(Discurso
del Premio Sagitario Ediciones de Novela Corta)
Agradecimientos:
Carlos Fong |
A mi esposa, Vielka Victoria, y mi suegra, María Esther Barahona; y los
amigos que me ayudaron a escribir en silencio este libro. A mis hijos, Isaac y
Ezequiel, que fueron mi inspiración. A la memoria de mi padre, Jaime Enrique
Fong Medina, cuya imagen está en algunos pasajes. A mi madre, Mercedes
Arguelles, por los recuerdos de una infancia única que voy a recordar hasta la
hora de mi muerte. Sin ellos la novela no existiría.
Agradezco a los amigos de Sagitario Ediciones: a Enrique Jaramillo Levi y
a Carolina Fonseca, por la creación de este premio que es una oportunidad para
editar novelas cortas en Panamá. Al jurado: Irina de Ardila, Eduardo Soto y
Joel Bracho Ghersi, por haber seleccionado mi libro. A los patrocinadores:
Grupo Melo, Riba Smith y La Estrella de Panamá, por apostar por la cultura del
país. A Nitzia Barrantes, por este espacio en la Biblioteca Simón Bolívar y,
finalmente, a todos los amigos que me
acompañan hoy. A cada uno un abrazo ancestral.
Damas y caballeros:
Dice Milan Kundera: “La novela que no descubre una parte hasta
entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la moral
de la novela”. Aviones dentro de la casa es un intento de descubrimiento de
una realidad que no ha sido contada. Cada personaje en ella, tiene algo que
decirnos desde un mundo donde la ficción es una excusa para hablar de las cosas
que quisiéramos olvidar, pero no podemos porque son parte de nuestra
existencia. Mis personajes no son seres morales ni quieren parecerse a la
realidad, pero están esclavizados a ella pese a que son invenciones. El
conocimiento que poseen es el que yo les he dado como un pequeño dios para
parecerse a la realidad.
El conocimiento que
aporta una novela es un atributo exclusivo de ella: decir lo que los
antropólogos, filósofos, sociólogos o historiadores, no pueden. Escogí una
serie de palabras claves: patria, Dios, miedo, soledad, sexo, incertidumbre, olor,
inocencia, memoria, música y otras, para
desarrollar una anécdota y novelarla. La novela está enmarcada en los primeros
días de post-invasión, pero no es una novela histórica. Es una excusa para
contar cosas que hemos perdido y que nos han dejado una huella en la memoria;
que nos hacen ser seres frágiles.
Espero que esta pequeña
novela pase a sumarse al corpus literario de la cultura panameña. Espero que
trascienda con el tiempo y forme parte del acervo nacional que fortalezca
nuestro imaginario de identidad. Cada día estoy más convencido de que la
literatura es necesaria para fortalecer nociones importantes que nos ayuden a reconstruirnos
como nación. Tengo la esperanza de que este libro llegue a formar parte de los
papeles que nos enorgullecen y no otros que afean nuestra realidad.
Los recientes sucesos a
comienzos de abril de este año, que colocaron a nuestro país en una posición que
para muchos es humillante; para nosotros, los que escribimos, sabemos que la
realidad panameña es mucho más que once millones y medio de documentos que
abarcan cuarenta años de actividad bancaria. En efecto, los mal llamados Los
papeles de Panamá, que fueron dados a conocer por el no menos
transparente Consorcio Internacional de
Periodistas de Investigación (ICIJ), y que en cuestión de horas colocó
a Panamá en la cumbre de los paraísos fiscales, cubriéndonos mal
intencionadamente con un velo de corrupción, jamás opacarán los millones de papeles
honorables y dignos que han elevado a esta nación a alturas virtuosas por más
de 100 años.
Desde los rigurosos
estudios de las culturas primarias con todos sus rasgos de sobrevivencia hasta
la actualidad; desde las investigaciones de la evolución del proceso de
mestizaje y situación sociocultural colonial; desde las interpretaciones y análisis sociológicos
de la cultura, la historia, la geografía, la antropología, la literatura, la
filosofía hasta las nuevas nociones de los procesos identitarios, con todos sus
factores étnicos, históricos, sociológicos y políticos y de la identidad
cultural; desde los estudios hechos por Reina Torres de Araúz, Stanley Heckadon Moreno, Dora P. de Zárate,
Marcela Camargo, Richard Cook y muchos otros investigadores, hasta cada página
de todo el acervo literario nacional, el peso moral y ético de todos, triunfa
con gloria sobre los juicios peyorativos que puedan venir de Francia, Alemania
o los Estados Unidos, no son nada comparado a nuestro saber cultural.
Los papeles que yo
conozco son esos. Los que visten de dignidad a mi país. Son los papeles que
quedaron enmarcados en la historia gracias a los cronistas y que nos
describieron las peripecias heroicas de Quibio, Cémaco, Urraca, Felipillo y
Bayano. Son los papeles que conozco de la vida valiente de Victoriano Lorenzo, Nele
Kantule, Ascanio Arosemena, Pedro Prestán y Clara González.
