Nota:
Revisando algunos textos para una posible antología que quiero hacer sobre
artículos políticos, éticos y culturales, me encontré con este publicado en La
Prensa en 1995. Ahora se me ha antojado escribir unas “nuevas instrucciones”
para matar a un niño, ya que existen nuevos rituales y ceremonias de sacrificio
en estos tiempos de los cuales los niños de hoy están amenazados. Es un desafío
literario para mí hacer este inventario; recuerdo que sufrí haciendo la
investigación para escribir el artículo de 1995. Tal vez, en la actualidad, los
enemigos son más peligrosos e invisibles; pero no menos vulnerables al poder de
la palabra. Les regalo el primer texto mientras pienso un poco y me preparo a
sufrir una vez más.
cf
ALGUNAS
INSTRUCCIONES PARA MATAR A UN NIÑO
Por Carlos Fong
No
se alarme ni se preocupe, es una moda social de nuestras civilizaciones
modernas, semi-modernas y subdesarrolladas: matar niños es muy fácil y casi un
arte actualmente. Lo más clase es que usted no necesita ser un profesional, ni
requiere de experiencia previa, poca creatividad o imaginación. El único
requisito: ser completamente indiferente, insolidario y cerrado en sí mismo. No
importa su clase social, su ideología o creencia cultural; usted puede ser un
perfecto asesino de niños. Y si cree que no es capaz porque carece de actitud y
creatividad, aquí le van algunas instrucciones sencillas y prácticas para poner
en acción.
Lo
primero que va a necesitar es un niño, desde luego. Si no lo tiene a mano, no
se preocupe: no es difícil de conseguir. Existen muchos de ellos abandonados en
las calles de nuestro hermoso país. Los puede encontrar vendiendo rosas,
pastillas, limones o limpiando vidrios de autos a cualquier hora del día o la
noche, cosa que permite ahorrarse tiempo y molestias. Si no le gustan los niños
urbanos, puede encaminarse al interior del país donde podrá encontrar una gran
variedad de niños, bastantes desnutridos, inválidos e ignorantes lo que será
fantástico porque son más fácil de matar.
Es
menester que consiga su niño rápido. Ahora, si usted es de gustos importados,
no hay problema: en toda la región centroamericana hay miles de niños
abandonados que usted puede adquirir con buen contacto y un poco más de mil
dólares. Le aconsejamos Guatemala, Honduras o El Salvador para su búsqueda. Si es usted de
gustos aún más interesantes entonces le recomendamos los bellos niños
suramericanos. En Colombia los puede encontrar en las alcantarillas de los
barrios bajos. En Perú, en los lavanderos de oro. O si prefiere un hermoso
adolescente carioca diríjase a Brasil a cualquiera de sus famosas favelas donde
sin duda lo encontrará. Si es usted aún más exigente y exótico le recomendamos
el niño hindú, israelí, bosnio o croata, aunque la identidad es cuestión de
gustos ya que un niño es al fin y al cabo sólo un niño.
Hay
muchas formas de matar a un niño. No obstante, considere la posibilidad de que
un niño le puede antes servir de mucho. En una crisis económica tan profunda
como la nuestra, el niño puede ayudar mucho trabajando. Existen muchos trabajos
que puede el niño hacer: vender cosas en la calle, prostituirse, pedir limosna,
etc. Pero primero tendrá que acostumbrarlo a la idea (antes de matarlo por
supuesto). Comience viéndolo no como un ser humano sino como una máquina o
propiedad, así eliminará cualquier inútil sensibilidad. Quitele su dignidad
irrespetándolo y abusando de él constantemente. Arrebátele cualquier esperanza
hacia el futuro: no tenga jamás piedad.
Si
ya ha conseguido lo que quería del niño, prepárese para matarlo. La violencia
doméstica es recomendable en familias en vías de desintegración. Palizas,
ahogamientos, estrangulamientos, envenenamientos son bastantes efectivos. Pero
no menos efectivas son las muertes causadas por desnutrición, ceguera,
demencias crónicas, neumonías, diarrea, sarampión, tétano o tos ferina.
Recuerde que por semana 250 mil niños mueren de estas enfermedades, así que
nadie notará que usted mató al suyo. Además, los gobiernos y la empresa privada
están demasiados ocupados con sus problemas “reales” para preocuparse por algo
que ya no es noticia porque pasa a cada rato.
No
tenga miedo de matar a su niño. Lo hacen los grandes países industrializados
como Estados Unidos, España, México o Brasil, ¿se va a dejar ganar? Si no
quiere participar directamente del asesinato, entonces le recomendamos que
venda a su niño, lo cual le servirá como una segunda entrada económica.
Véndaselo a los traficantes de niños que estos mercaderes de ángeles harán buen
uso de sus órganos internos y de sus ojos. También podrá ofrecerlo a los
narcotraficantes que los necesitan para su negocio. O bien a los escuadrones de
la muerte o grupos de limpieza social que no dudarán en matarlo.
Si
conserva usted todavía rastros de sensibilidad humana y no quiere salpicarse de
sangre, no se preocupe, hay otras formas de matar a un niño. Enséñele a que se
autodestruya él mismo. Si su niño tiene menos de 5 años será bien fácil y hasta
divertido: sustitúyale los juguetes sencillos que estimulen la imaginación y la
creatividad por juguetes monstruosos y violentos: como soldados autómatas,
artefactos electrónicos que disparen y persigan, pero no educan ni estimulan la
imaginación. Incúlquele la moral de la violencia y la destrucción. No pierda el
tiempo educándolo con esa falacia de los valores morales. Enséñele la cultura
de la intolerancia y el odio.
Si quiere matar a un niño, ni se le ocurra regalarle un libro. |
Muy aconsejable es el abuso de la televisión si usted quiere que su niño muera espiritualmente. Esclavícelo a la TV. Constrúyale un espíritu pasivo. Una buena dosis diaria de publicidad le formará una filosofía individualista del utilitarismo. Otra buena dosis de cómicas con monstruos, películas hiperviolentas y novelas estúpidas le recortarán su sensibilidad e inocencia y pronto tendrá usted un pequeño monstruo en casa que no demorará en cometer un delito escandaloso que llamará la atención de los medios de comunicación sensacionalista y del público morboso, permitiéndole a usted ser muy famoso en esta sociedad enferma y deshumanizada.
Exclúyalo,
reprímalo, enséñele a odiar todo lo que esté correcto o sea diferente. Así se
sumará a la gran generación X. Demuéstrele que el mundo es material y que su
explotación es necesaria. Que hay que destruir la capa de ozono, sobrecalentar
el planeta, acabar con los bosques tropicales, matar a los animales inútilmente
y contaminar los mares. De esta forma el niño estará condenado a vivir en un
mundo lleno de contaminación, corrupción y conflictos bélicos que terminarán
con su propia existencia.
Si
con estas instrucciones usted no se decide a matar a un niño. Si con estos consejos usted cree aún que los niños son la
esperanza, entonces quizás usted no deba matar a un niño. Pero recuerde: la
mayoría de los niños del mundo son pobres, y la mayoría de los pobres son
niños. Y ocho millones de ellos morirán anualmente gracias a su indiferencia
que es suficiente. Así las cosas, pronto tendremos nuevas leyes que se
encargarán de matar a los niños, nuevas guerras, más hambre y miseria. De
cualquier forma: sólo son niños.
La Prensa /Miércoles 1 de Noviembre de 1995, Panamá.
Basta la indiferencia para borrar su felicidad. |