En torno al Plan
Estratégico de Gobierno.
Una crítica y una
propuesta.
Por Carlos Fong
Por Carlos Fong
“Es ya tiempo de que los gobernantes
entiendan que la ciencia y, en general, la cultura no son solamente un
instrumento de desarrollo económico, sino también y en primer lugar un bien
intrínsecamente valioso”
Mario Bunge
Agradezco profundamente al doctor Javier Stanziola por
sus importantes observaciones a este texto y a Alexandra Schjelderup por
facilitarme algunos documentos que me ayudaron en la redacción.
Un referente
histórico imprescindible:
En el
año 1982 la UNESCO convocó a la Conferencia Mundial sobre Políticas
Culturales. Como consecuencia, las Naciones
Unidas declaró el período de 1988
a 1997 como el decenio Mundial para el Desarrollo Cultural. La Declaración que salió de
aquella Conferencia apelaba a nuevas líneas orientadas a revalorar la noción
del desarrollo de los individuos y la sociedad. Solicitaba a las políticas
culturales "a que protejan,
estimulen y enriquezcan la identidad y el patrimonio cultural de cada pueblo;
además, que establezcan el más absoluto respeto y aprecio por las minorías
culturales, y por las otras culturas del mundo. La humanidad se empobrece
cuando se ignora o destruye la cultura de un grupo determinado”
Por
este motivo, se dieron muchas acciones concretas como seminarios y congresos
internacionales destinados al estudio y a la investigación de la noción de
desarrollo cultural. Empezaban a tener forma nociones como Cultura y Desarrollo
que hasta el momento habían estado concebidas de forma separada.
Entre el caudal de iniciativas
podemos recordar el seminario-taller internacional: “Las dimensiones
culturales del desarrollo y la integración: políticas y proyectos”,
convocado por el Instituto Andino de
Artes Populares (IADAD) celebrado en Quito en 1997; o el “Segundo
encuentro iberoamericano sobre cultura y desarrollo, retos y estrategias”,
convocado por el Centro de superación
para la cultura, del gobierno cubano; y, en 1998 en Estocolmo, la “Conferencia
intergubernamental sobre políticas culturales para del desarrollo” dedicada
por la UNESCO y las Naciones Unidas para cerrar dicho
período.
Sin embargo, al final del decenio de
los 90, siguieron algunas acciones como el “Primer congreso internacional de
cultura y desarrollo: el desarrollo cultural” desde una perspectiva ética
celebrado en Cuba en 1999; y a comienzos de agosto, del mismo año, se dio el
encuentro: “Cultura y Desarrollo: la perspectiva regional/local” organizado por el IADAP. Y no olvidemos La Declaración de Margarita,
que nació del Primer Encuentro
Iberoamericano de Ministros de Cultura, celebrado en Venezuela en 1997,
donde los ministros de cultura se comprometían a “impulsar políticas culturales, cuyo propósito se fundamente en el
concepto que sitúa al hombre como sujeto y objeto de la cultura, en las que
éstas se constituyan en el eje del desarrollo humano”.
La idea de impulsar políticas culturales, cuyo propósito se fundamente en el concepto que sitúa al hombre como sujeto y objeto de la cultura, en las que éstas se constituyan en el eje del desarrollo humano, cobró fuerza desde entonces y ha corrido mucha tinta sobre el tema. El siglo XXI se abría con una nueva mirada hacia los procesos culturales. Una gran diversidad de investigaciones, publicaciones, estudios de científicos sociales de la talla de Néstor García Canclini, Jesús Martín-Barbero, Ernesto Ottone, Oscar Landi, María Immacolata Vassallo de Lopéz, Ernesto Piedras, Marcelino Bisbal, Germán Rey Beltrán, entre muchos otros, acuñaron una serie de términos y conceptos que ayudaron a edificar un discurso y, en el mejor de los casos, un método de trabajo para que la cultura trascienda la concepción de desarrollo desde lo meramente económico-industrial.
