domingo, 21 de junio de 2009

La “defunción” de la cultura.


Carta abierta a Ricardo Martinelli


Estimado Señor Presidente Electo:


Lo que muchos sospechábamos quedó comprobado la noche del sábado 20 de junio en la edición especial del programa Debate abierto que se transmitió en Telemetro: la fusión del INAC con el IPAT. De no haber sido porque Edwin Cabrera no menciona la palabra “cultura” (porque para Álvaro Alvarado parece que no existe) nunca hubiesen tocado el tema en el programa. Pero esto no me sorprende de un medio de comunicación para quien la violencia es un buen negocio y la cultura brilla por su ausencia. Pero dejemos esto a un lado, señor Presidente electo, y permítame tres minutos de su valioso tiempo.

Con todo el respeto que usted se merece como Presidente electo de este país, y con el derecho que tengo como ciudadano de aportar ideas que puedan mejorar la calidad de vida de todos los panameños, me tomo la libertad de escribirle esta carta abierta con el propósito de persuadirlo a usted del grave error que está a punto de cometer.

No me cabe la menor duda de que en su equipo de gobierno hay personas inteligentes que pueden aportar ideas para construir una nueva nación más acorde con la visión de país que tienen los panameños. Pero créame cuando le digo que el que le haya dicho que fusionar el sector cultura con el sector turismo, es una buena idea, está equivocado, no sabe nada sobre el tema o, por el contrario, sabe bien que lo que está proponiendo reunirá los elementos para el desastre del país.

Estoy completamente seguro que, a pasar de que me he tomado la libertad de escribir esta carta a título personal, arriesgando incluso mi trabajo (soy funcionario público en el INAC), habrá muchas personas de las artes escénicas, de las artes plásticas y visuales, del sector audiovisual, del editorial, de la música y el diseño, del patrimonio, gestores y agentes; en fin, actores y mediadores de todos los sectores y subsectores de la cultura, que no estarán de acuerdo con esta idea de la fusión INAC-IPAT, porque el problema del desarrollo cultural en Panamá, mi estimado señor Presidente, no se remediará con “batidos” que a lo último lo que crearán será más “tensiones” y “crisis” en el sector.

Puede usted consultar con los expertos internacionales, sino cree en los de su patio. Hasta en países más pobres que el nuestro existe un Ministerio de Cultura. Pero bien, si usted no cree en un Ministerio, porque tal vez no estamos preparados para eso, lo que debe hacer usted es fortalecer la institucionalidad del INAC. Tal vez lo que el INAC requiera es de un proyecto de reingeniería que lo ayude a funcionar mejor; pero una fusión lo que haría es debilitar más lo que ya se tiene. El INAC perderá la poca institucionalidad que le queda y desaparecerá. Usted tiene la libertad de pensar que existe miedo a lo desconocido, pero no es así. Revise antes la historia y entenderá lo que estamos hablando.

El problema de la cultura en Panamá tiene que ver con un complejo sistema de relaciones que operan y se configuran dentro de lo que se conoce como gestión cultural. Esto implica fortalecer y definir una serie de cosas como la articulación del Estado con sus instituciones culturales y los gobiernos locales, con los centros académicos, con las agrupaciones cívicas, con el sector privado, etc. Para que la gestión cultural sea efectiva, se requiere de crear un nuevo concepto nacional de desarrollo cultural orientado a materializar los discursos y reflexiones que se encuentran implícitos en los conocimientos y reflexiones que se han hecho sobre el tema.

De seguro usted ha escuchado hablar de cosas como democratización de la cultura, desarrollo cultural, diversidad cultural, gestión cultural, entre otras nociones sobre el tema; le aseguro que ninguna de estas cosas se concretizarán si se da la mentada fusión: esto lo que seguramente persigue es ver a la cultura como un espectáculo. Los turistas llegan a Panamá y se van con sus fotos muy felices, pero el país no es una postal, señor Presidente, sino un espacio donde nuevas tensiones emergentes crean conflictos internos que requieren con urgencia de una política cultural de Estado.

