domingo, 1 de febrero de 2015

Releer lo que importa

Hay textos que no pierden vigencia y permanecen en el tiempo mientras tanto persista el problema. Es el caso de este texto que publiqué en La Prensa en el año 2000. Lo publico ahora en Mirada de Nuchu porque creo que aporta una reflexión en la actual coyuntura política que vive el país, además de que aclara ideas y provoca una discusión. Mi valoración de Federico Nietzche también es otra ahora, pero el concepto del poder arbitrario no ha cambiado.

      La cita de José Martí al final: Conocer es resolver, que me ayudó a pensar en la ecuación: conocerdefender y resistir, propone también un ejercicio colectivo en el que los intelectuales tienen un rol en el contexto y las prácticas ciudadanas. Me hubiera gustado ahora añadir algo al articulo, pero debo respetar la publicación original; y es que la nociones de democracia, patria y justicia, no serán las mismas si al final triunfa la corrupción. Los panameños, sencillamente, ya no volveremos a ser los mismos. CF



De cultos y esperanzas

Por: Carlos Fong
                                                                      

El poder debe fundarse en el derecho para no ser arbitrario. Cuando el poder se torna arbitrario se violan los derechos del ciudadano. Si el poder no respeta el derecho propicia la corrupción. Existe un estado de corrupción permanente tanto en el ámbito público como privado, producto del uso arbitrario del poder que viene operando desde tiempos pretéritos; cercenando y liquidando los valores más nobles del ser humano.

      Se falta a la verdad si se ubica la raíz del mal en el ejercicio del poder político en la etapa de los militares. Basta con revisar los estudios de Alfredo Figueroa Navarro sobre las sucesivas actas  de independencia de 1821, 1830, 1831 y 1840 para comprobar el "continuismo" del poder despótico desde los albores del período republicano, cuando la oligarquía urbana, la misma clase política, las mismas familias, monopolizaban la economía y la política acaparando la cosa pública.

 La corrupción tiene muchos rostros: la institucionalización  del nepotismo, el monopolio efectivo de los cargos públicos, el poder hegemónico  sobre la economía, la cohesión familiar, la usurpación de los bienes públicos, la manipulación de la administración burocrática, etc. Esto ha tenido consecuencias históricas, culturales y sociales para el proceso representativo de la democracia: no se ha representado los motivos y necesidades reales del pueblo y el tiempo ha cultivado la corrupción como un virus en la mayoría de los sectores de la sociedad panameña.

 Durante las primeras décadas del siglo XX, las élites oligárquicas dividieron políticamente al país, hasta que se dio el primer golpe de Estado en 1931 por la llamada Generación del 31; compuesta por distinguidos activistas impulsados por "puros sentimientos de patriotismo". Pero esto no cambió nada. Los gobiernos de la década del 30 dividieron también al país y se olvidaron, como la élite colonial lo había hecho antes, de los derechos de los pobres, tal como escribe el historiador Thomas L. Pearcy.

¿Cuáles fueron las graves consecuencias de todo esto? Las fuerzas políticas que se disputaban la hegemonía establecieron el precedente para que la policía nacional se convirtiera en una institución con control político. Organizaron grupos de paramilitares dentro de sus partidos para hacerle frente a sus enemigos. Con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, la policía nacional se constituyó en la fuerza decisiva dentro de la política del istmo: nacía la dictadura militar.

El resto de la historia en las décadas siguientes es más conocida. Los militares ejercieron el continuismo del poder arbitrario. Luego vino la Operación Causa (In)Justa en 1989 para terminar de liquidar los pocos valores e ideales que nos quedaban, sembrando nuevas semillas de corrupción. La filosofía de la voluntad de poder de Federico Nietzche es un culto que se practica sin ninguna impunidad. Es un culto en el que la ofrenda la reciben los grandes dioses de un reino donde no hay espacio para los pobres.

¿Qué podemos hacer ante esta oscura realidad? Tengo una ecuación que puede ayudar: conocer, defender y resistir. José Martí decía que "Conocer es resolver". Es necesario estudiar y conocer los "factores reales del país". La nación no se ha gobernado "conforme al conocimiento" de sus elementos verdaderos, sus necesidades patentes. Debemos de promover una campaña de afirmación de la verdad histórica; esto nos ayudaría a tener una perspectiva de los problemas del presente. Se debe apelar a la verdad y a las necesidades reales para no violar el derecho del pueblo.

Defender la "continuidad" de las cosas que realmente tienen valor y son importantes (la creatividad, el genio, la sensibilidad, la intuición, la cultura, etc.), para frenar el "continuismo" de la corrupción. Defendernos, aunque signifique un riesgo, de los individuos, los partidos, los grupos, las organizaciones, que conspiran contra la libertad personal, sobre todo la libertad de expresión y el culto a la verdad.  Y, finalmente, resistir. Resistir a pesar de todo, a la ciega voluntad del poder, a la tecnocratización y la burocratización del espíritu, para que no se corrompa nuestro ideal de esperanza.


Publicado originalmente en La Prensa /Domingo 20 de Febrero de 2000.

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