La noción de desarrollo cultural se
formuló, explícitamente, por primera vez, en ocasión de la “Conferencia
internacional sobre los aspectos institucionales, administrativos y financieros
de las políticas culturales”, organizada por la UNESCO en Venecia en 1970. El propósito de la conferencia era
ampliar y corregir una concepción demasiado economista del desarrollo (Desarrollo
Cultural y Desarrollo Global de Claude Fabricio, 1982).
Aquella concepción estaba asociada
de manera orgánica a la historia del crecimiento de las sociedades industriales
en Europa, desde finales de siglo XVIII, al progreso económico norteamericano
durante la segunda mitad del siglo XIX, y desde fines de la Primera Guerra
Mundial. En los años sesenta se pone en duda el desarrollo concebido solo en
términos económicos y nacen nuevas concepciones como ecodesarrollo, desarrollo
endógeno y también desarrollo autocentrado en las relaciones sociales, la
cultura y las instituciones políticas de la colectividad. Empieza la
preocupación de si los estados-nación pueden orientar su desarrollo regional y
local desde un punto de vista cultural-histórico.
Hace 17 años, el filósofo Mario Bunge
había aconsejado que un modelo de desarrollo exclusivamente económico y político
era un error costosísimo. Las palabras del pensador argentino aún siguen
haciendo eco. Bunge sostenía que una nación es un sistema compuesto de tres
subsistemas entrelazados entre sí: económico, cultural y político. Apostaba por
un modelo de desarrollo integral que
combinaba un modelo biológico, económico, cultural, político e integral. “Solamente los malos economistas creen que
los problemas económicos pueden desligarse de los demás y resolverse con
medidas puramente económicas...”, afirma Bunge.
Una concepción integral de
desarrollo combina todos los modelos porque la sociedad es un sistema donde la
salud de uno depende de la salud de los demás. En consecuencia, el progreso auténtico
y sostenido es integral. Escribe Bunge:
“La sociedad humana no es ni
un bloque macizo ni un mero conjunto de individuos, sino un sistema concreto
analizable en cuatro subsistemas principales. Éstos son el sistema biológico
(mantenido por los lazos de familia), el sistema económico (mantenido por las
relaciones de producción), el sistema cultural (mantenido por las relaciones de
información) y el sistema político (mantenido por las relaciones de poder).
Cada uno de estos subsistemas interactúa fuertemente con los otros tres, por lo
cual ninguno de ellos se desarrolla de manera autónoma, es decir,
independientemente de los demás. Más aún, cada uno de los cuatro subsistemas tiene
componentes biológicos, económicos, culturales y políticos”.
La
cultura es un componente clave para el desarrollo de un país. Sin cultura –esto es la ciencia, la técnica, las
ciencias sociales (las humanidades) y las artes-, cualquier modelo de
desarrollo está condenado al fracaso. Un plan de desarrollo, para contener una estrategia
sostenible, debe ser integral, aunque la elección de ese modelo sea una
decisión política de determinada ideología. El problema es cuando la ideología
se inclina sólo por la economía. “Al fin y al cabo la economía no es un fin sino un
medio para vivir una vida plena”, dice Bunge.
Hoy sabemos (incluso lo han admitido
organismos internacionales como el BID)
que para que exista un cambio que resuelva los males que afectan al mundo, los
mismos tienen que ser de carácter cultural. Empezamos a escuchar que la cultura
no es algo ajeno a una política de desarrollo social. La cultura es objeto mismo de
desarrollo; tratar el desarrollo desde una concepción cultural no
excluye las concepciones de carácter técnico-económico; la visión de desarrollo
cultural no se reduce ni se limita al espacio donde se encuentran los sectores
vinculados estrechamente a la cultura (industrias culturales, artesanías,
patrimonio cultural, turismo cultural, etc.).
La
mirada profunda del desarrollo cultural está implícita en todas las políticas:
de economía, de educación, de salud, de deporte, de ambiente, de prevención y de la política-política. La cultura, quieran o no los políticos, quienes en
última instancia son los que toman las decisiones políticas, está inserta de
manera innata en todo. La dualidad entre economía y cultura no existe. Las nociones
de desarrollo clásico han evolucionado. Para que exista un verdadero desarrollo
integral es necesario ver la realidad desde un punto más amplio que incluya un
pensamiento económico, social, antropológico, filosófico, pedagógico y, desde
luego, CULTURAL, para que de esta forma
podamos salir de los fundamentalismos estrechos que nos tienen viviendo en el
siglo pasado en términos educativos y culturales.
