sábado, 28 de octubre de 2023

Con la juventud se construye un nuevo relato

Carlos Fong

Desde las relaciones públicas de la minera se realizó una campaña por los medios que dice: “Con datos, se acaba el relato”. Con esta consigna se quiere dar a entender que los argumentos de los sectores que están en contra de la minería están basados en ficciones, en relatos o narraciones sin fundamento, frente a los datos de la minería que benefician a la población.

Sin embargo, hoy se escribe un nuevo relato en las calles. Es un relato de lucha y de resistencia. Es una narrativa que escriben los jóvenes con sus voces, con su valor y su coraje. Ellos, los jóvenes, los que siempre criticamos de muchas formas, son los que están en las calles de día defendiendo los derechos de todos.

Este relato que escriben los jóvenes hoy lo hacen desde distintas dimensiones de la ciudadanía.

La dimensión civil, que permite ejercer el derecho y deberes de los ciudadanos sustentada en la igualdad y la libertad; la dimensión política, que se basa en los derechos de asociación y de participación política para ser parte de las formas democráticas que permiten la toma de decisiones; una dimensión social, donde asisten los derechos y los deberes relacionados al derecho de justicia social y a la garantía de un nivel digno de vida; una dimensión cultural, donde las identidades, la pluralidad y la diversidad son parte del patrimonio cultural de una sociedad saludable que se expresa desde la multiculturalidad. Incluso, desde una dimensión económica que posibilita a los ciudadanos como sujetos responsables en las decisiones económicas que afectan a la sociedad.

Entonces, estamos ante una juventud que tiene claro sus derechos desde distintos espacios de reflexión y que tiene un concepto claro de la noción de soberanía; una palabra que parecía que habíamos conquistado, pero que vuelve a estar en riesgo porque la minería es otra forma de enclave colonial que atenta directamente contra el patrimonio natural. Estamos ante una juventud que reivindica el valor de la libertad y este no es un dato de ficción ni es mero romanticismo, sino una puntual y firme conciencia social y ambiental.

Si bien es cierto que las manifestaciones y protestas están conformadas por una población heterogénea, no es menos cierto que la juventud se ha destacado con una muestra de civismo que solo tiene un antecedente inmediato en el año de 1964, cuando la juventud salió a la calle a defender la soberanía nacional.
 

La juventud se construye desde diversas articulaciones de la realidad social, pero muchas veces no es escuchada, porque para algunos sectores los jóvenes no constituyen formas de participación colectiva y, en muchos sentidos culturales, sus voces no son tomadas en cuenta como debe ser por las instituciones oficiales.

Las identidades juveniles son construcciones históricamente situadas y significadas y la historia inmediata lo ha demostrado. Los jóvenes influyen y son influidos por procesos que expresan los cambios que viven nuestras sociedades y hoy día esos cambios afectan directamente sus vidas y por eso tienen el derecho de participación. Las juventudes son construcciones heterogéneas y lo hemos visto en las calles, son identidades vulnerables y al mismo tiempo con una fuerza capaz de resistir y validar sus derechos.

Las acciones de la juventud en el contexto de la discusión de la minería a cielo abierto construyen nuevos significados de ciudadanía y plantean la posibilidad de que retomemos el tema de la educación desde tres escenarios.

El primero es que debemos ampliar nuestra mirada de la formación en ciudadanía más allá de la educación en valores y empezar a educar en la formación en política. Es decir, la ciudadanía como expresión de lo político. Los jóvenes están demostrando que la conciencia política es vital en sociedades democráticas.

Otra mirada es la incorporación de metodologías y de estrategias para el reconocimiento de los verdaderos valores del desarrollo sostenible y poder educar para rescatar el diálogo con la naturaleza y salir del analfabetismo ambiental en el que estamos inmersos y del cual se valen empresas extranjeras para comprar el país y explotar sus recursos

La última mirada es rescatar una educación para el reconocimiento de la diversidad porque en la medida en que miremos la otredad y la pluridiversidad de identidades, podremos, desde las distintas colectividades, respetar el derecho de opiniones; sobre todo, a reconocer la participación del otro que, a la hora de la hora, es la mejor forma de que todos se sientan representados al momento de defender los mismos derechos.

En un estudio de varios autores titulado “Ciudadanía juvenil: una breve revisión”, se cita a Jorge Benedicto Millán: “Los jóvenes, por tanto, se hacen ciudadanos cuando irrumpen en la esfera pública, ejercen los derechos que van adquiriendo y reclaman su participación en la toma de decisiones colectivas; es decir, realizan una serie de prácticas que van dando forma a una peculiar experiencia cívica”. Tal vez esas experiencias cívicas de nuestra juventud se resumen en un dato que sí construye un relato: Panamá vale más sin minería.

