domingo, 2 de febrero de 2020

El maestro redentor


El maestro redentor
Carlos Fong

Hay un texto de William Ospina en su libro La lámpara maravillosa, que me parece lectura obligatoria para cualquier docente; se llama: “Carta al maestro desconocido”. Su primer párrafo dice así: “Los gobiernos suelen confiar a los guerreros la misión de salvar a sus pueblos. <<Salve usted la patria>>, le dicen a un hombre a caballo que tiene una lanza en la mano, y que tiene el deber heroico de desbaratar a grupos feroces de enemigos armados. Hoy, la situación es otra. Es el maestro el que tiene el deber y la posibilidad de salvar a la sociedad”.

Ospina es sincero con el lector y añade de inmediato: “yo creo que en todos nosotros tiene que haber un maestro, así como en todos tiene que haber un alumno”. El país entero es una escuela, la educación está en todas partes, dice William, sobre todo en los buenos ejemplos. Ejemplo, somos todos. Al final, la escuela es solo parte del sistema, por lo tanto, si las cosas andan mal no es responsabilidad únicamente de esta institución; hay un compromiso tácito de la comunidad con la educación, nos hace comprender el autor colombiano.

El ensayo de Ospina nos hace reflexionar en un sinnúmero de temas en torno a la educación y el papel del docente. Yo pienso en la noción del maestro redentor. Nada que ver con la religión. No hablamos de un mesías ni de un gurú. Pero permite repensar y reflexionar sobre un nuevo ecosistema pedagógico que posibilite que los alumnos tengan más deseos de ir a la escuela y que vean el aula de clase como un espacio de redención y no un lugar que riña con sus identidades y sus sueños.

La imagen que tengo de este docente salvador quizás es utópica. Un maestro con las cualidades de un súper héroe. Es muy seguro que ya muchos docentes tengan estos súper poderes: paciente, creativo, innovador, formador, atento, inventor, motivador, investigador, organizado, capaz de desafiar y adaptarse a las condiciones ambientales más terribles. De hecho, estoy convencido de que se necesita tener poderes sobrenaturales para lidiar hasta con 35 alumnos diariamente y combatir a un villano llamado currículo (aunque en el fondo no debería de ser un villano, sino un aliado).

Yo creo en este docente salvador al que hace alusión Ospina y creo que es una especie de maestro emprendedor. Estoy pensando en otros poderes sobrenaturales: liderazgo, comunicador, negociador, empático, ético, flexible, arriesgado, comprometido y creyente. Me detengo un poco en estas dos últimas palabras.

No se puede ser un buen docente sin tener compromiso y ese compromiso va más allá de la ética laboral. No estoy pensando en la puntualidad o el trabajo arduo; me refiero a un compromiso con una enseñanza más humana y menos individualista. Se puede educar a técnicos humanizados. Por otro lado, cuando pienso en un docente creyente, no aludo a ningún tipo de culto, sino a creer en que los alumnos, de cualquier entorno, pueden llegar a ser buenos ciudadanos, pese a todo.

No estoy seguro de que el docente tenga conciencia de que su vocación es hermosa y peligrosa. Sé que no tenemos problema con el primer adjetivo, pero quizás la palabra peligro necesite explicarse. Voy a ilustrarlo con un solo ejemplo: aprender a leer y escribir son herramientas de poder. Una maestra le regala un instrumento a cada niño al enseñarle a leer y a escribir. Ese instrumento de comunicación puede ser un arma y puede ser usada para el bien o para el mal.

Los poderes de la palabra son infinitos. La alfabetización gestiona formas de poder. Una persona que aprende a leer y a usar la palabra, puede llegar a ser un héroe o un villano. Y según el camino que elija, hará uso de ese poder ya para emancipar a la humanidad o ya para esclavizar con sus ideas tiránicas a los que sigan su pensamiento. La historia de la humanidad está llena de grandes personajes de ambos bandos. No sabemos quiénes fueron los maestros de estos ángeles y demonios. Desde luego que no fue culpa de sus maestros el destino que escogieron, pero de algo estamos seguros: hubieran sido nadie sin un maestro.

El autor es escritor y encargado de la Oficina de Promoción de Lectura del MiCultura
La Prensa, 10 ene 2020 - 11:00 PM

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