Carlos Fong
Con el libro No está de más (2018, Foro/Taller Sagitario Colección Breve) Eyra Harbar se da a conocer como escritora de cuentos. Leemos una exquisita prosa llena de elementos que logran matizar un discurso enmarcado en la cultura, el género y la subalternidad en el escenario del poscolonialismo. También podemos leer una narrativa donde se cruzan imaginarios de identidad con una propuesta ecológica implícita.
Eyra Harbar. Foto cortesía de La Prensa |
Estamos ante un libro de cuentos cortos, donde la destreza para
sintetizar la realidad es un atributo cuyo contenido de las historias nos ayuda
a entender las relaciones de interdependencia de sujetos subalternos con la
sociedad, la economía y el medio ambiente. Eyra es una profesional en temas
socioculturales y una especialista en género, además de una resplandeciente
poeta que era el talento que le conocíamos, porque Eyra empieza a publicar cuentos
posteriormente a la poesía. Cuentos que demuestran que estamos frente a una
narradora que sabe fabular y transmitir sus preocupaciones de las ciencias
sociales a través de la literatura de ficción.
Eyra Harbar nace en Almirante, Bocas del Toro, Panamá, el 19 de agosto de
1972. Abogada, con especialidades en Género, Proyectos Sociales y Cultura.
Diploma Superior en Cultura y Comunicación por Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO), Argentina. Publicó los poemarios Donde habita el
escarabajo (2002) y Espejos (2003), trabajo premiado en el concurso
de poesía “Gustavo Batista Cedeño” (2002). Ha ganado otros premios como el
“Esther María Osses” de los premios IPEL (1995) y el “Demetrio Herrera Sevillano”
(1996) de la Universidad de Panamá. En 2013 gana el Concurso de Poesía “León A.
Soto” con Paraíso quemado; y en 2015 el Concurso IPEL “Esther María
Osses” con el poemario Desertores de alborada. En 2017 el Premio
Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, con Cuentos para el planeta.
Empezaré utilizando las nociones más acordes para este estudio, dado que
son muy complejas dependiendo de su enfoque histórico, sociológico, político,
incluso, antropológico, que nos permitan hablar de manera más clara de los
cuentos de Eyra Harbar. La primera es el concepto de género. Debo ayudarme de
Marcela Lagarde quien afirma “Ser mujer o ser hombre es un hecho
sociocultural e histórico. Más allá de las características biológicas del sexo,
existe el género”. Propongo, así mismo, que pensemos, para la conveniencia
de este estudio, acercarnos a un concepto de Blanca Elisa Cabral: “el sexo y género no son lo mismo, pero ambas
categorías son construcciones conceptuales complejas que proponen dicotomías”.
Estamos, entonces, asumiendo estos conceptos como relaciones socioculturales de
poder y no las negamos. En este sentido, propongo pensar, para no caer en una
discusión culturalista y antropológica que nos aleje del placer de la lectura
de los cuentos de Eyra Harbar, en la dualidad Hombre/mujer, para no caer en la dicotomía
de sexo/género como actividad sexual que plantea otras relaciones. Entonces, reconociendo
las nociones anteriores, en este estudio usaremos la norma heterosexual que
implica hombre/mujer solo para no trascender en una discusión cultural sobre
sexo/género que no es el objetivo de este estudio y que nos permita analizar
algunos de los cuentos
La segunda es el concepto de subalternidad que tomamos de Antonio Gramsci
como una relación sincrónica y diacrónica entre subordinación y resistencia; lo
subalterno como el sujeto de la historia (Modonesi, 2012) y los subalterno
como categoría que permita examinar, críticamente, las posibilidades de la
articulación de diversas identidades subordinadas (Banerjee, 2014). Lo
subalterno en este estudio se refiere a las relaciones de los sujetos y su
subordinación a los poderes implícitos que los rodean en distintos contextos
históricos. Para nosotros, muchos de los protagonistas de los cuentos de Eyra
Harbar están subordinados a las relaciones de poder (como en efecto lo estamos
todos nosotros) y por lo tanto están subordinados a distintos esquemas de la
organización social donde se mueven y luchan por sobrevivir en el tejido social
que les ha tocado. Lo 'subalterno' como sujeto de la historia es lo que
proponemos en este trabajo.