La Prensa, 28 de octubre de 2023

sábado, 21 de octubre de 2023

Otra oportunidad para la lectura


 Carlos Fong

Últimamente, escucho hablar sobre la lectura. ¿Tal vez existe esperanza? Para el año 2008, el Foro Nacional del Libro y la Lectura de Panamá logró darle forma a lo que después sería el primer Plan Nacional de Lectura de Panamá. Para entonces se empezó con un buen pie y la asesoría profesional. El primer borrador del Plan Nacional de Lectura: Para leer Panamá nació el jueves 27 de diciembre de 2007 en la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero. La historia de este documento, de gran importancia para el país, está llena de intrincadas peripecias. Desde el año 2005, cuando se celebró el Año Iberoamericano de Promoción de la Lectura, Panamá inició la búsqueda, igual que muchos países de la región, para contar con una política de lectura coherente con la realidad del país.

¿Qué ha sucedido en todo este tiempo que no ha permitido que la lectura sea política pública del país? ¿Qué fue destruyendo la esperanza de un Panamá lector? La respuesta es muy simple de resumir. Los sucesivos vaivenes de la política partidista, la falta de gobernanza y de institucionalidad, la poca o nula compresión del problema de la educación, la violación directa a la Constitución, entre otras cosas, han frenado y hasta han tratado de desaparecer un tema que es de vital importancia para la educación y la cultura. La historia inmediata nos cuenta un relato donde las políticas de lectura no han podido concretizarse como parte de un proyecto de país, porque no se ha entendido el sentido de una verdadera política de lectura y su relación con la educación.

Mucha agua ha corrido por este río que relata una historia de indiferencia y de falta de voluntad política, pero, sobre todo, de falta de interés de querer cerrar una de las brechas más importantes de la educación. También es una brecha social, porque tiene que ver con los derechos culturales de las personas. Es por eso que en los acuerdos del Pacto Agora uno de los principales lineamientos de la política fue implementar el Plan Nacional de Lectura, como marco general de programas institucionales que promuevan una sociedad lectora, pero el incumplimiento de la legislación, en primera instancia, que establece la asignación de fondos para el desarrollo y fortalecimiento de la cultura, y el presupuesto insuficiente que cada vez es menos para la cultura, no permiten que un tema tan importante sea tratado en serio.

Otra dificultad que históricamente encontramos los que trabajamos en procesos de gestión cultural desde la lectura, la escritura y la oralidad, es que nos ha tocado trabajar con la agenda de autoridades que perciben que el tema de la lectura es un problema de Meduca o que las acciones destinadas a fortalecer el hábito de la lectura consisten en condicionar la lectura y por eso crean programas basados sólo en la lógica de la competencia que parece ser la solución.

No parecen entender que para desarrollar una política de lectura que trascienda se necesita del desarrollo de acuerdos con acciones articuladas entre otras instituciones, porque el problema de la lectura, la escritura y la oralidad tiene solo sentido cuando va más allá de las aulas de clases, porque estamos ante un ecosistema donde leer, hablar y escribir bien son condiciones imprescindibles en una sociedad democrática que reconoce los derechos de los ciudadanos a partir de su educación. 

Otro problema que parece mermar las condiciones para crear una política de lectura es desconocer cómo favorece el desarrollo sostenible. Existen estudios, como el elaborado por el Laboratorio Contemporáneo de Fomento de la Lectura, que hacen una exposición sobre la lectura y los ODS, donde podemos leer: “La lectura no debe contemplarse exclusivamente como una práctica cultural que transforma la vida de las personas o que se relaciona con ciertos servicios públicos, sino también como la materia prima en torno a la cual operan industrias creativas e instituciones y servicios culturales que constituyen un recurso notable para generar medios de subsistencia y generación de valor añadido en la economía de cada país”.

Esto es así porque la lectura es una herramienta multiuso dentro del ecosistema de la sociedad. La lectura está implícita en todo el universo como instrumento básico de comunicación. Desde centros formativos, instituciones, organizaciones, industrias creativas, nuevas tecnologías, sector empresarial, la lectura es un ente sistemático que genera valor en el sistema económico y político. Porque para ser un verdadero ciudadano productivo, con aspiraciones de superación y deseos de defender la libertad, se requiere robustecer la conciencia y tener compromisos que no se comprenden ni se ejercen si no se sabe leer y escribir.

Es cierto que existen muchas maneras de garantizar la libertad y el ejercicio de la democracia, pero sin duda alguna uno de ellos es vivir en sociedades lectoras. Una sociedad lectora no quiere decir que todas las personas sean súper lectores o que tengan bibliotecas en su casa. Basta con que los ciudadanos tengan acceso a una educación de calidad, que tengan bibliotecas dignas y acceso a la información y, sobre todo, que sepan leer y escribir bien. Para eso se requiere de políticas culturales de lectura articuladas y verdaderamente gestionadas que fortalezcan el verdadero desarrollo. Estamos ante una nueva oportunidad para la lectura y no la podemos perder.