Diversos
documentos, informes y memorias, acumulados en las sucesivas Cumbres Mundiales sobre el Desarrollo
Sostenible, comenzando por aquella en Estocolmo en 1972, pasando por la de
Rio de Janeiro en 1992, hasta la de Johannesburgo en 2002, sin olvidar Informe Mundial de Cultura y Desarrollo: Nuestra
diversidad creativa que la UNESCO
publicó en 1995, donde explícitamente se cuestionaba: “¿Cómo pueden los países definir políticas culturales encaminadas a
fomentar un pluralismo realmente constructivo en el que la diversidad sea una
fuente de creatividad? ¿Cómo convencer a los responsables de tomar decisiones
de que apoyar las formas y expresiones artísticas nuevas, emergentes y
experimentales no significa subvencionar el consumo, sino invertir en el
desarrollo humano?”
Todos
estos documentos y declaraciones firmados por Ministros y Mandatarios, como los
famosos Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM) que fueron acogidos
por los Estados miembro de ONU en el
año 2000, en la Cumbre del Milenio; o la Carta
Cultural Iberoamericana, documento aprobado en Uruguay en el año 2006, en
el marco de la XVI Cumbre Iberoamericana
de Jefes de Estado y de Gobierno, donde se reconocía expresamente la
importancia de reforzar el papel de la cultura; o la Declaración de Hangzhou que intentaba situar a la cultura en el centro de las políticas de desarrollo
sostenible y donde se comprometen a: “…tomar
plenamente en cuenta el papel de la cultura como sistema de valores y como
recurso y marco para construir un desarrollo auténticamente sostenible, la
necesidad de aprender de las experiencias de las generaciones pasadas y el
reconocimiento de la cultura como parte del patrimonio común y local y como
fuente de creatividad y de renovación”. Todos estos compromisos parecen ser
una burla por los que toman las decisiones políticas en algunos de nuestros
países.
Este año 2015, reunidos en Bilbao
los días 18 al 20 de marzo, representantes de ciudades y gobiernos locales de
todo el mundo, convocados por la Organización
Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) en su Cumbre de
Cultura, adoptaron un documento titulado: Agenda 21 de la cultura que aspira, no solo a reconocer el potencial de la cultura, sino también a revalorar
la absoluta necesidad de la cultura para el desarrollo sostenible.
La Agenda 21 de la cultura tiene su primer antecedente en el año 2014 cuando se crea el primer documento, con vocación mundial, que apostaba por establecer las bases de un compromiso de las ciudades y los gobiernos locales para el desarrollo cultural. Fue aprobada por ciudades y gobiernos locales de todo el mundo comprometidos con los derechos humanos, la diversidad cultural, la sostenibilidad, la democracia participativa y la generación de condiciones para la paz. Su aprobación tuvo lugar el 8 de mayo de 2004 en Barcelona, por el IV Foro de Autoridades Locales para la Inclusión Social de Porto Alegre, en el marco del primer Foro Universal de las Culturas.
El nuevo documento complementa a la Agenda 21 de la cultura, aprobada hace 10 años. Se puntualiza que la Cultura es el Cuarto Pilar para el desarrollo sostenible.
La Agenda 21 de la cultura tiene su primer antecedente en el año 2014 cuando se crea el primer documento, con vocación mundial, que apostaba por establecer las bases de un compromiso de las ciudades y los gobiernos locales para el desarrollo cultural. Fue aprobada por ciudades y gobiernos locales de todo el mundo comprometidos con los derechos humanos, la diversidad cultural, la sostenibilidad, la democracia participativa y la generación de condiciones para la paz. Su aprobación tuvo lugar el 8 de mayo de 2004 en Barcelona, por el IV Foro de Autoridades Locales para la Inclusión Social de Porto Alegre, en el marco del primer Foro Universal de las Culturas.
