Le tengo un cariño especial a la isla de Taboga por varias razones. Por su relación con la cultura: fue la Isla Mágica de Rogelio Sinán y de Raúl Leis; la inspiración de Paul Gauguin y Roberto Lewis; es una perla en el Golfo de Panamá y un jardín de flores; hemos llevado libros en varios proyectos y hemos contado cuentos en varias ocasiones. Tengo amigos en la isla que son hermosas personas proactivas y brillantes. Es una península realmente mágica con cuentos y leyendas, mitos y costumbres.
Pero (siempre hay un pero) en Taboga todo es muy caro y eso dificulta que uno pueda ir con la familia a pasar un fin de semana o un solo día con su familia. Sin contar el pasaje que es más caro que ir a Chiriquí, pagas por cambiarte de ropa, por hacer pipi, por tener sombra, por sacarte el agua salada del mar. La comida es lo más caro. Mala gestión del turismo local. Creo que deben diseñar un plan estratégico que ayude a los negocios de la isla sin pasarse con el turista local.
En una isla las cosas se encarecen porque cuesta trasportarlo todo y el combustible de las naves es caro. Por eso todo sube de precio (hasta los billetes de lotería). El agua es un tesoro que hay que apreciar porque, aunque no es potable, cuesta cultivarla a punta de bombas que consumen electricidad. Sin embargo, creo que los precios de las cosas deberían de ser más generosos con el turista local porque no hay ninguna diferencia con los extranjeros que, de pronto, no digo que debe ser así, tienen más dinero porque vienen preparados para gastar. No es fácil para una familia panameña de cuatro personas pagar por un almuerzo que cuesta 16 ó 19 dólares (hay más caros). He comido más barato en Kuna Yala y Boquete, incluso en el Casco Viejo, y no estoy mintiendo.
Las autoridades deben sentarse con los emprendedores, artesanos y empresarios para estudiar el tema y buscar una solución que sea viable para las personas que visitan la isla. Una solución para que todos estemos felices y no una decisión arbitraria que va a alejar al turista local, solo por favorecer a los dueños de los restaurantes y negocios que pululan en la isla.
A parte, y esto es una crítica sana, las áreas de balneario de la isla necesitan más cariño y cuidado porque hay basura. Se han descuidado en eso. La gente que va a la isla, pienso, no lo hace tanto por ir a la playa porque sale más barato ir a las playas que hay después del puente o, incluso, a Veracruz. Pienso que ir a Taboga es por la experiencia de ir a una isla, disfrutar los 30 minutos en el Ferri (donde dicho sea de paso venden bebidas alcohólicas mientras a la gente se las quieren prohibir llevar, ojo) con la esperanza de ver un delfín o una ballena cosa que no pasará al menos que tengan mucha suerte. Desde que uno llega a isla Flamenco, donde se toman los barcos para viajar (hay otro muelle en Amador cerca al Puente de Las Américas) todo está caro. Un café sale tan costoso como en el aeropuerto de Tocumen. Es realmente un lujo. Ni pienses en comerte un helado.
Espero que las autoridades de Taboga encuentren una solución y se hagan la pregunta de por qué la gente lleva su comida, agua y hasta el guaro para no comprar allá. Ojalá la imaginación y la creatividad los iluminen o Taboga ya no será mágica, sino inalcanzable.
Carlos Fong