Son los papeles de
Ernesto Castillero Reyes, Alfredo Castillero Calvo, Alfredo Figueroa Navarro, Jorge
Conte-Porras, Rodrigo Miró, Omar Jaén Suarez, Manuel Gasteazoro, Celestino
Araúz, Patricia Pizzurno, Ana Elena Porras, Ricardo Ríos Torres, entre otros
historiadores y antropólogos que le han dado sentido a la historia de Panamá y
su identidad.
Los papeles que yo
conozco son los que han forjado un pensamiento como los papeles de Justo
Arosemena, Belisario Porras, Eusebio A. Morales, Guillermo Andreve, José
Dolores Moscote, Ricardo J. Alfaro, Rafael A. Moscote, Rodrigo Miró, Diógenes
De La Rosa, Ernesto De La Guardia, Manuel Octavio Sisnett y muchos otros
pensadores que con sus reflexiones le han dado jerarquía al ejercicio del criterio
como lo llamó el cubano José Martí.
Los papeles que yo
conozco son la expresión de nuestra nacionalidad que se ha derramado con la
tinta de Gil Colunge, Mariano Arosemena, José Domingo Espinar, Carlos Bolívar
Pedreschi, Ricaurte Soler, Raúl Leis, Olmedo Beluche, Marcos Gandásegui, Ricardo
Arias Calderón, César Quintero, Juan Materno Vásquez. Los papeles que yo
conozco son el Itinerario de la Poesía Panameña, de Rodrigo Miró y el Medio
siglo de poesía panameña, de Ismael García S. La Biblioteca de la Cultura
Panameña de la Universidad de Panamá; la Biblioteca Selecta de
Rogelio Sinán; La Historia General de Panamá de Alfredo Castillero Calvo; la
colección de los premios Ricardo Miró del Instituto
Nacional de Cultura y las antologías literarias que han hecho Enrique
Jaramillo Levi, Arístides Martínez Ortega y Angel Revilla, y otros
compiladores.
Para mí los papeles de
Panamá son la Iniciación Literaria de Miguel Mejía Dutary y las Narraciones
Panameñas de Berta María Cabezas. Los Cuentos panameños de la ciudad y
del campo de Ignacio J. Valdés; los Cuentos panameños de
Temístocles Ruiz; las Tradiciones y leyendas panameñas, de
Luisita Aguilera Patiño; las Veintiséis
leyendas panameñas, de Sergio González Ruiz; y los Cuentos folklóricos de Panamá,
de Mario Riera Pinilla; los Cuentos y Leyendas de Panamá Viejo,
de Ernesto Castillero Reyes; El
cuento panameño de tema campesino, de Juan Antonio Gómez; los Cuentos
y leyendas del folklore panameño, de José Gabino Rivera. Son los cantos
de los sailas, el Igar mítico de la tradición de la nación dule.
Son las elegías, los
sonetos, las décimas, los romances, los alejandrinos, la prosa poética, el
verso libre de nuestros poetas. Son las sirenas de Rogelio Sinán; la tulivieja
de Tristán Solarte; son El Fusilado, de Ernesto Endara y El
Caso Dios de Chuchú Martínez; las lomas de Pernett y Morales y Ariel
Barría; la Teoría de la Patria de Rodrigo Miró; el Chorrillo de Amelia
Denis, Héctor Collado, Enrique Chuez y Pedro Rivera. Son los estudios literarios,
lingüísticos y filológicos de Baltazar Isaza Calderón, Miguel Mejía Dutary,
Margarita Vásquez y Rafael Ruiloba.
Para mí los papeles de
Panamá son los artículos de Félix A. Dormoi, Guillermo Sánchez Borbón, Guillermo Castro y Rodrigo Noriega; las
crónicas de Santiago Mckay y César Young Núñez. Los estudios de la negritud de
Armando Fortune y los libros de Berta Alicia Chen, Julio Yau y Juan Tam. Son
los poetas y narradores de la época de la colonia, los románticos, la
generación republicana, los modernistas y los vanguardistas, los de la
post-vanguardia y los escritores de post-invasión.
Para mí los papeles de
Panamá están en la Biblioteca Nacional
Ernesto Castillero Reyes, en la Biblioteca
Interamericana Simón Bolívar, en cada uno de los espacios poéticos de la
red de bibliotecas públicas y las bibliotecas de la alcaldía, las bibliotecas
escolares y universitarias; son los papeles de los académicos de la lengua y
los Archivos Nacionales, de los
docentes que escriben y enseñan a leer; los papeles de la Feria internacional del Libro que organiza la Cámara Panameña del Libro; los papeles del bibliobús y los papeles
de cada una de las bibliotecas personales de la gente decente que ama los
libros y la lectura.
Algún día, es mi sueño,
quiero ser parte de esos papeles y morir sabiendo que volaron como peces y
pájaros en las manos de un lector anónimo. Los escritores no existimos sin los
lectores. Son ellos y los estudios literarios los que canonizan una obra. Yo no
quiero solo que mi novela entre al canon literario; deseo que entre en el
corazón del lector que algún día se encontrará con ella.
Buenas noches.
Carlos Fong
Biblioteca Interamericana Simón Bolívar
Universidad de Panamá
15 de abril de 2016.
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