El nuevo documento complementa a la Agenda 21 de la cultura, aprobada hace 10 años. Se puntualiza que la Cultura es el Cuarto Pilar para el desarrollo sostenible.
Recientemente,
faltando dos días para la VII Cumbre de
Las Américas que se celebró en nuestro país el 10 y 11 de abril, el Movimiento
Ciudadano por la Identidad Panameña en un Mensaje a la Nación Panameña
(Aquí)
remarcó esta nueva noción de la Cultura como Cuarto Pilar del Desarrollo y
recordó las orientaciones recientes donde “la
cultura sea incluida en este modelo de desarrollo, aseverando que la cultura al
fin y al cabo moldea lo que entendemos por desarrollo y determina la forma de
actuar de las personas en el mundo”. En la mesas de la VII Cumbre de Las Américas la cultura no estaba incluida como tema
y la Mesa de Educación fue retitulada como Mesa de Educación y Cultura, gracias
a la intervención de personas preocupadas por el tema.
Los sucesivos gobiernos panameños a
partir de la Post Invasión (para situarnos en un periodo de tiempo), han
elaborado planes y programas de desarrollo a través de comisiones que estudian el
comportamiento del desarrollo, la economía y lo social para diseñar y elaborar
los proyectos y acciones que desembocan en un plan estratégico para cambiar el país o para edificar un proyecto
de nación. Esto sucede siempre en todos los primeros meses de un gobierno, y,
sin embargo, es curioso observar, sobre todo si tenemos en cuenta los
referentes históricos que acabamos de citar, que la cuestión cultural siempre
queda por fuera.
Desde
mi derecho como ciudadano y persona del sector cultura quiero elevar una
crítica constructiva, y a la vez añadir una propuesta, al “Plan Estratégico de Gobierno” (de ahora en adelante: PEG) del Presidente Juan Carlos Varela.
El PEG para el próximo quinquenio tiene
muchas posibilidades de ser un buen Plan,
pero está cojo y esa cojera es la ausencia de la cultura como un componente del
desarrollo. Hubiese sido muy positivo para el gobierno del Ingeniero Juan
Carlos Varela que dentro de las acciones concretas para elaborar el PEG se hubiese incluido el desarrollo
cultural como uno de los pilares del desarrollo
sostenible. Hubiese sido saludable que la palabra Cultura estuviese en cada uno
de los ejes temáticos. De cualquier forma, y como dicen que nada está escrito
en piedra y que nunca es tarde para rectificar, dejo estas observaciones usando
el plural de modestia porque creo que el sector cultura estará de acuerdo
conmigo.
Mirada de pájaro en diez vueltas.
Uno. El PEG para el próximo quinquenio se basa
en cuatro ejes fundamentales: una Estrategia Social, una Estrategia Económica,
un Plan Quinquenal de Inversiones y una Programación Financiera. Sin embargo,
no se plantea una Estrategia desde el
desarrollo cultural. Una estrategia Cultural lo fortalecería y lo
articularía con todos los temas. Una estrategia desde la cultura implicaría
tener en cuenta un crecimiento no sólo vertical, sino horizontal y
diversificado que comprendería la equidad en todas sus formas.
Dos. El PEG
tiene como premisa la equidad social,
lograr elevar el nivel de vida de
todos los panameños, impulsando un crecimiento
económico sostenible para lograr que el país siga avanzando hacia un “Panamá
que crece, crezca para todos”. No obstante, nociones como equidad y crecimiento sostenible, son impensables en un país sin desarrollo cultural.
También en la cultura existen desigualdades que frenan el crecimiento económico
y lo empobrecen o, lo convierten en un crecimiento vertical que es peor.
Tres. El PEG
contempla como sectores motores de la economía panameña, la logística y el
transporte, la agricultura y el turismo, incluso la minería, pero la cultura
como dispositivo para el desempeño económico del país desde sus distintos motores
que generan riqueza y empleo, por ejemplo, las industrias culturales, el
consumo cultural, la circulación de bienes culturales y la creación artística,
no se mencionan en el documento. La cultura es motor del desarrollo sostenible.
