Una anécdota. Cuando murió el poeta Carlos Wong, en agosto
de 2015, Rosa María Britton llamó alarmada a mi amiga María Elena Rosas, que
para entonces trabajaba en la Cámara del Libro, para decirle que Carlos Fong
había muerto. Desde luego que la doctora se confundió con los apellidos chinos.
Rosa María Britton 1936-2019 |
María Elena, afligida y petrificada, se atrevió a timbrar mi
celular y cuando le contesté casi llora de la emoción. Imagino que enseguida
llamó a la doctora para tranquilizarla y decirle que era un error fónico entre
los Fong-Wong. Todos terminamos suspirando de alivio y con sonrisas; con
excepción de mi paisano Carlos Wong.
Aquella vez me dio mucha gracia aquel mal entendido y tal
vez pensé, como ahora, que la muerte tarde o temprano, sin orden alfabético,
viene por nosotros, por los amigos, los familiares, inclemente con su lista
fúnebre y su barca sin retorno. Esta semana me tocó recibir la triste noticia,
esta vez, desafortunadamente sin ningún error, del fallecimiento de Rosa María
Britton.
No quiero ocupar las pocas palabras en este espacio para
hablar de sus libros; los estudios literarios se encargarán de hacer justicia.
Bastará con saber que su obra llenó un nicho privilegiado en el corpus de
nuestra literatura y cultura. Prefiero resaltar algo que siempre admiré de ella
y que debería, me parece, formar parte del carácter de un intelectual honesto.
Coraje, sinceridad y valor. Eran cualidades que Rosa María
siempre tuvo como bandera. La doctora Britton confrontó con su juicio los
lineamientos ortodoxos de los poderes institucionales. Sin pelos en la lengua
le llamó la atención a políticos, religiosos y autoridades cuando le daban el
pódium para expresarse.
Su naturalidad era atrevida y aunque nos parecía soberbia o
arrogante algunas veces, era sincera usando la palabra que al final era su
lanza que como un Quijote hería siempre o daba en el blanco como una flecha.
Apeló por una educación sexual sin dogmas y sin tabúes, por un país con cultura
y educación y cuidó a muchas mujeres con sus consejos profesionales. No creía
en Dios, pero estoy seguro de que el Señor sí creyó en ella.
Carlos Fong | La Prensa, 20 jul 2019 -
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