lunes, 17 de junio de 2019

Leer cuentos… ¿para qué?


 “Los cuentos engendran emociones, tristeza, preguntas, anhelos y comprensiones…”, nos dice Clarissa Pinkola Estés en ese hermoso libro titulado Mujeres que corren con los lobos. Es cierto. Leer cuentos es como ponerse un bálsamo en el espíritu. Tal vez usted piense que es algo inútil leer cuentos, y tal vez, técnicamente, no esté equivocado. Leer cuentos puede que sea una de esas cosas inútiles en el mundo de la cultura que, misteriosamente, es más útil que un bombardero.

Para empezar, leer buenos cuentos nos ayuda a vivir más atentos para enfrentar la complejidad del mundo, entenderla, interrogarla y recrearla. Esto sucede porque la brevedad de los cuentos, esa síntesis que logran hacer de un fragmento de la realidad, nos presenta un instante del mundo en su diversidad.

A través de la lectura de cuentos podemos enseñar a nuestros hijos la ética del cuidado y la compasión; es importante cuidarlo todo. Leemos cuentos para fortalecer el sentido de pertenencia y crear un sentimiento de bienestar, solidaridad y de empatía.

Los cuentos, los mitos, las leyendas, los relatos, las historias, en general, nos facilitan una imagen del mundo y la naturaleza a través de la imaginación que nos posibilita nuevas interpretaciones. Sabemos que un cuento es una mentira que falsea la realidad para hablarnos de alguna forma, casi mágica, de la verdadera realidad. Eso es más útil que un juego de video.

Por eso necesitamos leer cuentos; para hablar de nuestros problemas, para reconocernos en el otro, para construir mundos imaginarios que nos ayuden a crear proyectos de vida, para sanar las heridas que llevamos dentro; para despertar capacidades sin necesidad de creernos el centro del mundo. Los cuentos reparan y sanan tejidos emocionales.

Es cierto que leer nos brinda placer, información, y estimula la creatividad, pero creo que leer historias, en especial cuentos, nos ayuda a poner en perspectiva nuestros pensamientos y a organizar desde el interior nuestros saberes. Pienso que eso nos permite tomar mejores decisiones, que no es garantía de ser mejores personas, pero sí es una orientación para elegir una forma de vida más humana.

Carlos Fong  |  La Prensa, 08 jun 2019.


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