Cuatro. Sectores específicos,
como el sector energético, recibirán un importante impulso por parte del
gobierno, pero el sector cultura sigue siendo la cenicienta del país y no se le
considera relevante para el desarrollo y el presupuesto para la cultura sigue
siendo el más pobre que ni siquiera llega al 0.20%. Se necesita, al menos, un
compromiso al 1% del gasto nacional dirigido a la cultura. Es menester tener la
cultura como una prioridad en la agenda del Estado y, sobre todo, tener una
visión de ella como un pilar del desarrollo. Hoy día, no lo es.
Cinco. Desde el
sistema de derechos humanos y sociales básicos se ha pensado en los tratados,
convenios y acuerdos internacionales en términos de, citamos: derechos universales; derechos de la
juventud y los menores; derechos de la mujer, y relativos a la nacionalidad,
las migraciones, los refugiados y apátridas; así como aquellos correspondientes
a derechos de: la educación, la cultura y el deporte; la salud y la seguridad
social, y en materias de trabajo y derecho laboral, entre otros. Sin
embargo, aunque se menciona la palabra cultura, no existe claridad que garantice
los medios y condiciones necesarias para optimizar el desarrollo de la creación
artística y que la población tenga derecho a la cultura. Esto es la falta de
equipamientos y programas culturales de diversos tipos, entre muchas otras
necesidades en el sector.
Seis. El PEG se distingue por sus seis ejes
principales de acción estratégica:
EJE 1: Bienestar y Desarrollo Humano; “vida buena para todos”.
EJE 2: Fortalecimiento de la democracia y del Estado de Derecho
(‘Renovar la República’).
EJE 3: Desarrollo económico sostenible (‘Crecimiento con equidad’).
EJE 4: Seguridad ciudadana (‘barrios seguros con más oportunidades y
mano firme’).
EJE 5: Política exterior al servicio del desarrollo (‘Panamá capital de
las Américas’).
EJE 6: Respeto, defensa y protección del medio ambiente (‘Ambiente sano
para todos’).
Solamente en el primer eje se menciona a la Cultura: atención a grupos vulnerables, sanidad
básica, salud pública accesible y eficiente, vivienda digna y adecuada,
educación bilingüe de calidad, transporte público, y participación ciudadana en
actividades científicas, culturales
y deportivas. Creemos que la cultura es un eje transversal que puede re-posicionar
y re-significar todos los otros ejes, sin embargo no se percibe como una
herramienta para la articulación. Por ejemplo: cómo la cultura puede ayudar a
mermar la violencia y la delincuencia; cómo la cultura puede ayudar a hacer
docencia en términos de salud; cómo la cultura puede construir ciudadanía que
cree conciencia hacia muchos problemas como el medio ambiente, por mencionar
algunos.
Siete. El PEG
menciona los Acuerdos de la Concertación
Nacional para el Desarrollo (octubre de 2007), donde se hablaba de un país desarrollado y equitativo. Pese a
que esos acuerdos apuntaban a: 1º. Crecer más y mejor; 2º. Crecer con más equidad y menos pobreza;
3º. Articular el desarrollo de ‘un solo país’, equilibrad territorialmente; y
4º. Alcanzar una sociedad más democrática y más ética. Es evidente que ese país equitativo es una utopía y, para
que exista una posibilidad real, es vital resolver las necesidades básicas de
la población y tener a la cultura en cuenta como una herramienta para mejorar
la calidad de vida de la población. Es necesario que al mismo tiempo que se
creen las condiciones económicas y políticas, se creen las condiciones
culturales para mejorar la calidad de vida de las personas.