No quiero alargarme más, señor Presidente electo. Seré enfático: la violencia en todas sus formas no disminuirá sólo con mano dura; la educación no cambiará sólo con hacer mejores escuelas; el problema del transporte no se humanizará con un metro; el ambiente no dejará de estar en peligro solo con nuevas leyes; todos estos problemas y muchos más, tienen que ver con el desarrollo cultural: la cultura de la paz, la prevención de la delincuencia, los proyectos de vida en localidades de alto riesgo, la cultura ciudadana, la cultura ambiental son nociones que pueden ejecutarse articuladamente desde la cultura. Usted prometió cambio, pero el cambio no vendrá sin cultura; somos creyentes de esta postura. La fusión que pretende, será un llamado a la “defunción” del arte.


Carlos Fong

El autor es Escritor y Promotor de Lectura.

Miembro del Foro Nacional del Libro y la Lectura y

de la Asociación de Escritores de Panamá.

viernes, 5 de junio de 2009

Para entender al panameño


Una aproximación a la identidad nacional del panameño.

El tema de la identidad nacional panameña representa uno de los problemas más importantes que merece atención y estudio. En el marco de la globalización y de las nuevas configuraciones que redimensionan el imaginario de los pueblos, vale la pena preguntarse: cómo son retomados los referentes identitarios de la nación; cómo se define lo nacional después de 1999 en que Panamá se edificó "soberana"; cómo se analiza la conformación de la cultura nacional entre los grupos étnicos, populares y dominantes; qué es eso de la nación-soberana; ¿es acaso un concepto romántico?; y qué es la Patria en el marco de los nuevos procesos comunicacionales, de urbanización, educación, industrialización, etc. Hoy día estamos más llenos de interrogantes sobre el tema de la panameñidad y la nacionalidad que es necesario que los estudios culturales se fortalezcan más en nuestro país.

En esta ocasión, el Espíritu del Nuchu le da una mirada a un nuevo libro del escritor panameño con tema de la identidad nacional, para sumarse a la lista del acervo nacional que existe ya editado (algunos de esos títulos ilustran este blog). Para entender al panameño: una aproximación a su identidad cultural del doctor Octavio Tapia Lu ganó el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en el 2008 en la sección ensayo. La obra será presentada, con el resto de los ganadores del Miró de ese año, el jueves 18 de junio en el Salón Roberto Lewis del Teatro Nacional de Panamá, a las 7:00 pm.

La obra del doctor Tapia hace un recorrido del problema de la identidad iniciando desde el periodo de la conquista: el tránsito y el intercambio precolombino en el Istmo; la mentalidad del conquistador; la conquista y su incidencia cultural en el conquistado; la mentalidad de tránsito; la identidad y la educación colonial; la independencia del coloniaje español.

Luego se detiene en el periodo colonial donde analiza: la situación del Istmo ante la Independencia de España y su anexión a la Gran Colombia; la mentalidad del panameño urbano y rural; la fiebre del oro en California y la cultura de la pobreza en Panamá; la construcción del ferrocarril de Panamá; la construcción del Canal de Panamá; la consecuencia ideológica de la Guerra de los Mil Días y la Independencia de Colombia.

Finalmente se analizan los principales elementos que constituyen la identidad en el periodo republicano: la construcción del Canal y la “Zona del Canal”; los movimientos sociales y el proceso de identidad de enero de 1964 y el sentimiento identitario; el periodo militar y la identidad nacional; la invasión norteamericana: el deterioro de la memoria histórica; la reconstrucción de la identidad. Finalmente el libro termina estudiando la educación y sus componentes que han influenciado en la identidad, los valores e integración.

Dado que este año se cumplen 20 años de la Invasión del ejército yanqui a nuestra Patria, Mirada de Nuchu ha elegido un fragmento del libro del doctor Octavio Tapia sobre este tema que para nosotros representa una gran ruptura en la historia nacional y que de muchas formas ha decantado la identidad nacional. Ilustramos el texto con algunas de las portadas de libros de autores panameños que han escrito sobre la Invasión.

C.F.

La Invasión norteamericana a Panamá y el deterioro de la memoria histórica.
(Fragmento tomado del libro: Para entender al panameño: una aproximación a su identidad cultural de Octavio Tapia Lu).

