Carlos Fong
Cuando el cielo truena y el perro corre a esconderse es
cuando los entendidos del arte del ocio se regocijan porque saben que se
avecina la lluvia, momento excelente para disfrutar de la cama o de la hamaca.
Las primeras lluvias que han caído me han agarrado en mi casa por estar
confinado como muchos panameños. Esto me ha permitido disfrutar de un soplo de
delicada felicidad, porque son momentos que aprovecho para echarme en la hamaca
y ponerme a trabajar.
¿Trabajar acostado en una hamaca? Sé que alarma al lector.
Es menester que no confundamos pereza con el ocio. El segundo es un espacio en
la vida de las personas donde el recreo y la cultura son una forma de felicidad
necesaria para que las personas puedan rendir mejor en su trabajo. La pereza no
produce ningún fruto. El espacio del ocio puede ser altamente productivo si se
hace con creatividad.
El escritor chino Lin Yutang, en su libro El goce de la vida,
dice en el primer capítulo titulado “De tenderse en la cama”, que “las nueve
décimas partes de los descubrimientos más importantes del mundo, tanto
científicos como filosóficos, se logran cuando el hombre de ciencia o el
filósofo se halla acostado en la cama”.
Estoy convencido de que si las personas tuvieran al menos la
oportunidad de contar con una hora diaria para descansar echados como mejor les
venga, podrían tomar mejores decisiones para que sus proyectos sean más
efectivos. Estoy seguro de que la mayoría de las mejores decisiones que han
ayudado al mundo se han tomado desde una postura cómoda y relajada.
Desde luego que esta filosofía no es aprobada por los que
acumulan riqueza a costa del trabajo asalariado y por los que creen que un
servidor público debe estar las 8 horas en su puesto rodeado de cuatro paredes
sin descanso; antes de eso, dos horas en un tranque para llegar a su trabajo y
después dos horas más para regresar a su casa. Los que creen que hace 40 días
los panameños éramos más felices, están equivocados. El Covid-19 no vino a
desmejorar la calidad de vida; ya existía ese empobrecimiento.
En estos momentos, muchos trabajadores de la salud y de
otros sectores trabajan al cien por ciento. Cuando ellos se acuestan a
descansar, su espíritu se abstrae con dificultad y el valor de la soledad y la
contemplación son aliados para resistir esta crisis. Esto está acorde con lo
que dice Yutang: “El arte de estar tendido en la cama significa algo más que el
descanso físico después de haber pasado un día de esfuerzo”.
Estos trabajadores que se están sacrificando el doble que el
resto de la población llegan a sus hogares y desnudan sus pies, suspiran o
resoplan tendidos en un sillón o en su cama y en esa cómoda postura pueden
ponderar, según Yutang, sobre sus aciertos y errores, separar lo importante de
lo trivial en el programa diario de esta crisis. Porque solo cuando los dedos
de los pies se hallan libres, se libera la cabeza y es posible pensar.
Algunas personas me han expresado que están trabajando más
duro con el teletrabajo y no tienen tiempo ni para descansar, pese a que están
en sus casas. Tal vez lo único que aprovechan son las horas de tranque de las
que se han librado, no tener que caminar muy lejos para ir al baño y disfrutar
de una comida casera. Confinadas en sus casas, deberían sacar provecho al
tiempo y tenderse en una hamaca.
Los que puedan disfrutar de una hamaca, preferiblemente
colgada de forma estratégica en la terraza mirando hacia un pequeño jardín, muy
bien. Privilegio inmenso los que tengan un río, el mar o una colina para
admirar; pero basta con tener una hamaca y un pequeño jardín para pensar, leer
y descansar. Una hora de ocio aprovechada es vital para organizar el programa
diario.
En el caso de los escritores, comparto la filosofía de Lin
Yutang. Dice: “…para el pensador, el inventor y el hombre de ideas, significa
aún más tenderse tranquilamente en la cama durante una hora. Un escritor puede
obtener más ideas para sus artículos o su novela en esta posición, que
sentándose tercamente ante el escritorio toda la mañana y la tarde”. Sé que
estos días de confinamiento pronto terminarán; entonces, volveré al tedio y las
prisas; mientras tanto, disfrutaré de mi hamaca.
La Prensa, 08 de mayo de 2020
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