Ocho. El PEG
nos habla de UN SOLO PAÍS, integrado y cohesionado, con armonía
social y sostenibilidad ambiental, generador de buenas condiciones de vida y de
oportunidades de desarrollo humano, dinámicamente posicionado en el escenario
regional y mundial. Esta visión de país se basa, a su vez, en una visión de
crecimiento sostenido de la economía que propone: 1. Crecer más y mejor, 2. Buena vida para todos, 3. Un país sostenible,
multi-étnico, territorial y culturalmente integrado, y 4. Un solo país renovado
con una propuesta de Gobernanza democrática, inclusiva y eficiente. Pero,
¿cómo lograremos estos objetivos en un país donde el Estado no tiene conciencia
de la importancia del impacto económico y social de la cultura?; ¿cómo tener un
proyecto de país sin tener en cuenta que la cultura es una inversión a largo
plazo?; ¿cómo construir ese país soñado sin hacer conexiones cívicas desde las
posibilidades que brinda el desarrollo cultural?
Nueve. El PEG apuesta por el turismo y le dedica
un espacio relevante en el documento, y, pese a que se habla en este apartado
de impulsar un Plan Maestro Nacional de
Cultura, no entendemos por qué está insertado en Turismo cuando tenemos el INAC que como institución solo necesita
tener poder para legislar en torno a una política cultural y un presupuesto
digno para poder trabajar.
También se menciona un Consejo
Consultivo de Cultura pero es contradictorio al mismo tiempo cuando la
cultura, que es el principal atractivo de un país, carece de la misma
preocupación y recursos. Se menciona, por otra parte, al museo de la
Biodiversidad, pero no se habla de fortalecer nuestros museos que guardan la
memoria del país, principalmente el Museo
Antropológico Reina Torres de Arauz. El subtítulo: Valoración y rehabilitación del Patrimonio Cultural, está vacío y
no tiene propuestas. Los turistas llegan a un país sin memoria con una débil
aproximación que se limita al Casco Antiguo o el Centro Turístico de Panamá
Viejo o simplemente a distraerse con las rutas turísticas. El PEG no habla de potenciar los
festivales, fiestas y ferias.
Diez. Consideramos que
se incluya como estrategia un Plan
Nacional de Desarrollo Cultural y que se aspire a un Ministerio de Cultura que posibilite destinar mayores recursos al
desarrollo cultural. Apelamos a que la cultura sea, de una vez por todas,
considerada una prioridad para el país, uno de los pilares del desarrollo
sostenible, porque con la cultura se puede construir UN SOLO PAÍS basado en el derecho a la creación y donde esos
derechos culturales se respeten y se creen las condiciones óptimas para que la
cultura (la ciencia, la técnica, las humanidades, el arte) sea una fuente de
riqueza y desarrollo, y deje de considerarse una fuente de mero entretenimiento
y diversión.
Proponemos al
gobierno del señor Presidente Juan Carlos Varela:
Uno. Tener como referente el documento: La
cultura es el cuarto pilar del desarrollo sostenible Aquí y Cultura
21: Acciones Aquí. Documentos que hemos citado en este trabajo y están en la
bibliografía.
Dos. Repensar la cultura desde los siguientes soportes
conceptuales para que de esta forma se puedan construir líneas de acción
puntuales desde la cultura:
Soporte biológico: La cultura como un sistema
multidimensional e integrador de la ecología humana.
Soporte científico: La
cultura como elemento para la creación de conocimiento e innovación.
Soporte filosófico: La
cultura como generadora de ideas y reflexión.
Soporte pedagógico: La
cultura como fundamento para la formación de ciudadanos íntegros.
Soporte sociocultural: La
cultura como herramienta indispensable para el cambio social y la construcción
ciudadana.
Soporte socioeconómico: La
cultura como dispositivo para la circulación de bienes culturales que favorecen
el desarrollo económico.
Soporte político: La
cultura como componente para la construcción de un proyecto de Nación.
Tres:
Para
poder problematizar el tema de la cultura hay que entenderlo. Existen
documentos nacionales valiosos que han nacido de importantes conclaves locales
y que sirven de referencia para entender el problema de la cultura en Panamá.
Sólo hay que leer.