Un conjunto de condiciones aparenciales y no aparenciales, apuntaron a las causas de la invasión norteamericana,que van desde un proceso de descomposición e inestabilidad social existente en el país, hasta las inducciones por intereses políticos, económicos e ideológicos. Las distintas interpretaciones de la bárbara invasión, coinciden en que fue la peor intervención norteamericana en la historia de las relaciones entre ambos países.
La injerencia en los asuntos internos nacionales, paulatinamente agravados durante los años 1986 a 1989, con la intensificación de las actividades militares norteamericanas, fue el resultado de al menos tres procesos aparenciales, estrechamente interactuantes.

En primer lugar, los intereses geopolíticos norteamericanos en la región, de mantener la permanencia militar del Comando Sur en nuestro país y en la región, en su lucha contra el narcotráfico; en segundo lugar, la agudización de las condiciones necesarias en cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter, justificarían mantener el control, defensa y administración del Canal; y en tercer lugar, estimular las condiciones de un “ambiente social y político inestables”, inconvenientes para el funcionamiento estable y seguro del Canal y de la región interoceánica.

Pero la invasión a Panamá respondió a otros motivos. La lucha antinarcótica fue su expresión aparente, desde la lectura de la identidad del panameño y su sentido de pertenencia, pueden señalarse:

1. Alterar el progresivo desarrollo de la conciencia identitaria y el sentido de pertenencia, expresadas a través de la participación política, social e ideológica de la población, en sus movilizaciones, en su capacidad organizativa y su nivel de madurez social, los cuales permitieron a la población media panameña, nuevos imaginarios sociales inexistentes en su conciencia.
2. Desarticular el sentido de cohesión social de la población, en especial la juventud, alentando la inmovilidad, la incertidumbre, la desorientación ideológica, la desinformación y la desculturización, los que respondían a intereses desestabilizadores del país.
3. Disminuir el sentido de identidad y de pertenencia al país total, en especial hacia la Región Interoceánica y al Canal. La humillación y la indignidad, fueron condiciones creadas dirigidas al deterioro de la memoria histórica, al olvido y a la baja autoestima de la población. La invasión demostró al pueblo panameño el temor y la inseguridad de vivir en su propia tierra, en su propio barrio, se sintió enemigo en su propio país. Sin sentimiento de pertenencia, no hay capacidad para dirigir su propio destino.
4. A nivel internacional, la estigmatización del panameño y del país, asociado al tráfico de drogas y al lavado de dinero, lo cual, en el contexto de la lucha antidrogas, estimulaba la desconfianza de la opinión mundial hacia la nacionalidad panameña, en especial la del mundo marítimo, en torno a la imagen de responsabilidad, seriedad y madurez, para la administración y manejo del Canal, exactamente a diez años previos de su traspaso a manos nacionales.
5. Los resultados psicológicos deseados de la invasión, fueron orientados hacia un sentimiento de incapacidad, frustración y baja autoestima de la población panameña, lo cual debilitaría la autoconfianza para la administración eficiente del paso interoceánico, importante engranaje del Comercio Marítimo Mundial.

A pesar de esos objetivos, la invasión aglutinó a amplios sectores de población, en especial la menos favorecida del país. Produjo sentimientos de solidaridad humana, resistencia a la adversidad, capacidad de adaptación, de asimilación y de sobrevivencia al caos.

El saqueo generalizado fue en gran parte la expresión de lo anterior, como también lo fue la participación de civiles y de soldados militarmente abandonados a su suerte, que defendieron la dignidad Patria.

La invasión fue inhumana, brutal y bárbara por la superioridad militar y la maquinaria de guerra del ejército más poderoso de la tierra, ensañado contra la pequeña Patria, humillada, innecesariamente. La población derrotada, emocionalmente, impotente e identitariamente “castrada”, ante la intensidad de la invasión, han quedado registrados en la historia y rescatados del olvido en la pluma de diversos autores quienes de un modo u otro, relatan los sangrientos hechos de guerra contra un pueblo indefenso, con la intervención de más de 30,000 soldados norteamericanos y la más moderna tecnología militar, incluyendo el avión Stealth, invisibles a los radares. (Fábrega,2002;167) ¿Cuáles radares?, ¿cuál capacidad ofensiva panameña, que no fuera su propio orgullo y deseo de vivir en paz?. Diversos autores coinciden en la opinión que fue un ensayo para la Guerra del Golfo.