Sobre el concepto poscolonial compartimos con Damaris Serrano que es una
noción que reviste un discurso de resistencia a todo lo hegemónico y que es un
proceso que tiene que ver con el engranaje económico. Panamá ha sido espacio
clave para esta arena de conflictos desde los tiempos de la colonia española,
pasando por la colonización de parte de los Estados Unidos de Norte América.
Las tensiones entre lo moderno y lo post moderno dan nacimiento al concepto de
la crítica poscolonial de Homi K. Bhabha que nos parece se acerca más a lo
subalterno y la alteridad por la ambivalencia cultural que soportan. La teoría
postcolonial de Bhabha se basa en el espacio donde las fronteras culturales se
abren y cruzan entre sí y crean una nueva cultura híbrida que fricciona con las
relaciones de poder en la actualidad. Creemos percibir estas tensiones sociales
y económicas en el libro de Eyra.
Por último, percibimos en los cuentos de Eyra Harbar una propuesta
estética que sugiere un nuevo diálogo con la naturaleza. Pese a que en la
mayoría de las historias hay un desenlace fatal entre la lucha del ser humano
con la naturaleza, también hay un llamado a la reconciliación con el medio
ambiente que se da en esa disputa de los personajes en entornos asimétricos lo
que nos hace pensar que la autora ha detonado deliberadamente conflictos para
que de muchas maneras se recupere este diálogo o al menos haya una discusión.
Quiero citar algunos cuentos que intentan sobrevivir a la realidad
cotidiana y hacerles un comentario para sustentar esta relación entre la mujer
como personaje subalterno. En los cuentos La enagua, Al otro lado
y Jardinera en gris aparecen personajes femeninos que se mueven en una
aparente realidad que de pronto es irrumpida por un elemento sobrenatural. Los
personajes se cruzan con elementos de la naturaleza como en La enagua donde
una mujer vieja indígena en una comarca, lo podemos intuir por la enagua y la
alusión a la naturaleza que la rodea, se ve de pronto luchando con una
tormenta. El recurso de prosopopeya deja un extraño sabor de ambigüedad porque
la naturaleza parece un feroz dios que ataca a la mujer: “Con ojos
incrédulos y salpicados por el terror, la vieja lo vio salir de entre las nubes
con un remolino cubierto de escamas y con ojos de pez que la miraban fijamente”.
Aquí la autora se vale de lo subalterno, como Damaris Serrano lo ha observado
en la literatura panameña, no para hablar por el otro, sino para luchar al lado
del otro. La mujer logra salvarse, pero también pierde la enagua que queda destruida.
Quizá esta violencia entre mujer/naturaleza y la enagua, sean representaciones
simbólicas implícitas en el cuento.
En Al otro lado encontramos un desdoblamiento de la
identidad en la vida rutinaria de una mujer. El espacio es otro. Ya dejamos las
montañas comarcales para enfrentar “Junglas de asfalto”. Lo onírico se presenta
como una manera de salvación o de escape. La mujer tiene un sueño recurrente
donde ella es un caracol. El mar parece ser una forma de escape. Al final,
asistimos a un cambio de conciencia y tiernamente descubrimos que es un caracol
el que sueña ser una mujer que se debate con una vida rutinaria llena de
autopistas. La felicidad lo abraza al saberse que es un caracol y no una mujer;
un caracol que descansa en la arena “donde no cabían desquiciadas autopistas
ni tristes máquinas de humo gris”. En este cuento la naturaleza es también
protagonista porque el mar se presenta como un héroe que viene a salvar a la
mujer de una ciudad contaminada.
En Jardinera en gris tenemos a una mujer aparentemente con un
oficio bastante marginal. “Cada mañana la mujer limpia con celo las tumbas
del cementerio como jardinera de los sepulcros”. El trabajo de limpiar
cementerios puede ser algo inusual para una mujer, pero ella lo hace con cariño
y dedicación: “Más demora al limpiar los
mausoleos familiares de cuatro muertos que configuran el cementerio, porque en
ellos debe cepillar también el limo que la humedad cubre en la construcción y
restaurar las fisuras de la piedra”. Todo parece indicar que la mujer es
feliz realizando su oficio y así lo es. La realidad transcurre normal y el
cuento nos va dejando un sabor de ternura hasta el final, pese a que
descubrimos, sin ninguna inquietud, que la mujer vive allí, en el cementerio
porque ella también está muerta.