La Prensa, 21 de octubre 2023

viernes, 13 de octubre de 2023

Rogelio Guerra Ávila: modelo para narrar la identidad

 

Rogelio Guerra Ávila

La XLVI Semana de la Literatura Panameña, Rodrigo Miró Grimaldo, que organiza el Departamento y Escuela de Español de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá, dedicó un espacio al estudio de la obra del escritor Rogelio Guerra Ávila. Desde nuestra mirada, este autor es el más representativo de su generación que ha trabajado la novela de corte histórico.


La obra de Rogelio Guerra Ávila tiene rasgos que representan la realidad de una panameñidad que a su vez redefine la identidad cultural, además de que se enmarca dentro de un nuevo modelo de la novela histórica que se ha venido escribiendo en Centroamérica y que a la vez se inscribe en una tendencia de la novela hispanoamericana.

Su narrativa se caracteriza por una serie de elementos decisivos que enfatizan puntualmente las tensiones y las crisis de la vida social y cultural de momentos históricos de la vida cotidiana; además de que intenta reconstruir y reivindicar desde lo novelesco las relaciones del ser panameño con la naturaleza y la cultura.

 Este significado antropológico es lo que Milán Kundera ha llamado una situación histórica existencial reveladora; donde la historia es comprendida a través de circunstancias existenciales que le devuelven al sujeto-lector la dimensión moral de la historia.

Rogelio Guerra Ávila nació el 21 de septiembre de 1963. Es sin duda el escritor más premiado en el género prosa de su generación. Basta con revisar su bibliografía. Ha publicado cuentos en las revistas Maga y Umbral. Tiene dos libros de cuentos: Lo que me dijo el silencio y El suicidio de las rosas. Tiene siete novelas, todas premiadas: Cuando perecen las ruinas, su primera novela (1991), El largo camino de regreso (2003), La puerta de arriba (2017), Una corona con cantáridas (2018), La muerte sin pensar en ella (2018), Reina de todos los santos (2018) y La miscelánea (2023).

La novela Cuando perecen las ruinas (1991) expone de forma representativa el desalojo del área del río Chagres y es un aporte histórico desde la literatura que busca reflejar el drama humano frente a la naturaleza.

Una corona con cantáridas (2018) está enmarcada en el escenario histórico de la invasión norteamericana a Panamá en 1989. La historia recrea el drama familiar con un manejo de los tiempos, que es la cualidad de los recursos utilizados por Rogelio.

vela Reina de todos los santos (2018), nuevamente Rogelio logra crear un relato con escenarios creíbles con contenido histórico interesante con una prosa brillante y expresiva. En ella se mezclan elementos contemporáneos y antiguos que permiten introducir el contexto histórico y geográfico de Panamá y Colombia. La intriga episódica, el drama rural y los elementos étnicos favorecen el relato y el tema de la novela.

En La muerte sin pensar en ella (2018), otra vez el autor logra introducir un marco histórico que explora la realidad geográfica del país de forma novedosa. Una mujer, Madolia Cundumí, supuestamente ha muerto y sus funerales se celebran en el marco de la guerra a finales del siglo XIX. La novela nos introduce desde un momento casi místico y mágico, pasajes de nuestra historia inmediata de forma estratégica. En La puerta de arriba, el novelista introduce los temas paranomales como un medio para jugar con el tiempo y los espacios. Lo fantástico y lo sobrenatural se relacionan con una misteriosa puerta en una vieja casa y señorial.

La miscelánea es una mirada imaginaria de Rufina Alfaro, un personaje insigne de la gesta de la independencia. El autor recrea una invención de la historia del personaje y la revista, La miscelánea, es solo una propuesta de cómo pudo ser su vida.

El largo camino de regreso, su mejor novela para nosotros, la virtud especial es la estrategia textual utilizada por el autor. De lo primero que se vale es del uso de la periodización del tiempo: la obra empieza temporalmente en 1987, luego se traslada a 1920, en seguida a 1921 y después a 1991, y finalmente termina en 1989. 

En la novela también encontramos circunstancias existenciales históricas a través de los códigos de los personajes: qué es la esperanza, el arte, el yo, el otro, la fiesta, el sueño, el miedo, el sexo, el humor, el destino... Asistimos a una novela donde la realidad histórica es representada desde una complejidad y problemática de sentido, de esclarecimiento a través de la nostalgia. 

En la obra se aborda el tema de la identidad que se sintetiza en una problemática y las preocupaciones de un ser panameño ambivalente y contradictorio. La parodia, la ironía, la trasgresión y la sátira son recursos para distorsionar la realidad histórica sin oscurecer, lo que tampoco significa aceptarla. Rogelio Guerra Ávila es un artista de la palabra, un creador de ficciones y un modelo para narrar la identidad.