Fueron las consecuencias emocionales e ideológicas los efectos más graves de la invasión. Este acontecimiento impactó de tal modo en los esquemas de razonamientos comunes, que la recuperación económica y la reorganización político-administrativa post-invasión, no fueron suficientes para reponer el costo moral e ideológico. Me refiero a los efectos en la conciencia social, manipulada con mecanismos de racionalización, tales como: “la invasión necesaria”, “fue inevitable” y “deseada por la población”, argumentos que respondían a un proceso inducido, deformante de la conciencia del panameño medio.

La invasión y después de ella, deformó la idea de nación, animó el interés personal y la indiferencia social como elementos desmovilizadores, profundizó una inversión de “valores” sociales necesarios para la convivencia social, el sentido de tolerancia y la paz. Ello afectó la identificación de nuestra memoria histórica, simplificó la percepción de la vida y las causas reales de los hechos, se deterioraron las relaciones entre los individuos y se canalizó una cultura inmediatista del espectáculo, las luminarias, la banalidad temática y las relaciones superficiales entre los panameños.

Formó, además, parte de este escenario, el abandono del trabajo científico y político con la juventud, la carencia de profundidad teórica y el alcance del pensamiento y la reflexión, la dificultad para el desarrollo de la conciencia crítica, madura y objetiva, la percepción confusa de la realidad social con demasiada inversión de energía gastada en la atención a lo fatuo, lo superficial, lo no importante, lo innecesario y lo mágico, en detrimento de lo esencial y lo permanente. Estas relaciones, en su conjunto, han incidido en un nivel de desarrollo de la conciencia social del panameño.

Ahora bien, a pesar del daño producido por la irracionalidad política, la pérdida de la memoria histórica, las actitudes sociales inmaduras, el comportamiento del “sálvese quien pueda”, el oportunismo, el “juega vivo” como estilo de vida, el deterioro de valores y de principios, las ambiciones del poder, la baja autoestima, la desconfianza en sus propias capacidades y la estimulación del individualismo, aún es posible rescatar y reconstruir en el joven panameño, valores e ideales de credibilidad en sí mismo y el cambio de actitudes, que le permitan participar e interpretar con dignidad, nuevos horizontes y esperanzas, en la construcción de nuestra identidad nacional.


OCTAVIO TAPIA LU
Nació en la ciudad de Panamá, en octubre de 1947. Es Psicólogo de la Universidad Santa María La Antigua, Sociólogo de la FLACSO en Chile y doctor en Ciencias de la Educación (Summa Cum Laude) de la ULACIT - Panamá.
Actualmente es Catedrático Titular de la Universidad de Panamá en la Escuela de Sociología de la Facultad de Humanidades, donde labora desde hace 34 años. Ha sido profesor de la USMA, ULACIT, UDELAS, UDI, UTE. Fue investigador del Programa Centroamericano de Ciencias Sociales CSUCA en San José Costa Rica y ha ocupado distintos cargos de direcciones académicas e investigativas de la Facultad de Humanidades. Director fundador del Instituto del Canal de Panamá y Estudios Internacionales de la Universidad de Panamá. Ha sido además, asesor organizacional de empresas nacionales y consultor de Organismos Internacionales.
Es profesor investigador en áreas especializadas de la Psicología, Sociología, Antropología y Educación, entre otras. En sus investigaciones y ensayos académicos se distinguen libros y artículos en revistas especializadas tanto nacionales como extranjeras. Algunos de sus libros se registran con los títulos de Mecanismos ideológicos de legitimación del sistema de clases en Panamá (1978), El estereotipo social y la estimulación de la intolerancia religiosa (1989), Genocidio en Panamá (1991), La idea de esperanza social en el panameño urbano (1995) y artículos diversos en revistas nacionales e internacionales.
Ha realizado ponencias magistrales en Congresos científicos en universidades y organismos científicos, nacionales e internacionales, brindado conferencias en Seminarios en universidades, unidades académicas, Institutos, Centros de investigaciones y organismos nacionales e internacionales.
Obtuvo el Premio Ensayo 2003 de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la Universidad de Panamá con la obra Ciencia, tecnología e identidad nacional y el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en la Sección Ensayo 2008, con la obra Para entender al panameño: una aproximación a su identidad cultural.

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