En
1974, con ayuda de UNESCO, se
redactó: Política Cultural de la
República de Panamá; en 1983, con la administración del Doctor Diógenes
Cedeño Cenci en el INAC, se realiza
el Primer Encuentro Nacional de Política
Cultural, quedó una memoria del
evento. En abril de 1999, bajo la dirección del doctor Jorge Delgado
Castellanos, se celebra el Segundo
Encuentro de Política Cultural que deja un documento con el título: Lineamientos para una política Cultural del
Estado Panameño. Más tarde, el Instituto Nacional de Cultura a cargo
del memorable Anel Omar Rodríguez Barrera, creó una comisión que revisó la
Política Cultural vigente que abrió el camino para la creación de la Ley General de Cultura que asesinaron
en la cuna.
La
historia no perdona ni deja cabos sueltos. El gobierno del Presidente Juan
Carlos Varela tiene la oportunidad de hacer historia y coronar la cultura
dándole la preocupación que se merece.
Cuatro. El PEG habla de un Plan Nacional de Cultura. Pero ya existe un PNC y sólo hace falta que el
INAC tenga potestad legal para crear
políticas culturales y ejecutarlas. Un Plan
Nacional de Cultura sin Ministerio o Autoridad de Cultura es letra
muerta. No entendemos por qué el PEG señala que Turismo liderará este
Plan. Se menciona la idea de crear la Secretaria
Nacional de Cultura, pero no queda claro dónde estará insertada esta
secretaría; y, de crearse esta entidad, ¿cómo queda el INAC y qué sitio ocupará la institución?
Cinco. Destinar al Instituto Nacional de Cultura un
presupuesto equiparado con el destinado a los ministerios, porque el INAC, como
regente de la cultura del país, no puede operar con el endémico presupuesto que
tiene actualmente. Como ya mencionamos se necesita mínimo el 1% del gasto
nacional para la cultura. En s momentos
no llega ni al 0.20%. También se
necesitan incentivos fiscales para que el sector privado invierta en la
cultura. De esta forma el sector cultura
tendría más recursos.
Posdata para el
Señor Presidente
Estimado
señor Presidente:
Quisiera
terminar haciendo eco de las palabras de la presidenta de la hermana República
de Argentina, la señora Cristina Fernández de Kiechner, que en la Cumbre de Las Américas celebrada en abril, cerró su intervención
diciendo que debemos abordar nuestros problemas con sinceridad, sin miedo a las ideas y con un conocimiento de la
historia. He querido ser sincero en este breve texto, citando algo de historia
y haciendo uso del conocimiento y de las ideas para aportar un grano de arena a
la construcción con equidad e igualdad del país que queremos.
Señor
Presidente. La historia de los fracasos de las estrategias económicas de los
sucesivos gobiernos nacionales se ha debido por excluir a la cultura de los
procesos de desarrollo. De hecho, ha sido la historia de los fracasos en
América Latina. No lo dice este servidor, lo dicen los expertos como Germán Rey:
“La cultura no podía estar ajena a la
tematización del desarrollo. Primero como un factor inevitable aunque realmente
poco resaltado por los énfasis economicistas y después como una dimensión
central que parecía abrir las compuertas de aquellos modelos del desarrollo que
fracasaron por extrapolaciones sin cultura, por aplicaciones sin historia”.
Señor
Presidente. La cultura ya no es algo accesorio de mero entretenimiento, es un
hecho transversal que está implícito en todas las esferas del conocimiento y
que es vital, no sólo para un verdadero desarrollo sostenible, sino también
para construir una sociedad con normas de convivencia que nos ayuden a resolver
nuestros problemas. No lo dice este humilde servidor, lo dicen especialistas
como Néstor García Canclini: “Demasiados
conflictos actuales se explican, en parte, por haber olvidado que el desarrollo
económico no se reduce a crecimiento, baja inflación y equilibrio en la balanza
comercial, y que el desarrollo social incluye esa dimensión propia de la
cultura que es encontrarle sentido a lo que hacemos”.
