Carlos Fong
La creación de un sistema eficiente de bibliotecas públicas,
y de bibliotecas escolares óptimas y con programas monitoreados. La elaboración
de contenidos y materiales para docentes, bibliotecarios y promotores de
lectura. Los diagnósticos sobre el comportamiento lector. La articulación
institucional e intersectorial. Los programas de rescate de la tradición oral,
y de lectura para personas con discapacidad y equidad de género. La apropiación
de espacios no convencionales para promover el libro y la lectura. El enfoque
regional con énfasis en la atención a las comunidades indígenas, afro
descendientes y poblaciones inmigrantes, privados de libertad y LGBT.
Estas son a penas algunas de las gestiones estatales que
componen una política pública de lectura y que llevan a cabo algunos países de
Iberoamérica a través de sus planes de lectura.
El VII Encuentro de la Red Iberoamericana de Responsables de
Políticas y Planes de Lectura, que se realizó recientemente en Cusco, Perú,
permitió crear un espacio para la discusión, la reflexión y el intercambio de
experiencia en torno a las políticas, planes y estrategias que fortalecen el
sector del libro y la lectura en la región.
En la conferencia "Panorama de los planes de lectura en
Iberoamérica", que presentó Jeimy Hernández, coordinadora del área de
Lectura y Bibliotecas del Centro Regional para el Fomento del Libro en América
Latina y el Caribe, Panamá no salió bien parado, pese a que desde el 2007
tenemos un plan de lectura bien estructurado con los lineamientos de acción
puntuales.
El problema de las políticas de lectura en nuestro país ya
lo hemos planteado por escrito en varios trabajos de investigación que hemos
publicado. Son muy parecidos a los que tienen otros países hermanos en la
región: indiferencia de parte de las autoridades que toman las decisiones
políticas, falta de recursos y poca o nula articulación intersectorial e
institucional.
La reunión en Cusco permitió hacer muchas reflexiones y se
realizó un taller para construir una agenda de cooperación sur-sur de
RedPlanes. Los países con más problemas tuvieron la oportunidad de conocer cómo
otros países como Chile (que hace a penas dos años tiene un Ministerio de
Cultura) y Colombia, tienen planes de lectura dignos de envidiar. Esto lo han
logrado porque sus gobiernos han insertado la importancia de la lectura en la
agenda de Estado.
El plan de lectura de Chile, por ejemplo, está articulado
con nueve instituciones, entre ellas el Ministerio de Desarrollo Social y los
de Economía, Vivienda y Presidencia. En nuestro país no hemos logrado ni
siquiera articularnos con Educación, porque cuando se piensa en términos de
lectura se piensa que es un problema solo de educación. Tenemos esperanza de
que el actual gobierno recupere las articulaciones que se hicieron hace quince
años cuando nació el plan de lectura de Panamá.
Uno de los caminos posibles para recuperar la relación entre
las prácticas socioculturales de lectura que vinculen a los sujetos, la
ciudadanía y a todas las instituciones, es hacer una mirada desde la política
que permita reconocer que la lectura es, sí, un derecho, pero un derecho que
requiere posicionarse como una prioridad en la educación y la vida cotidiana de
todos.
La Prensa, 14 septiembre, 2019.
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