La Prensa, 14 de octubre del 2023

lunes, 2 de octubre de 2023

A los 20 años de Redplanes


La Red Iberoamericana de Responsables de Políticas y Planes de Lectura - Redplanes, cumplió 20 años. Redplanes es una red conformada por los responsables del diseño y la ejecución de políticas y planes nacionales de lectura de los países miembros del Cerlalc (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe).


La Red ha sido creada para potenciar los esfuerzos que cada país adelanta por posicionar la lectura como una política de Estado, por fomentar el desarrollo y la sostenibilidad de políticas y planes de lectura en Iberoamérica, facilitar el encuentro e intercambio de saberes y experiencias, compartir buenas prácticas y promover la integración regional alrededor del tema.

Para celebrar estos 20 años, la reunión de los responsables de políticas de lectura de Redplanes se llevó a cabo del 25 al 26 de septiembre en Bogotá con la participación de especialistas y profesionales en temas de lectura, escritura y oralidad, con una agenda de trabajo importante.

Todas las conferencias, los paneles de discusión y las mesas de trabajo fueron de sumo interés para la construcción; pero, sin duda alguna, la conferencia inaugural dictada por Joaquín Rodríguez, escritor y profesor de la Universidad Camilo José Cela de España, titulada:  Cómo (no) crear lectores. Evidencias científicas para el fomento de la equidad lectora, fue acertada porque nos presentó un panorama global de la problemática de la lectura de nuestros países.

Joaquín empezó observando cómo la pobreza persistente afecta el desarrollo cognitivo en los niños: "Un niño de una familia con estrés económico que a los 7 años tuviera todavía, contra todo pronóstico, un rendimiento cognitivo alto, a los 18 ya lo tendría más bajo que un niño de una familia más favorecida que partiera con un índice medio. La genética se ve sobrepasada por un ambiente social desfavorable".

Nuestras realidades sociales y culturales tienen dos narrativas. Un relato nos cuenta los desafíos y obstáculos que impiden la creación de lectores y el otro nos narra el por qué y el para qué fomentar la lectura y la necesidad de crear los mecanismos políticos que posicionen la lectura como un tema de Estado.

De un lado están los problemas que persisten en nuestros países que no permiten que los planes de lectura avancen, como la falta de gobernanza e institucionalidad, el divorcio entre instituciones claves para trabajar en conjunto, la carencia de recursos y de voluntad política, los vaivenes de la política partidista, la falta de seguimiento, evaluación y sostenibilidad de los planes y programas de lectura y, tal vez el más problemático, la desigualdad social que provoca brechas que son la causa principal de la desigualdad lectora.

El otro relato nos deja claro que la lectura, la escritura y la oralidad son una herramienta para alcanzar prioridades globales que pueden mejorar la calidad de vida de las personas; que leer y escribir aportan al desarrollo sostenible y nos ayudan a construir significados en medio de los contextos de la diversidad, lo que permite, a la vez, hacer conexiones cívicas para crear ciudadanos pensantes.

Vuelvo a la conferencia de Joaquín Rodríguez porque debo remitirme a su investigación que plantea una serie de propuestas que se deben tomar en cuenta a la hora de la construcción de políticas públicas relacionadas a los derechos culturales. El derecho a leer es uno de ellos. Primero hay que tener algo muy importante en cuenta: los derechos culturales son irreversibles. Es decir, todo lo que hemos sufrido y por lo que la humanidad ha luchado hasta este momento, no se puede revertir y por eso los desafíos por eliminar las brechas que provocan desigualdad, deben ser superados.

Dice Joaquín: "Para crear lectores es necesario planificar una intervención global que atienda a las condiciones desiguales de partida: tanto la mentorización familiar como los programas de ayuda social demuestran su utilidad". Las familias necesitan vivir en entornos más seguros y saludables para tener también posibilidades de supervivencia en una realidad que cada día es más compleja. La lectura nunca será objeto de deseo mientras allá desigual.

La reunión de RedPlanes ha sido la mejor en 20 años. Una reunión donde se han planteado de manera puntual los problemas de la cultura y de la lectura. Una reunión dónde nunca antes se había tenido tanta seguridad sobre la importancia de los planes de lectura en estos tiempos. En un mundo acosado por la guerra, la crisis ambiental y las tensiones sociales de todo tipo, la lectura sigue siendo un instrumento para ayudar a sanar.

Carlos Fong

La Prensa, Panamá, 30 de septiembre de 2023

El ascenso de la decadencia

Carlos Fong El ascenso de Donald Trump al poder no representa el ascenso de la democracia ni el progreso para Estados Unidos de Norte Amér...