Carlos Fong
En su libro La pintura artística panameña, Etanislao Arias Peña (1952 2003), arquitecto y artista plástico panameño, anotó la siguiente reflexión: “El arte es una actividad humana social y por lo tanto su organización y los principios de su funcionamiento están condicionados por las disposiciones sociales en las que surgió y se desarrolló. Nace como una vía para expresar actividades humanas, espirituales, subjetivas y emocionales, es decir, la preservación y transición de la riqueza cultural de la sociedad y la expansión de las existencias teóricas por medio de la reflexión crítica y el enriquecimiento con nuevas ideas”.
Para Etanislao, el arte pictórico
interviene en la sociedad de manera significativa y es generador de mediación
cultural porque dinamiza la sociedad de la cual es parte. Para el pintor, es vital
la extensión del quehacer artístico en la vida cotidiana. Hay una pregunta que
nos hace el artista originario de Pesé que, en cierta forma, es una constante
en todas las ramas del arte: ¿cuál es el papel del artista panameño en los
albores de un nuevo siglo, en un mundo en proceso de cambio y transformación?
Tal vez la respuesta también sea otra invariable en la vida creativa: el papel del artista consiste en presentar y orientar a la sociedad a aprehender la esencia de los elementos fundamentales del mundo.
Hace más de 40 años, María Bernal, escribió en su libro El pintor panameño ante la sociedad, algo que sigue siendo fundamental en la vida artística de un pintor: “El pintor es el misionero capaz de combinar en un todo, el conocimiento intuitivo e intelectual, en una forma visible y conceptual, transmitiéndola como enseñanza a los demás miembros de su comunidad”. Esta parece ser una idea firme en la obra del maestro José Blas Petit Pinillo, de quien me ocuparé hoy, porque la buena pintura es una forma de leer el mundo. La buena pintura es un relato que nos cuenta también una buena historia.
El maestro Blas Petit es panameño y nació en 1963. Contemporáneo con otros pintores como César Arboleda Abrego, Roosevelt Díaz, Roy Arcia, José Inocente Duarte, Carlos Rodaniche, Eduardo Navarro, Rodolfo Justine, Ana Garuz, Viviana Rivera y Oswaldo De León Kantule, entre otros, Petit es un artista que ha logrado relatar los elementos esenciales del mundo panameño y, sobre todo, recorrer a la mujer desde todo su cuerpo y su mirada.
Blas Petit estudió comunicación en México y artes plásticas en Panamá. Es profesor de dibujo y pintura. Ha ganado importantes reconocimientos en concursos como el Premio Nacional de Artes Visuales Roberto Lewis. Ha representado a Panamá en congresos dentro y fuera del país como en Beijing, China, según fuentes que hemos consultado. Para Petit, merecen su respeto grandes pintores como Alfredo Sinclair, Mayo Hassán y Chong Neto. Un maestro para él fue Luis Aguilar Ponce (1943-2015), que también incursionó en el estudio del cuerpo de la mujer desde el arte.
La obra de Blas está matizada por un universo de objetos herramientas que utiliza para hacer impresiones manuales, detalles, efectos sobre el lienzo que permiten darles identidad a sus personajes. La bibliografía consultada coincide en que Blas es un pintor figurativo con un buen dominio del color y una temática que abarca lo religioso, lo costumbrista, bodegones y la pintura de personajes caracterizados por un solo ojo. Son miradas femeninas que parecen explorar el cosmos de una relación con las cosas desde una mirada profunda.
Quiero resaltar una serie en especial donde el maestro Blas ha dedicado su paleta a la etnia negra resaltando la identidad nacional y el aporte de afroantillano a la cultura nacional. Paisajes urbanos con chivas y balcones que rescatan el Panamá de ayer, reinas congo y bailes que le dan ritmo y color a su lienzo; rostros de mujeres negras, y como siempre, el símbolo del ojo. Ojos grandes que hiperbólicamente sobresalen en el rostro de la mujer provocando sensaciones diversas. La pintura de Blas Petit no solo se puede ver; también se puede saborear y escuchar desde la mirada de sus personajes; es visual, pero también textual porque deja leer un relato de la identidad.
La obra de Petit nos orienta hacia una profunda comprensión de lo humano social histórico, porque el artista se ha preocupado por investigar y crear un lenguaje que comunica un profundo mensaje de raza fugitiva en el tiempo. Es un lenguaje cargado de un cromatismo que se mueve ante nuestros ojos y que, al mismo tiempo, nos relata la historia social de los pueblos afroantillanos. La pintura del maestro Blas Petit, ya lo dije, orienta, pero también persuade, crea, comunica y añade naturaleza a la realidad que muchas veces pasa inadvertida ante nuestra mirada. Petit es el pintor de la mirada profunda.
La Prensa, 27 de mayo de 2023
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