capitalismo no es solo un sistema económico, es también un conjunto de valores culturales que enfatiza la virtud de la competencia, la legitimidad de las ganancias y el valor de la libertad. No obstante esos valores no son universalmente compartidos. De allí que la propagación del capitalismo no sea un simple ejercicio de ingeniería económica, es un ataque a la cultura y la política de otras naciones que casi asegura un choque”.

En las actuales tensiones entre cultura y economía, nuestro país se ha quedado rezagado por la falta de políticas públicas culturales. Las tensiones en el escenario cultural se agravan cuando reconocemos que existe un desorden social empeorado que no permite atender qué tipo de gobernabilidad y de sostenibilidad se necesita para que los procesos culturales vayan de la mano de un verdadero desarrollo sostenible.


Un Ministerio de Cultura, para empezar, permitirá visibilizar el tema de los derechos culturales y cómo estos pueden ayudar a reducir el agravamiento de la situación social que ha degradado y hundido al estado de la educación pública. El ministerio, si se empeña en no quedar atrapado en la ideología de la globalización y el neoliberalismo, sino que en el marco del contexto geopolítico de la región (pensemos en las crisis migratorias, por ejemplo) se esfuerza por operar a favor de lo nacional y lo universal, rescata el matrimonio entre Estado y sociedad que actualmente está en crisis.

La relación entre Estado y cultura parece darnos nuevas luces. La política neoliberal implicó reducir las instituciones y los recursos económicos destinados a causas sociales y culturales por no considerarlas prioritarias ni rentables en términos productivos. La creación del Ministerio de Cultura de Panamá es el primer paso de un proyecto de nación que no desvincula la cultura de la economía y la política. Ojalá, así sea.

Carlos Fong  | La Prensa, 13 jul 2019 -

martes, 9 de julio de 2019

El plan de lectura y las bibliotecas


Un plan de lectura es una iniciativa política y un proyecto liderado por una institución cultural del Estado para concretar y fortalecer la política pública de lectura mediante la concertación y la articulación de esfuerzos adelantados por diversos actores de la sociedad civil organizada, la empresa privada y la academia, entre otros.

Un plan de lectura tiene como propósito mejorar la realidad de la lectura como práctica sociocultural; se desarrolla en un proceso que incluye varias fases (diseño, desarrollo y evaluación) y debe entenderse como una propuesta flexible que se ajusta y reconstruye en función de las realidades sobre las cuales opera.

Todo plan de lectura debe estar respaldado por políticas públicas participativas, y por lo tanto, estas políticas deben traducirse en acciones concretas. En este sentido, los planes forman parte de una dimensión operativa compleja y son poderosos instrumentos para llevar a la práctica los acuerdos, los consensos, las decisiones y las orientaciones tomadas en el marco de la política pública.

Estas características las reúne el plan nacional de lectura: Para leer Panamá, que creó el INAC en el año 2007.

Este documento tiene seis ejes de acción: acciones orientadas a apoyar el desarrollo de la lectura en un tema prioritario en la política cultural pública; acciones para la formación de actores en promoción de lectura; estímulo a la creación de materiales de lectura; acciones para fortalecer las bibliotecas públicas; acciones para fortalecer la lectura y la escritura en el sistema educativo, y medios de comunicación y la lectura.

De estos seis ejes es prioridad reconocer la contribución fundamental de las bibliotecas en el desarrollo de la educación. Un país sin un sistema de bibliotecas eficiente, con los recursos y la infraestructura necesarios para poder cumplir con la misión para la que han sido verdaderamente creadas, no puede considerarse desarrollado en términos de educación.

Las bibliotecas, más allá de ser un depositario de la información para los usuarios, cumplen con un compromiso cívico y democrático, y juegan un papel importante en la construcción de ciudadanía. Urge que el plan nacional de lectura trabaje articuladamente con las bibliotecas.

Carlos Fong  |  La Prensa, 06 julio de 2019.

A los 20 años de Redplanes

La Red Iberoamericana de Responsables de Políticas y Planes de Lectura - Redplanes, cumplió 20 años. Redplanes es una red conformada por los...