Hay más cuentos donde la mujer es protagonista. Y en algunos cuentos la
voz del narrador puede ser hasta un animal que puede mirar las acciones
fantasmales de la protagonista como ocurre en Medium. En otros cuentos
la naturaleza se advierte a través de elementos como los pájaros, el agua, el
gallo, la tierra o un siniestro como en Testimonio de ceniza donde el
lector se sitúa en el tiempo pasado para descubrir la irá de otra mujer, ahora
mítica y con mucho poder para convertir a una ciudad en cenizas. Tal vez la
furia de Ceres es otra forma de aludir de la escritora de cómo la naturaleza
puede sin misericordia borrarnos del mapa, para decirlo con una metáfora
muerta. Hay otros cuentos donde la tierra es la protagonista y a través de la
ficción nos hace advertencias como en Paciencia.
Pero tal vez ya el planeta está perdiendo paciencia y un cuento tan corto como este nos lo está advirtiendo.
La casa, la luz, el agua, la tierra, la luna son elementos que en los
cuentos de Eyra Harbar nos transmiten formas de denuncia que solo con la
lectura atenta se pueden percibir. La violencia aparece en algunas de las
piezas donde también hay sujetos masculinos que sobreviven, aunque estén
subordinados a la realidad. Algunos cuentos muestran una realidad distópica
como Breaking News y otros los personajes son emociones como La
malquerida. En otros como Viaje prometido atravesamos el tiempo para
encontrarnos con una ciudad que empieza a ser moderna. Este cuento es una
representación simbólica del choque cultural.
Quiero terminar citando el cuento que cierra el libro de Eyra: Los
remedios de Miss Harrington. Me parece una de las mejores piezas porque es un
texto donde se juega con el sentido del paladar y la inclusión se introduce de
manera delicada. Miss Harrington es una vendedora de dulces que se enamora de
un negro jamaicano con una discapacidad y que trabaja reparando los rieles del
tren que lleva a Colón. El cuento temporalmente se sitúa en momentos de la
construcción del canal. El amor que nace entre los personajes nos deja a la vez
un registro contextual histórico. Todo parece arruinarse cuando Mista Keith, el
enamorado de Miss Harrington enferma aparentemente de fiebre amarilla; pero
milagrosamente es sanado por los sabores y el trato de ella. Una vez más, Eyra
nos lleva de la mano por la historia y los elementos sociológicos que exploran
de manera limpia nuestra identidad, la cultura y la otredad. Los personajes
subalternos se liberan a través de sus luchas y el sabor de la cultura.
Podríamos decir que la brevedad de los cuentos de Eyra Harbar aportan a
la construcción de un conocimiento que es producto del diálogo de la naturaleza
con el ser humano. El territorio donde se da este diálogo es la historia y la
cultura. La mayoría de los cuentos tienen algo en común: la lucha de la
criatura humana con la naturaleza. Una lucha que parece ganará la naturaleza al
final cuando el ser humano, incapaz de gestionar el buen uso de los recursos
ambientales reducirá a cenizas nuestros ego y ambiciones. Los cuentos de Eyra
Harbar pueden ayudarnos a gestionar o al menos a imaginar un nuevo ecosistema
de la cultura, al mismo tiempo que nos llenan de placer al leerlos.
Bibliografía:
La
literatura panameña: historia, nación, sociedad (Amor, cultura y conflictos en
la segunda mitad del siglo XX). Damaris Serrano. Colección Ricardo Miró,
Editorial Mariano Arosemena, Panamá, 2005.
La
nación panameña en sus espacios: Cultura popular, resistencia y globalización.
Damaris Serrano. Colección Ricardo Miró, Editorial Mariano Arosemena, Panamá,
2006.
Mundos convergentes: Género, subalternidad, poscolonialismo.
lshita Banerjee. Revista de Estudios de género, La Ventana. Vol. 5, Núm. 39.
2014.
Sexo,
poder y género. Blanca Eliza Cabral. Tomo II, Fundación editorial el
perro y la rana, Caracas. Venezuela, 2009.
Subalternidad. Massimo Modonesi.
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, mayo de 2012.
*Ponencia
presentada en el VI CONGRESO INTERNACIONAL DE LITERATURA PANAMEÑA -Cuentistas
emergentes de Panamá (2012-2019)-, Universidad Tecnológica de Panamá
Vicerrectoría de Investigación, Postgrado y Extensión. Auditorio “Rosendo
Taylor” /Facultad de Ingeniería Civil Campus “Dr. Víctor Levi Sasso”, martes 10
de septiembre de 2019.
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