Señor
Presidente. En el marco de la ciudadanía social, desde las tensiones políticas
y los conflictos sociales; desde las identidades, los géneros, el derecho, la
ética y los valores; desde los imaginarios de identidad, la religiosidad, los
ritos, la fiesta; desde las sexualidades y los tabúes; desde la tribu, el
guetto, el club social; desde los movimientos y las sensibilidades posmodernas;
desde las redes sociales y comunicacionales, la información, la ciencia y la
tecnología; desde lo público y lo privado; desde los organismos culturales de
base, las instituciones, las asociaciones, las ONGs; desde la educación, la
salud, las ciencias sociales, el deporte; desde todo el universo de
complejidades que incluye a la criatura humana, la cultura está implícita y es
el lugar ubicuo para tejer espacios de convivencia, para dignificar lo que es
humano, para dialogar entre todos y buscar respuestas. Si usted quiere en serio
un Solo
País debe repensar lo que significa la cultura y tenerla como una
prioridad en su estrategia.
El
título de este texto lo rotulé: La Cultura en la cumbre. Sé que es
paradójico, incluso, sarcástico, pero significa o quiere significar algo: quizá
en la pasada Cumbre de Las Américas
la palabra cultura no fue tan importante como otros temas que sí han sido
tomados en cuenta; quizá la Cultura no estuvo en la “cumbre” y solo fue un adorno
para entretener a los mandatarios; no importa. Lo importante es que nuestro país, su gobierno, los
políticos, los líderes, Usted y su equipo, pueden poner a la Cultura en la
cumbre y tal vez, solo tal vez, podamos hablar de un solo país para todos.
-Agenda 21 de la cultura.
Documento aprobado en Bilbao del 18 al
20 de marzo de 2015. Leer documento Aquí
-Carta cultural iberoamericana. XVI
Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno Montevideo, Uruguay 4 y
5 de noviembre de 2006. Leer documento Aquí
-Ciencia, técnica y desarrollo. Mario Bunge, 1997. Capítulo V. Ed.
Sudamericana, Buenos Aires.
-Cultura y Desarrollo Humano: Unas relaciones que se trasladan. Germán Rey. Leer
documento Aquí
-Declaración de
Hangzhou Situar la cultura en el centro de las políticas de desarrollo
sostenible. Aprobada
en Hangzhou (República Popular de China), el 17 de mayo de 2013. Leer
documento Aquí
-Declaración de
Margarita. Para una ética de la integración cultural. Isla de Margarita,
Venezuela 20 y 21 de octubre de 1997. Leer documento Aquí
-Economía y cultura: la tercera cara de la moneda. Varios autores. Memorias del seminario: Economía y cultura: la tercera cara de la
moneda, del 16 al 18 de mayo, Bogotá, Convenio Andrés Bello, 2001.
-La batalla de la cultura. Michel Parenti, 2009. La Habana,
Editorial de Ciencias Sociales.
-La cultura es el cuarto
pilar del desarrollo sostenible. Aprobado el día 17 de noviembre de 2010, en el marco
de la Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales – 3er Congreso Mundial de
CGLU, celebrado en la Ciudad de México. Leer documento Aquí
-La economía de la cultura Iberoamericana. Néstor García Canclini, Ernesto Ottome
y Mary Batista Lorenzo, 1997. OEI y Fundación CEDEAL.
-Más allá del Consenso de Washington: una agenda de desarrollo
para América Latina. José Antonio Ocampo. 2005. En Estudios
y perspectivas. CEPAL, Naciones Unidas. Santiago de Chile.
-Nuestra
Diversidad Creativa. Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo. Varios autores. UNESCO/Correo de la UNESCO,
México, 1997.
-Plan Estratégico de
Gobierno 2015-2019, “Un solo país”, Panamá, diciembre 2014.
-Todos tienen cultura: ¿quiénes pueden desarrollarla? Néstor García Canclini. Conferencia
para el Seminario sobre Cultura y Desarrollo, en el Banco Interamericano de
Desarrollo, Washington, 24 de febrero de 2005.
-Vistas y entrevistas. Propuestas concretas sobre los problemas de
nuestro tiempo. Mario
Bunge, 1997. Especialmente: Las funciones de la ciencia y de la técnica en el
desarrollo nacional. Ed. Sudamericana, Buenos Aires.