viernes, 28 de marzo de 2014

Instrucciones para matar a un niño

Nota: Revisando algunos textos para una posible antología que quiero hacer sobre artículos políticos, éticos y culturales, me encontré con este publicado en La Prensa en 1995. Ahora se me ha antojado escribir unas “nuevas instrucciones” para matar a un niño, ya que existen nuevos rituales y ceremonias de sacrificio en estos tiempos de los cuales los niños de hoy están amenazados. Es un desafío literario para mí hacer este inventario; recuerdo que sufrí haciendo la investigación para escribir el artículo de 1995. Tal vez, en la actualidad, los enemigos son más peligrosos e invisibles; pero no menos vulnerables al poder de la palabra. Les regalo el primer texto mientras pienso un poco y me preparo a sufrir una vez más.

 cf

ALGUNAS INSTRUCCIONES PARA MATAR A UN NIÑO

 Por Carlos Fong

No se alarme ni se preocupe, es una moda social de nuestras civilizaciones modernas, semi-modernas y subdesarrolladas: matar niños es muy fácil y casi un arte actualmente. Lo más clase es que usted no necesita ser un profesional, ni requiere de experiencia previa, poca creatividad o imaginación. El único requisito: ser completamente indiferente, insolidario y cerrado en sí mismo. No importa su clase social, su ideología o creencia cultural; usted puede ser un perfecto asesino de niños. Y si cree que no es capaz porque carece de actitud y creatividad, aquí le van algunas instrucciones sencillas y prácticas para poner en acción.

Lo primero que va a necesitar es un niño, desde luego. Si no lo tiene a mano, no se preocupe: no es difícil de conseguir. Existen muchos de ellos abandonados en las calles de nuestro hermoso país. Los puede encontrar vendiendo rosas, pastillas, limones o limpiando vidrios de autos a cualquier hora del día o la noche, cosa que permite ahorrarse tiempo y molestias. Si no le gustan los niños urbanos, puede encaminarse al interior del país donde podrá encontrar una gran variedad de niños, bastantes desnutridos, inválidos e ignorantes lo que será fantástico porque son más fácil de matar.

Es menester que consiga su niño rápido. Ahora, si usted es de gustos importados, no hay problema: en toda la región centroamericana hay miles de niños abandonados que usted puede adquirir con buen contacto y un poco más de mil dólares. Le aconsejamos Guatemala, Honduras o El  Salvador para su búsqueda. Si es usted de gustos aún más interesantes entonces le recomendamos los bellos niños suramericanos. En Colombia los puede encontrar en las alcantarillas de los barrios bajos. En Perú, en los lavanderos de oro. O si prefiere un hermoso adolescente carioca diríjase a Brasil a cualquiera de sus famosas favelas donde sin duda lo encontrará. Si es usted aún más exigente y exótico le recomendamos el niño hindú, israelí, bosnio o croata, aunque la identidad es cuestión de gustos ya que un niño es al fin y al cabo sólo un niño.

Hay muchas formas de matar a un niño. No obstante, considere la posibilidad de que un niño le puede antes servir de mucho. En una crisis económica tan profunda como la nuestra, el niño puede ayudar mucho trabajando. Existen muchos trabajos que puede el niño hacer: vender cosas en la calle, prostituirse, pedir limosna, etc. Pero primero tendrá que acostumbrarlo a la idea (antes de matarlo por supuesto). Comience viéndolo no como un ser humano sino como una máquina o propiedad, así eliminará cualquier inútil sensibilidad. Quitele su dignidad irrespetándolo y abusando de él constantemente. Arrebátele cualquier esperanza hacia el futuro: no tenga jamás piedad.



Si ya ha conseguido lo que quería del niño, prepárese para matarlo. La violencia doméstica es recomendable en familias en vías de desintegración. Palizas, ahogamientos, estrangulamientos, envenenamientos son bastantes efectivos. Pero no menos efectivas son las muertes causadas por desnutrición, ceguera, demencias crónicas, neumonías, diarrea, sarampión, tétano o tos ferina. Recuerde que por semana 250 mil niños mueren de estas enfermedades, así que nadie notará que usted mató al suyo. Además, los gobiernos y la empresa privada están demasiados ocupados con sus problemas “reales” para preocuparse por algo que ya no es noticia porque pasa a cada rato.

No tenga miedo de matar a su niño. Lo hacen los grandes países industrializados como Estados Unidos, España, México o Brasil, ¿se va a dejar ganar? Si no quiere participar directamente del asesinato, entonces le recomendamos que venda a su niño, lo cual le servirá como una segunda entrada económica. Véndaselo a los traficantes de niños que estos mercaderes de ángeles harán buen uso de sus órganos internos y de sus ojos. También podrá ofrecerlo a los narcotraficantes que los necesitan para su negocio. O bien a los escuadrones de la muerte o grupos de limpieza social que no dudarán en matarlo.

Si conserva usted todavía rastros de sensibilidad humana y no quiere salpicarse de sangre, no se preocupe, hay otras formas de matar a un niño. Enséñele a que se autodestruya él mismo. Si su niño tiene menos de 5 años será bien fácil y hasta divertido: sustitúyale los juguetes sencillos que estimulen la imaginación y la creatividad por juguetes monstruosos y violentos: como soldados autómatas, artefactos electrónicos que disparen y persigan, pero no educan ni estimulan la imaginación. Incúlquele la moral de la violencia y la destrucción. No pierda el tiempo educándolo con esa falacia de los valores morales. Enséñele la cultura de la intolerancia y el odio.

Si quiere matar a un niño, ni se le ocurra regalarle un libro.

Muy aconsejable es el abuso de la televisión si usted quiere que su niño muera espiritualmente. Esclavícelo a la TV. Constrúyale un espíritu pasivo. Una buena dosis diaria de publicidad le formará una filosofía individualista del utilitarismo. Otra buena dosis de cómicas con monstruos, películas hiperviolentas y novelas estúpidas le recortarán su sensibilidad e inocencia y pronto tendrá usted un pequeño monstruo en casa que no demorará en cometer un delito escandaloso que llamará la atención de los medios de comunicación sensacionalista y del público morboso, permitiéndole a usted ser muy famoso en esta sociedad enferma y deshumanizada.

Exclúyalo, reprímalo, enséñele a odiar todo lo que esté correcto o sea diferente. Así se sumará a la gran generación X. Demuéstrele que el mundo es material y que su explotación es necesaria. Que hay que destruir la capa de ozono, sobrecalentar el planeta, acabar con los bosques tropicales, matar a los animales inútilmente y contaminar los mares. De esta forma el niño estará condenado a vivir en un mundo lleno de contaminación, corrupción y conflictos bélicos que terminarán con su propia existencia.

Si con estas instrucciones usted no se decide a matar a un niño. Si con estos  consejos usted cree aún que los niños son la esperanza, entonces quizás usted no deba matar a un niño. Pero recuerde: la mayoría de los niños del mundo son pobres, y la mayoría de los pobres son niños. Y ocho millones de ellos morirán anualmente gracias a su indiferencia que es suficiente. Así las cosas, pronto tendremos nuevas leyes que se encargarán de matar a los niños, nuevas guerras, más hambre y miseria. De cualquier forma: sólo son niños.

La Prensa /Miércoles 1 de Noviembre de 1995, Panamá.

Basta la indiferencia para borrar su felicidad.

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